JOSE DILERMANDO ANDRADE FILHO E GUSTAVO MAYR DE LIMA CARVALHO/FIOCRUZDe ser una enfermedad prácticamente silvestre, restringida a áreas rurales, la leishmaniasis visceral siguió los movimientos migratorios del siglo XX y se instaló en las periferias de las ciudades. En Brasil, las regiones norte y nordeste concentraron 1.998 casos de los 3.303 registrados en 2008. Transmitida por la picadura de la hembra del mosquito Lutzomyia longipalpis, un insecto que mide tan sólo 3 milímetros y conocido como torito, la enfermedad puede afectar a los perros, los zorros e incluso a los zorrinos, considerados los principales reservorios del parásito causante de la enfermedad, el protozoo Leishmania chagasi. Una vacuna recombinante contra la leishmaniasis visceral canina, llamada Leish-Tec, desarrollada en sociedad entre la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y la empresa Hertape Calier Salud Animal, de Minas Gerais, demostró eficiencia de un 90% en las pruebas realizadas en un área endémica de la enfermedad tanto humana como canina, con animales de diferentes razas sujetos a las picaduras de los insectos. “Si se produce una disminución de la cantidad de perros infectados, a largo plazo se dará una reducción en los casos humanos también”, dice la parasitóloga Célia Gontijo, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Belo Horizonte. La vacuna es uno de los diversos frentes de combate contra la transmisión de la leishmaniasis visceral, una enfermedad que si no es tratada a tiempo puede llevar a la muerte en el 90% de los casos, luego del compromiso de órganos como el hígado, el baso y la medula ósea.
La vacuna recombinante se elabora con base en la inserción de la información genética de una proteína del protozoário Leishmania chagasi en bacterias, que son entonces replicadas. Las bacterias funcionan como una biofábrica que produce el antígeno para la vacuna. Lanzada comercialmente en octubre de 2008, dicha vacuna sigue siendo objeto de test clínicos por parte de la empresa, para que, una vez concluida esta fase, cuente con una recomendación de uso por parte del Ministerio de Salud. En el nuevo estudio, llamado test clínico fase 3, que está realizándose desde comienzos de 2008, se están haciendo pruebas con 1.150 perros de una región endémica para la leishmaniasis visceral, tanto humana como la canina. “Estamos trabajando en una ciudad donde hay un control integral de la epidemiología de la enfermedad y se hace el monitoreo de canes”, explica Christiane de Freitas Abrantes, gerente de Biotecnología de Hertape Calier, una empresa fabricante de productos veterinarios. “En este estudio contamos con un grupo de animales vacunado y otro que no lo está”. Para hacer un análisis objetivo, la metodología implementada fue el estudio doble ciego. Es decir, ninguno de los dueños de los animales participantes en el estudio sabe a cuáles de ellos se les aplicará la vacuna. La empresa ha invertido hasta ahora alrededor de 25 millones de reales en el desarrollo de la Leish-Tec.
“Las únicas dos vacunas existentes en el mundo para el combate contra la leishmaniasis visceral canina fueron desarrolladas en Brasil”, dice la profesora Ana Paula Fernandes, de la Facultad de Farmacia de la UFMG, que participó en el desarrollo de la Leish-Tec en asociación con el profesor Ricardo Tostes Gazzinelli, del Instituto de Ciencias Biológicas de la UFMG y coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología de Vacunas (INCTV). La vacuna fue concebida para inducir una respuesta celular del organismo, ya que el Leishmania es un parásito intracelular. “El organismo genéticamente modificado expresa el antígeno necesario para estimular al sistema inmunológico a combatir la infección de la leishmaniasis”, dice Ana Paula. El primer paso para llegar a la vacuna recombinante consistió en identificar genes importantes del protozoo en la activación del sistema inmunológico, para desarrollar una respuesta protectora. En este caso, el gen escogido codifica a una proteína denominada por los investigadores A2. “La proteína A2 induce la respuesta específica de los linfocitos T, responsables de la inmunidad celular”, explica.
Tecnología transferida
Luego de las pruebas en modelo experimental de ratones, la UFMG concretó en 2003 la transferencia de la tecnología a Hertape Calier. “Una vez establecida la colaboración, se efectuaron pruebas adicionales necesarias para que la vacuna pudiera ser comercializada”, dice Ana Paula. A partir de 2004 se inició una prueba llamada fase 2, de la vacuna en perros, realizada con una cantidad limitada de animales sometidos a la infección artificial del parásito, en condiciones controladas. “Tardamos tres años para concluir esta fase y los resultados fueron sumamente prometedores”, informa. Con base en estos resultados, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento le concedió el registro para la vacuna que se comercializará. Una nueva instrucción normativa, publicada en conjunto entre el Ministerio de Salud y el de Agricultura, requirió pruebas adicionales. “La única vacuna veterinaria que debe pasar por pruebas clínicas de fase 3 es la de la leishmaniasis, porque afecta a las personas y es una zoonosis grave”, dice Christiane.
Si bien sería prematuro afirmar que existe una efectiva reducción en los casos de leishmaniasis entre personas en función de la vacunación en perros, la investigación realizada por el grupo de la profesora Clarisa Palatnik de Sousa, del Instituto de Microbiología de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) apunta resultados favorables en tal sentido. Clarisa fue quien coordinó la investigación que resultó en el desarrollo de la primera vacuna contra la leishmaniasis visceral canina, elaborada a partir de antígenos del parásito y lanzada en 2004 por la empresa Fort Dodge, una multinacional de productos destinados a la salud animal con fábrica en Campinas, interior paulista, con el nombre comercial de Leishmune. Un estudio coordinado por la investigadora y publicado en la revista Vaccine en junio de este año apunta que hubo una disminución en la incidencia de leishmaniasis visceral humana y canina luego de la vacunación efectuada en dos áreas endémicas en Brasil entre 2004 y 2006.
En Araçatuba, interior paulista, hubo una disminución del 25% en la leishmaniasis canina, con una declinación del 61% en los casos en humanos, informa el estudio. En Belo Horizonte, la curva de crecimiento de la incidencia de la enfermedad en perros y humanos cayó o se mantuvo estable luego de la vacunación de los perros. Célia Gontijo, de la Fiocruz de Minas Gerais, advierte que es necesario desarrollar un método de diagnóstico que pueda utilizarse en gran escala para detectar el resultado positivo provocado por la vacuna. Sucede que los test aplicados como control de detección actualmente pueden indicar que el animal vacunado tiene leishmaniasis, cuando en realidad tiene otras enfermedades que no son transmitidas al hombre. Ana Paula, de la UFMG, dice que como la Leish-Tec está constituida por un antígeno recombinante, produce poquísimos anticuerpos, distintos que los usados en el test serológico de detección de rutina.
Artículos científicos
PALATNIK de Sousa, C.B. et al. Decrease of the incidence of human and canine visceral leishmaniasis after dog vaccination with Leishmune in Brazilian endemic áreas. Vaccine. v. 27, p. 3.505-12. 2 jun. 2009.
FERNANDES. A. P. et al. Protective immunity against challenge with Leishmania chagasi in beagle dogs vaccinated with recombinant A2 protein. Vaccine. v. 26, p. 5.888-95. 29 out. 2008.