Creada a finales del siglo XIX en Estados Unidos, la empresa Dow Química cuenta actualmente con más de 5 mil productos en su cartera, que sirven de materia prima en variados sectores, tales como el automovilístico, el electrónico, de electrodomésticos, el energético, de pinturas y revestimientos, la agricultura y el de cuidados personales. En 2012, la compañía contaba con una plantilla de personal de alrededor 54 mil empleados, y sus ventas llegaron a los 57 mil millones de dólares a nivel mundial. Las inversiones en investigación y desarrollo (I&D) llegaron a los 1.600 millones de dólares. En Brasil, donde se estableció en 1956 con una oficina de ventas, cuenta en la actualidad con más de 2.400 empleados, 15 unidades fabriles y cuatro centros de investigación donde trabajan unas 300 personas entre técnicos e investigadores. La oficina de São Paulo, donde también está radicado uno de los centros de investigación, es la matriz de América Latina. El año pasado, la empresa registró en el país ventas por valor de 3.300 millones de dólares. “Tenemos proyectos globales de búsqueda de materias primas renovables, y el foco está en Brasil”, dice el ingeniero químico John Biggs, de 58 años, director de Dow para América Latina.
Uno de esos proyectos, en colaboración con la japonesa Mitsui, tiene por objeto la fabricación de polietileno de baja densidad –utilizado en la fabricación de embalajes flexibles, filmes industriales y artículos plásticos– a base de etanol de caña de azúcar. Ambas empresas son socias en todas las etapas del proyecto, que se inicia con la formación de un cañamelar en un campo de 17 mil hectáreas y la construcción de una central con capacidad para producir 240 mil metros cúbicos de etanol anuales en Santa Vitoria, Minas Gerais. El proyecto prevé también la construcción de una fábrica de transformación de etanol en etileno y la producción de biopolímeros. La transformación del etanol en etileno se lleva a cabo mediante el proceso de deshidratación con empleo de un catalizador, que acelera la reacción química. “Al final del proceso, el etileno y el agua salen separados”, dice el inglés Biggs, quien trabaja en Dow desde 1985 y está Brasil desde hace casi nueve años. “El agua se utilizará en el sistema de producción de vapor para la generación de energía eléctrica.”
Dow Química |
Centro de I&D |
São Paulo |
Personal: |
2.400 empleados |
Principales productos: |
Materias primas para los sectores automovilístico, electrónico, electrodoméstico, energético, de pinturas y revestimientos, agricultura y cuidados personales |
Daniel Albuquerque Cardinali, de 28 años, ingeniero de I&D de materias primas renovables, forma parte del equipo de Biggs desde que entró en Dow en 2011, como practicante. “Más del 50% de las nuevas contrataciones en el área se concretan en el marco de la convocatoria anual del programa de trainee”, informa Biggs. Son alrededor de 14 mil inscritos para 50 vacantes, de las cuales ocho se destinan al área de investigación. Cardinali cursaba el primer año de su maestría en el área de ingeniería y ciencia de materiales en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) –donde también se graduó en ingeniería de materiales– cuando ingresó en la empresa. Su trabajo se divide en dos vertientes: investigación y desarrollo de nuevas rutas tecnológicas para materias primas renovables y desarrollo de nuevos negocios, lo que significa detectar oportunidades interesantes para Dow, ya sea con otras empresas, institutos de investigación o universidades, para la concreción de asociaciones. “La innovación en Dow se apoya en las colaboraciones con socios brasileños y del exterior”, dice Cardinali.
En el área de materias primas renovables, por ejemplo, la empresa mantiene convenios con el Laboratorio Nacional de Ciencia y Tecnología del Bioetanol (CTBE) y con las universidades de Queensland, en Australia, y del estado de Ohio, en Estados Unidos. Entre las incumbencias de Cardinali se encuentra, por ejemplo, la negociación con posibles socios en relación con la división de la propiedad intelectual para la explotación de tecnologías. “Mi día a día es bastante dinámico: hago visitas a universidades e institutos de investigación, aparte de participar en eventos y simposios con el objetivo de crear una red de colaboración.”
Con doble diploma
Henrique Formaggi Noguchi, de 25 años, quien trabaja actualmente como ingeniero de desarrollo y aplicación del grupo de elastómeros, también pasó por el proceso selección de nuevos practicantes de 2012. Graduado en ingeniería de materiales en la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (USP), participó en un programa de intercambio de la universidad con la École Centrale Paris para la obtención de un doble diploma. “Con ese intercambio, cursé cuatro años de la facultad acá y dos en Francia”, dice. Aprobado en Dow para una de las vacantes en el área de I&D, Noguchi trabajó inicialmente en el grupo de investigación de renovables. “Durante ocho meses investigué tanto la parte agrícola como la química de la paja de la caña, que tiene bastante celulosa, y que en la actualidad, luego de la prohibición gradual de la quema de la caña cruda, se la deja fundamentalmente tirada en el campo”, comenta. Los resultados de sus investigaciones pasaron a integrar otros proyectos de Dow, tales como el de producción de polietileno de baja densidad con Mitsui.
Luego de la experiencia inicial, Noguchi asumió el cargo de ingeniero de desarrollo y aplicación del grupo de elastómeros y se convirtió en responsable de la cartera de clientes de algunas aplicaciones en Latinoamérica. En esa función, brinda asistencia técnica a los clientes y sigue de cerca también el desarrollo de aplicaciones para nuevos productos desarrollados en Estados Unidos y Europa, donde se encuentran los principales centros de investigación y desarrollo de la empresa. “Aparte de la fórmula y el procesamiento del producto, el desarrollo de aplicaciones comprende el posicionamiento del cliente en el mercado”, dice Noguchi. “Trabajo con el equipo comercial y de marketing, pues una invención por sí sola no tiene valor en el mercado.”
Con menos de 10 meses en Dow y todavía en la condición de practicante en el área de I&D, Fernanda Bortolani Bueno, de 25 años, también trabaja en el grupo de elastómeros, en la atención técnica de clientes. “A partir de la necesidad del cliente, analizamos si podemos adaptar nuestros productos a su demanda o incluso si es preciso crear nuevos procesos o tecnologías”, comenta la ingeniera química graduada en la Universidad de Campinas (Unicamp). Semanalmente, Bortolani Bueno habla con la líder de su grupo en Estados Unidos, quien realiza el seguimiento de su evolución profesional. En Brasil, ella cuenta con el apoyo de una tutora (coaching), quien a su vez también fue trainee hace cinco años.
Los principales aliados en las investigaciones realizadas en Brasil son la Escuela Politécnica de la USP y el Departamento de Ingeniería de Materiales de la UFSCar. “Mantenemos una relación de colaboración casi permanente”, dice Biggs. Esta estrecha relación también resulta en el contacto con alumnos que posteriormente son contratados para el área de I&D, a ejemplo de lo que sucedió con la química Iris Raquel Maia Tébéka, de 27 años, graduada en la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Tébéka llegó a São Paulo en 2007 para hacer su doctorado directo en el área de síntesis orgánica en la USP, y durante una visita del investigador Rui Cruz –quien en ese entonces formaba parte del grupo de materias primas renovables de Dow– al Instituto de Química, mantuvo un primer contacto con el programa de reclutamiento de la empresa. “No era todavía en carácter selectivo, pero el contacto se mantuvo y resultó en una entrevista antes de que yo viajara a hacer el posdoctorado en la Universidad de Estocolmo, en Suecia”, relata Tébéka.
Rutas alternativas
Cuando regresó a Brasil, en febrero de este año, al cabo de tres años en Estocolmo, empezó a trabajar como investigadora de I&D de materias primas renovables. “Hice un trayecto académico completo, pero siempre estuve segura de que quería trabajar en la industria y en un área en la cual la formación académica fuese indispensable”, dice. Su trabajo diario consiste en investigar el desarrollo de nuevos procesos e innovaciones que puedan llevar a reemplazar las rutas petroquímicas por rutas alternativas renovables. No es una investigación tradicional de laboratorio. “Aquí tratamos, analizamos y aplicamos todo tipo de datos experimentales obtenidos en el marco de las colaboraciones con laboratorios externos”, dice Tébéka. “Todo lo que analizamos, incluso en términos de datos experimentales y de investigación bibliográfica, debe cruzarse con un análisis financiero del mercado y de datos internos de la empresa: cuestiones tales como costos de producción, y mercado y logística.”
Dow también se encuentra al frente de un proyecto de ganadería sostenible en Paragominas, estado de Pará, destinado a incrementar la productividad bovina de manera sostenible mediante la concreción de asociaciones. En 2010 se puso en marcha el primer plan piloto del proyecto en seis propiedades rurales de la zona, con intervenciones sencillas, tales como la fertilización las pasturas, la utilización de especies forrajeras más productivas y el control de las plantas invasoras. “Un año después, las haciendas pasaron a ser consideradas como ejemplos de manejo sostenible y su productividad se cuadruplicó”, dice Biggs. La producción pasó de 0,8 a 3,66 arrobas [1 arroba en Brasil: 14,688 kg] por hectárea.
La empresa incentiva a su personal a participar en el proceso de innovación a través de canales tales como Idea Central, un portal donde todos pueden aportar sugerencias, e Innovation@Dow Challenge, que consiste en presentar propuestas de soluciones para desafíos reales. Anualmente, organiza el Innovation Award, que distingue a los proyectos más innovadores presentados por investigadores de América Latina. El año pasado, por ejemplo, el ganador propuso el desarrollo de un revestimiento impermeabilizante para losas de techos y tejados, lanzado con el nombre comercial de Telhado Branco, para reducir la temperatura en las ciudades. “Los estudios demuestran que al utilizar esta solución se registra una mejora considerable en lo que hace a la eficiencia energética, con una disminución de hasta 5ºC en la temperatura interna y de hasta 18ºC en la superficie externa del techo”, dice Biggs.
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