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Tributo

Por un Brasil dueño de sí

El gobernador Mário Covas siempre supo que no se construye un país sin ciencia y tecnología

Es explicable que entre las centenas de textos producidos sobre el gobernador Mário Covas desde el 6 de marzo, o mejor dicho, desde el agravamiento de su estado de salud y su consecuente internación en el Incor (Instituto del Corazón), el 25 de febrero, ni una palabra prácticamente haya sido escrita sobre su influencia en la historia reciente de la investigación científica y tecnológica en Brasil. Al fin y al cabo, en la bella biografía de esta figura son tantos los elementos paradigmáticos para componer el perfil de alguien que se consagró por entero a la Política (con P mayúscula), que aspectos no menos importantes precisamente, empero un tanto más discretos – o menos valorados por aquellos que intentan narrar día tras día la historia de la política en el país – terminaron por quedar bajo una cierta sombra.

Con todo, Mário Covas no solo dio muestras suficientes de tener visión estratégica para el tratamiento de la ciencia y de la tecnología, sino que también desarrolló acciones muy concretas en beneficio del área, al punto de merecer la calificación, por parte de Carlos Henrique de Brito Cruz y José Fernando Perez, presidente y director científico de la FAPESP respectivamente, en artículo reciente, de “gobernador de la investigación”. De ese modo, la medalla al Mérito Científico y Tecnológico, que él mismo instituyó en marzo de 2000 y distribuyó entre las dos centenas de científicos responsables por el secuenciamiento de la X. fastidiosa en una fiesta memorable, y el trofeo Árvore dos Enigmas (Árbol de los Enigmas, escultura de Elvio Becheroni), creado para la ocasión y otorgado a los 35 laboratorios en los cuales se desarrolló el proyecto, son de cierta manera -y apenas- los productos más visibles entre los muchos de actos suyos en pro de la ciencia y de la tecnología al frente del gobierno del estado de São Paulo.

En el artículo de Brito y Perez se registran varios otros momentos expresivos del apoyo del gobernador al área de investigación. En una conferencia proferida el día 13 de mayo en la Federación de Sociedades de Biología Experimental, el director científico de la FAPESP recordó que, al anunciar en octubre pasado el nombre de los diez primeros centros apoyados por el programa de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid), Covas se manifestó proclive a aumentar en un 20% la dotación que es destinada a la Fundación.

La revista Pesquisa FAPESP, plegándose a los medios que homenajearon al gobernador, recuerda esa arista de Covas, su sensibilidad con relación al área de CeT, manifestada incluso cuando siendo senador, presidió la Comisión de Investigación Bicameral, en 1991, que estudió las causas del atraso tecnológico del país. Ése ese el matiz que el artículo que Gerson Ferreira Filho, su colaborador de tantos años, destaca. Ferreira es coordinador de la Unidad de Gestión Estratégica de la Secretaría de Gobierno del estado de São Paulo.

Por las sendas del conocimiento

Gerson Ferreira Filho

Estamos escribiendo estas notas una semana después de la muerte de Mário Covas. Tuvimos pues, la oportunidad de leer y escuchar todo lo que fue dicho sobre la honestidad, la coherencia, el ejercicio cotidiano de la dignidad, el coraje en la adversidad, la credibilidad de quien no miente, no promete lo improbable, y puede así dispensar adhesiones condicionales.

Sin embargo, hay algo de lo que no fue dicho que transciende todo eso: Mário Covas sentía un gran amor por su país. Lo amaba más que a sí mismo y, por lo tanto, mucho más que al Santos Fútbol Club, el club de sus amores. Pero el Brasil de Covas, claro, no era apenas lo que se ve en los mapas y se mide en las estadísticas. En su visión apasionada, Brasil era el conjunto de todos nosotros, y así, en ésa su unidad geográfica, Brasil era también cada uno de nosotros. Cada ciudadano era para Covas un pedazo de su país; para él, que efectivamente amaba a su prójimo en el contexto de sus vicisitudes y bajo la perspectiva de un sentimiento nacional más amplio, no había salida: había que tener vergüenza.¿Quería ser Presidente? Creemos que sí, pero no a cualquier precio, y solo por sus banderas, sino para hacer un Brasil más fuerte, más solidario y, por cierto, más dueño de sí. Para él, bastaba ser útil allí donde el país más lo necesitase; a lo largo de toda su vida, el poder siempre fue un medio para servir, solo eso y nada más.

Sin embargo, en pro de las grandes causas, él era consciente de la necesidad de un esfuerzo colectivo, y además, diferenciado. Para hacer un país dueño de sí, hoy más que nunca, se deben transitar las sendas del conocimiento. Ésa es la explicación que conjeturamos para el aprecio tan grande que Mário Covas tenía por los científicos. Amar a su ciencia (y siempre que fuera posible, usarla como una palanca) nos muestra una manera inteligente de la cual el científico dispone para amar a su prójimo y también a su país.

Creemos pues que no corremos riesgos al agradecer, en nombre de él, a la FAPESP y a los científicos, por lo que vienen haciendo en esa dirección; somos testigos de que el reconocimiento público a los participantes de la aventura del Genoma Xylella fue, para Mário Covas, uno de los momentos de mayor felicidad personal durante su gobierno. Pero sentimos también que él quiso hacer de dicho evento un hito en favor de la creatividad, de la solidaridad y de la persistencia.

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