Imprimir Republish

PALEONTOLOGÍA

Refugio de gigantes

Extintos hace 10 mil años, los perezosos terrestres y los armadillos gigantes pueden haber sido los constructores de las mayores paleomadrigueras descubiertas hasta ahora en el planeta

Francisco Buchmann/ Unesp Una cueva en Minas Gerais, con marcas similares a arañazos en la pared y una concavidad que puede haber servido como lugar de descanso de los perezosos terrestresFrancisco Buchmann/ Unesp

El Valle de los Gigantes: así denomina el paleontólogo y oceanógrafo Francisco Buchmann a un tramo de 250 metros (m) de extensión del río Esmeril, en la zona rural de Rio Pardo de Minas, un municipio de 30 mil habitantes situado en el norte del estado de Minas Gerais, en Brasil. Allí, las barrancas escarpadas del río están cubiertas por un monte alto, espeso e infestado de garrapatas y abejas, que esconde la entrada de seis grutas de un porte admirable: tienen hasta 40 m de extensión y casi siempre terminan en una cámara amplia, de 5 a 10 m de ancho y hasta 4 m de altura. Lo más impresionante es que posiblemente fueron excavadas por mamíferos de gran porte, tales como armadillos gigantes y perezosos terrestres, que vivieron hace unos 10 mil años en donde actualmente es Brasil y componían la llamada megafauna sudamericana.

Buchmann, docente de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en São Vicente, conoció esas grutas en 2012, cuando el geólogo Vitor Ferreira, de la minera Sul Americana de Metais, las descubrió por casualidad, durante la prospección para la instalación de una unidad de minería de hierro en la zona. Al año siguiente, Buchmann retornó con su equipo para mapear las grutas e investigar el origen de las curiosas marcas grabadas en sus paredes.

Los túneles con paredes y techo en forma de arco y los surcos en las rocas, compatibles con arañazos hechos por garras poderosas, llevaron a los investigadores a la conclusión de que las grutas del Valle de los Gigantes habrían sido excavadas por animales de gran porte como los que integraron la megafauna de América del Sur. En un artículo publicado en mayo de 2016 en la Revista Brasileira de Paleontologia, el grupo afirma que esas grutas no habrían sido abiertas por la erosión de las aguas ni por ningún otro proceso geológico. Serían enormes paleomadrigueras, cuevas excavadas por animales en las rocas, quizá las mayores que se hayan descubierto en el mundo.

En compañía con el geólogo Heinrich Frank, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), y otros colaboradores, Buchmann ha descubierto más de 1.500 paleomadrigueras en las regiones sur y sudeste de Brasil durante los últimos 15 años. Sin embargo, los investigadores consideran que las del Valle de los Gigantes son especiales, así como otras nueve encontradas en los valles de tres ríos vecinos, a menos de 8 kilómetros de distancia. Para los estudiosos, esas paleomadrigueras son distintas porque guardan las evidencias más fuertes de que los animales que las excavaron vivían en manadas: sus antiguas madrigueras están cerca unas de otras y, en la cámara más interna de cada una de ellas, existen varios espacios que los investigadores imaginan que habrían servido de sitios de descanso a los animales. “Una comunidad de perezosos terrestres habría excavado esos túneles”, supone Buchmann. “Probablemente una familia de ellos vivía allí.”

Extintos hace al menos 10 mil años, los perezosos terrestres están emparentados con los perezosos actuales. Pero tenían hábitos muy distintos. Los perezosos de las seis especies existentes hoy en día pasan su vida agarrados a las ramas y los troncos de árboles, donde se alimentan de hojas y frutos. Sus brazos y sus patas no están adaptados para caminar en el suelo, cosa que hacen raramente y con suma dificultad, apoyados sobre sus codos. En tanto, las casi 100 especies de perezosos terrestres que existieron en América hace entre 15 millones y 10 mil años andaban con las cuatro patas en el suelo, y eventualmente se erguían apoyados sobre las patas traseras, con las delanteras libres para agarrar frutos o excavar.

Francisco Buchmann/ Unesp El geólogo Vitor Sandin observa una concavidad en una paleomadriguera del Valle de los Gigantes, en Minas Gerais…Francisco Buchmann/ Unesp

Su tamaño variaba bastante, aunque se los conoce como perezosos gigantes. Los mayores pertenecían a la familia de los megatéridos, que erguidos podían llegar a medir 6 m de altura. No obstante, estudios de los huesos fosilizados sugieren que las articulaciones de los brazos de los megatéridos no les permitían excavar con facilidad, pese a sus enormes garras curvas. Este hecho y la comparación con las marcas encontradas en las paleomadrigueras de Minas Gerais llevaron al equipo de Buchmann a sospechar que esas grutas habrían sido esculpidas en las rocas por especies de la familia de los milodóntidos, de hasta 2 m de altura.

Los paleontólogos de la Unesp y de la UFRGS interpretan las centenas de surcos grabados en las paredes de las paleomadrigueras como marcas dejadas por las garras de los animales que abrieron los túneles. Por ahora, dichas marcas constituyen el principal indicio de la identidad de los excavadores, toda vez que nunca se encontró un fósil de perezoso primitivo en paleomadrigueras de Brasil.

Buchmann comparó moldes de silicona de esas huellas con ejemplares de patas fosilizadas de perezosos terrestres encontradas en Minas Gerais, todos preservados en el Museo de Ciencias Naturales de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Minas Gerais, con sede en la capital del estado, Belo Horizonte. Las marcas en las paredes de las paleomadrigueras combinaban mejor con las garras de milodóntidos del género Valgipes que con las garras de otros presuntos excavadores de las madrigueras, como los extintos armadillos gigantes del género Pampatherium, que habitaron lo que actualmente son las pampas argentinas, el sur y el sudeste brasileño en esa misma época.

Francisco Buchmann/ Unesp …y la geóloga Milene Fornari inspecciona una paleomadriguera en Doctor Pedrinho, estado de Santa CatarinaFrancisco Buchmann/ Unesp

Los investigadores notaron otra característica común en las 15 paleomadrigueras del norte de Minas Gerais. En la cámara final, además de las marcas de garras, había siempre entre una y tres concavidades en la pared, muy cerca del suelo, cada una con entre 1 y 3 metros de largo (vea la foto). “La superficie de las mismas es lisa, parece que fue muy pulida”, comenta Buchmann. Para el investigador, estas superficies marcarían los cubiles, los sitios favoritos de descanso de los milodontes.

Los paleontólogos ya han planteado la posibilidad de que al menos algunas de las especies de perezosos terrestres pudieran haber vivido en manadas. Buchmann apuesta a esa hipótesis para explicar de qué manera los perezosos habrían sido capaces de abrir túneles tan grandes en el Valle de los Gigantes. “Cuando pienso en el volumen de sedimento excavado, no logro imaginar cómo podría haber hecho eso un solo ejemplar”, comenta. “Me parece más probable que haya existido una colonia de animales viviendo y cavando juntos.”

“Estos descubrimientos constituyen un hito”, comenta Cástor Cartelle, paleontólogo experto en mamíferos prehistóricos y curador del museo de la PUC-Minas. “El trabajo del equipo de Buchmann aporta numerosas e interesantes evidencias de que los animales ocupaban esas madrigueras al menos durante algún tiempo y dejaban sus marcas en las paredes.”

Cartelle no está convencido únicamente de que las madrigueras hayan sido ocupadas por perezosos. Sostiene que existe una gran variación de tamaño y en el formato de las garras de los perezosos, aun entre individuos de una misma especie, y cuestiona la identificación de las huellas. “¿Por qué excavaría una madriguera un perezoso?”, se pregunta. “Una madriguera de ese tamaño no le serviría de protección contra predadores tales como los Smilodon, los tigres de dientes de sable”. Para el investigador, es más probable que las madrigueras hayan sido cavadas por armadillos gigantes como el Pampatherium.

Buchmann sospecha que las madrigueras efectivamente no habrían sido excavadas en busca de seguridad, pues había pocos predadores de perezosos. Para él y sus colegas, la hipótesis más probable indica que los perezosos excavaban en busca de refugio de la intemperie, ya que en ese entonces el clima era más frío y seco. La anatomía de los perezosos terrestres sugiere que, al igual que los perezosos actuales, no lograban mantener un buen control sobre la temperatura de sus cuerpos.

Cartelle apunta otras posibilidades para explicar la dimensión de las madrigueras y las señales de ocupación de las mismas por diversos animales. Una de éstas indica que puede ser que ya existieran grandes grietas en las rocas de esas montañas. Por eso los animales no habrían abierto las cuevas, sino que les habrían realizado un acabado. Otra posibilidad indica que un animal podría haber ocupado la madriguera y dejado sus marcas, y tiempo después, otro miembro de la especie habría hecho lo propio.

Francisco Buchmann/ Unesp Garra fosilizada de perezoso gigante del género ValgipesFrancisco Buchmann/ Unesp

“Coincido en que la ocupación de animales de tamaños parecidos en períodos de tiempo distintos constituye una explicación más plausible acerca de la existencia de más de un área de reposo en esas cuevas”, pondera Renato Lopes, paleontólogo de la Universidad Federal de la Pampa (Unipampa), en Rio Grande do Sul, y colaborador de Buchmann y Frank. “No se conocen xenartros [el orden de los mamíferos que engloba a los armadillos y a los perezosos] que formen grupos familiares, salvo la madre con sus crías.”

De tamaños pequeño y grande
Se estima que las paleomadrigueras brasileñas son los mayores icnofósiles del mundo. Los icnofósiles son las marcas que dejan animales y que permanecen preservadas en las rocas, tales como huellas y cuevas. Al igual que las especies actuales y los fósiles, los icnofósiles se clasifican según su género y su especie. Lopes, Buchmann, Frank y Felipe Caron, de la Unipampa, publicaron en septiembre de 2016 en Ichnos la primera clasificación oficial de las paleomadrigueras de Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. Existen paleomadrigueras en otras regiones, pero no tan grandes. Los túneles atribuidos a las excavaciones de armadillos gigantes o perezosos terrestres son icnofósiles del género Megaichnus.

Francisco Buchmann/ Unesp …compatible con las huellas que se ven en las paredes de las paleomadrigueras de Minas GeraisFrancisco Buchmann/ Unesp

A este nuevo género se lo dividió en dos especies. Las paleomadrigueras mayores y más anchas, atribuidas a los perezosos, pertenecen a la especie Megaichnus major (vea el esquema). La mayoría de ellas se hallaron en el sur de Brasil y algunas en Minas Gerais y en São Paulo. En 2015, una fue descubierta en Acre y otra en Rondônia. Situada en los alrededores de la ciudad de Porto Velho, la última es la más extensa de las paleomadrigueras, con 600 m.

Más abundantes, las paleomadrigueras más estrechas quedaron clasificadas como Megaichnus minor. La mayoría de éstas están ocupadas por sedimentos transportados por inundaciones. Los pocos túneles abiertos se extienden por más de 30 metros, y pueden bifurcarse y formar galerías. Los investigadores ya identificaron en sus paredes marcas de garras, pelos y placas de caparazones de armadillos gigantes de los géneros Pampatherium y Propaopus.

Buchmann coordina el proyecto Paleomadrigueras, desarrollado por investigadores de seis instituciones brasileñas, y durante los últimos 10 años ha realizado el reconocimiento de miles de esos túneles. El grupo trabaja en la detección y el mapeo de las paleomadrigueras y en la divulgación del conocimiento sobre las mismas en el sur Brasil, donde muchas de ellas ya eran conocidas por la población local, pero confundidas con grutas o atribuidas a excavaciones realizadas por los aborígenes.

Artículos científicos
LOPES, R. P. et al. Megaichnus igen. nov.: Giant paleoburrows attributed to extinct Cenozoic mammals from South America. Ichnos. 15 sep. 2016.
BUCHMANN, F. S. et al. Evidência de vida gregária em paletocas atribuídas a mylodontidae (preguiças-gigantes). Revista Brasileira de Paleontologia. v. 19 (2). p. 259-70 may.-ago. 2016.

Republicar