Un análisis químico de rocas calcáreas recolectadas en Emiratos Árabes es el indicio más contundente hasta ahora hallado de que el peor suceso de extinción masiva de la Tierra puede haber sido causado por la acidificación de los océanos, y es el mismo proceso que provoca en los mares el exceso de anhídrido carbónico producido por la humanidad. Dicho evento ocurrió hace 250 millones de años, cuando se extinguió el 90% de las especies biológicas, especialmente las de vida marina. Un equipo internacional de geólogos encabezados por Matthew Clarkson, de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, analizó el contenido de isótopos de boro y de otros elementos de rocas que se formaron con base en la precipitación de carbonato de calcio en el fondo del mar durante el evento de extinción (Science, 10 de abril). Ese análisis derivó en la conclusión de que, durante un lapso de tiempo de 5 mil años, el agua del mar llegó a quedar casi 10 veces más ácida que lo normal debido al dióxido de carbono disuelto. La fuente de ese gas fue un evento de vulcanismo ocurrido en los continentes de esa época, que liberó cuatrillones de toneladas de carbono en la atmósfera. La acidez es letal para las criaturas marinas con conchas y exoesqueletos, pues dificulta la absorción de calcio, el principal ingrediente de sus caparazones. Una de las autoras del descubrimiento, la geóloga Simone Kasemann, de la Universidad de Bremen, Alemania, es colaboradora de un equipo de la Universidad de São Paulo que incluye a la geóloga Marly Babinski y a su alumno de doctorado Gustavo Paula-Santos. Ellos quieren utilizar las técnicas empleadas por Kasemann para determinar la variación de la acidez del agua del mar y explicar por qué ciertas rocas de la Formación Sete Lagoas, entre los estados Minas Gerais y Bahía, formadas en el fondo de un mar hace alrededor de 550 millones de años, tienen características tan distintas con respecto a rocas de origen marino de la misma época halladas en otras partes del mundo. “Esas rocas no poseen las evidencias de la explosión de la diversidad de especies vivas observada en los otros mares del globo de aquella época”, explica Paula-Santos. “Pretendemos saber cuán aislado estaba ese mar, ubicado en el interior del continente Gondwana, con respecto a los otros.”
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