Hace dos años, en los naranjales de Comendador Gomes (estado de Minas Gerais), un municipio ubicado a pocos kilómetros del límite con el estado de São Paulo, fue identificada por primera vez una extraña enfermedad, semejante a un infarto. En cuestión de meses, y a veces en tan solo una semana, las hojas de los árboles acometidos por ese desconocido mal perdían su brillo y las plantas morían, al verse privadas de sus nutrientes y del agua -probablemente como consecuencia de una obstrucción generalizada del sistema de conducción de la savia elaborada (floema) desde la copa hacia las raíces. Con suerte, el árbol moribundo daba una tanda más de naranjas, cuyo jugo no es afectado por la enfermedad, pero el ocaso de la planta atacada era apenas una cuestión de tiempo. Y poco tiempo. Debido a su efecto fulminante, la nueva amenaza fue denominada muerte súbita de los cítricos (MSC) y elevada rápidamente a la condición de actual enemigo número uno de la citricultura.
El mes pasado, el Ministerio de Agricultura y el gobierno de São Paulo, con a colaboración de los citricultores e instituciones de investigación, crearon una fuerza de tarea para intentar detener el avance de la enfermedad, que ya afecta al menos a un millón de naranjos de una docena de municipios del sur de Minas Gerais y el extremo norte del estado de São Paulo, de acuerdo con la más reciente proyección hecha por la Defensa Sanitaria del Estado y el Fondo de Defensa de la Citricultura (Fundecitrus), una institución privada solventada por los productores y por las industrias de jugo. Más del 90% de los casos confirmados de la enfermedad se encuentra en la región denominada Triângulo Mineiro, que aparentemente fue la cuna de la muerte súbita. Pero en esa zona, solamente 17 municipios se dedican a la citricultura.
En São Paulo, que cuenta con el 70% de los naranjales del país, dispersos por más de 300 municipios, la situación -por ahora- es menos grave. La presencia de la enfermedad se restringe a la punta más septentrional del estado, pero se dirige hacia el sur a una velocidad estimada entre 30 y 40 kilómetros por año. “El treinta por ciento del parque citrícola paulista se encuentra a una distancia de 100 kilómetros de los focos de infección”, afirma Ademerval Garcia, presidente de la Asociación Brasileña de Exportadores de Cítricos (Abecitrus).
Con el soplo fatal de la muerte súbita cerniéndose sobre el corazón de los naranjales paulistas, el Fundecitrus movilizó rápidamente a más de una decena de instituciones de investigación de Brasil, e incluso del exterior, para estudiar la nueva enfermedad. Pese a todos los esfuerzos, los conocimientos sobre la muerte súbita aún son más bien empíricos, fruto de la observación de la afección en el campo, más que propiamente científicos: una señal de que todavía hay mucho trabajo por delante.Poco se sabe acerca de la enfermedad. Su agente causante, probablemente un virus, aún es ignorado.
Quizá sea una mutación o una nueva introducción, más agresiva, del virus de la tristeza de los cítricos, una enfermedad que en la década del 40 acabó con más del 80% de los naranjos en el interior paulista, y tenía síntomas similares a los de la muerte súbita. “Pero los árboles infectados por la tristeza podían vivir hasta seis años, mientras que los atacados por la muerte súbita perecen muchos más rápido”, comenta el ingeniero agrónomo Marcos Antônio Machado, del Centro de Cítricos Sylvio Moreira, una institución con sede en Cordeirópolis, interior de São Paulo, y ligada al Instituto Agronómico de Campinas (IAC). La forma de transmisión de este mal, que se asemeja a un infarto en los cítricos, también es un misterio, pese a que existen evidencias de que la afección es diseminada por vía aérea, posiblemente a través de algún insecto.
Cambios a la vista
En este escenario de incertidumbre, una idea cobra fuerza entre los investigadores y productores de cítricos: la citricultura brasileña -que es la mayor del mundo, un poco al frente de la norteamericana- ya no será la misma luego de la muerte súbita. Y no hay ningún catastrofismo embutido en esa frase. Aunque todavía no existe una cura a la vista para la muerte súbita, los naranjales no van a desaparecer en razón del nuevo mal. Pero con seguridad pasarán por transformaciones para sortear a esta intrigante afección que, de acuerdo con el Fundecitrus, ya ha ocasionado pérdidas por alrededor de 20 millones de dólares al sector, que genera exportaciones anuales del orden de los 1.300 millones de dólares, principalmente bajo la forma de jugo concentrado, y emplea a 400 mil personas solamente en São Paulo.
Pero ahora llega la buena noticia: si bien aún no han descubierto la causa y la forma de transmisión de la MSC, los investigadores ya tienen en sus manos medios para mitigar o evitar la propagación del mal. Como la muerte súbita ataca exclusivamente a las variedades de naranjas asentadas sobre los portainjertos (o “caballos”) de limón clavo o limón real, los más comunes en São Paulo y el sur de Minas Gerais, el reemplazo de esa parte de las plantas parece detener el avance de los síntomas de la enfermedad en árboles ya contaminados, e incluso parece también evitar la propagación de la muerte súbita en frutales sanos. Puede no ser la solución para el problema, pero es, en la peor de las hipótesis, una manera de ganar tiempo y reducir la velocidad de progresión de la enfermedad, mientras no se encuentran soluciones más eficaces.
Pero sucede que el abandono de su principal portainjertos traerá aparejado un cambio sustancial para la citricultura. Esta medida, al mismo tiempo paliativa y preventiva, tendrá serias implicaciones, desde el punto de vista de la productividad. “El limón clavo aporta actualmente la cuota de competitividad a nuestra citricultura, puesto que este tipo de caballo, más rústico, no necesita irrigación, ni siquiera en áreas de clima más seco”, evalúa Machado. “Para escaparle a la muerte súbita, vamos a tener que cambiar los portainjertos de aproximadamente 160 millones de árboles (alrededor del 85% de los naranjales de São Paulo y Minas Gerais están dispuestos encima de caballos de limón clavo), y en muchos casos, deberemos iniciar el cultivo irrigado”, estima Ademerval Garcia da Abecitrus.
Pero, ¿qué tiene que ver la adopción de portainjertos más tolerantes a la muerte súbita con el empleo del riego en los naranjales? La cuestión es que, de los cuatro caballos que hasta ahora se han mostrado tolerantes al agente causante de la muerte súbita de los cítricos, sea cual sea ese agente, tres -la mandarina cleopatra, la mandarina sunki y el citrumelo swingle- necesitan una dosis de agua extra, al margen de la que suministra la lluvia, para que el naranjo se mantenga en condiciones productivas. Solamente el limón volkameriano -otro candidato a tomar el relevo de los portainjertos de limón clavo- no requiere irrigación. Sucede que esta variedad de caballo es incompatible con la naranja pera, una de las más importantes variedades de cítricos cultivada en la región.
“Para abandonar los caballos de limón clavo y migrar hacia otros portainjertos, la citricultura deberá ser irrigada o mudarse hacia zonas de clima más lluvioso”, afirma Juliano Ayres, gerente científico del Fundecitrus. Este razonamiento es especialmente válido para el sur de Minas y el extremo norte de São Paulo, áreas de gran estrés hídrico, dentro de un ecosistema típico de cerrado (sabana), en donde la citricultura solamente logró llegar merced al vigor del caballo de limón clavo. Coincidentemente (o no), fue precisamente en esa región en donde surgió la MSC.
La productividad de los frutales irrigados puede ser dos o tres veces mayor que en las áreas que carecen de ese recurso. En compensación, el costo de implantación y mantenimiento de estos sistemas artificiales requiere de una mayor planificación e inversiones más abultadas. Entre los grandes países productores de cítricos en el mundo, como Estados Unidos y España, Brasil es despunta como el único que no necesita recurrir masivamente a la irrigación. Por tal motivo, a menos que salga rápidamente de los laboratorios de investigación una cura o una forma de control para el avance de la MSC, que haga dejar de lado el cambio masivo de los portainjertos de los naranjos, la citricultura paulista (y la brasileña en general) deberá ser rediseñada rápidamente. Lo ideal sería que esa reforma se efectuase sin afectar la productividad del sector, un objetivo difícil de alcanzar. “Vamos a tener que cambiar el neumático con el coche en movimiento”, compara Garcia.
Un desafío para la ciencia
Afortunadamente, el cultivo de cítricos es uno de los segmentos más dinámicos de la agricultura brasileña, con una larga historia. Ha sabido sortear, o al menos convivir con enfermedades desafiantes, y cuenta con un importante historial de integración e inversiones en el área de investigación. Desde hace años, el chancro cítrico y la Clorosis Variegada de los Cítricos (CVC), dos enfermedades de gran impacto económico para los productores de naranjas, son objeto de varios trabajos, algunos de éstos de punta a nivel mundial, elaborados institutos de investigación, en las universidades y en el Fundecitrus.
El famoso secuenciamiento del genoma de la bacteria Xylella fastidiosa, el agente etiológico de la CVC, fue llevado a cabo por la Onsa, una red virtual de laboratorios genómicos creada y mantenida por la FAPESP, por ejemplo. Debido a que fue el primer secuenciamiento integral del genoma de un patógeno que ataca a las plantas, el trabajo con la Xylella valió la portada de Nature -la más importante revista científica del mundo- del 13 de julio del año 2000. El buen trabajo realizado por los investigadores paulistas con la bacteria causante de la CVC hizo que el United States Department of Agriculture (USDA), el equivalente en Estados Unidos al Ministerio de Agricultura, solicitase durante ese mismo año el secuenciamiento del genoma de la variedad deX. fastidiosa que atacaa las vides de California, el principal estado productor de vinos en dicho país.
El desciframiento del ADN de la Xylella de la uva acaba de ser publicado en una revista científica internacional. Al ser una enfermedad totalmente nueva, sin registro en ninguna otra parte del mundo, a no ser el sur de Minas Gerais y el extremo norte de São Paulo, la muerte súbita es, por ahora, un desafío específico de los productores nacionales -y de los centros de investigación instalados en el país, que empezaron a estudiarla hace menos de dos años. Científicos de España, Francia y Estados Unidos colaboran con algunas líneas de estudio sobre la MSC, pero, al margen de todo patriotismo, la mayor parte de las investigaciones continuará haciéndose en suelo brasileño.
De una manera general, el esfuerzo de los investigadores tiene por objeto ampliar el conocimiento básico sobre este enemigo oculto, que pone en riesgo el vigor de los naranjales -siempre con la perspectiva de suministrar algún elemento que pueda ser útil en el control de la enfermedad. La primera pregunta a la que se le busca respuesta es: ¿qué es lo que causa la muerte súbita de los cítricos? “Ya han sido descartados hongos, bacterias, nematodos, viroides (diminutos patógenos desprovistos de genes) y fitoplasmas”, afirma Machado. “Quedaron los virus”. Para ser más precisos: restó la hipótesis de que el agente etiológico de esta especie de infarto en los naranjales es una mutación (o una nueva introducción) del virus de la tristeza de los cítricos.
Tal supuesto tiene sentido, pese a ser de difícil comprobación. Durante la década del 40, la tristeza acabó con nueve de los once millones de naranjos que existían en el estado de São Paulo. La enfermedad solamente no abatió por completo a la por entonces modesta citricultura paulista, cuyo tamaño era 20 veces menor que el actual, porque se vio que un tipo de portainjerto era bastante resistente a la acción de su patógeno: el caballo de limón clavo. En aquella época, las plantaciones de cítricos se asentaban sobre portainjertos de la llamada naranja agria o amarga (Citrus aurantium).
El descubrimiento de que el caballo de limón clavo -rústico, productivo y adaptado a climas secos- era resistente a la tristeza acabó siendo la salvación de los pomares. Pero, a lo que todo indica, aquello que en el pasado sirvió de apoyo para que la citricultura sorteara el obstáculo de la tristeza y creciera de manera notable, hoy en día se ha convertido en su talón de Aquiles, debido a la MSC. La nueva enfermedad ataca únicamente a los naranjos cuyos portainjertos son de limón clavo, los más utilizados.
Existe también otro factor de complicación en la lucha contra el nuevo enemigo oculto de la citricultura. Esta enfermedad, cuyo desconocido agente etiológico parece permanecer incubado durante al menos dos años en las plantas infectadas, solamente es descubierta en la actualidad cuando los naranjos empiezan a mostrar los síntomas de la muerte súbita. En otras palabras: el diagnóstico de la enfermedad es siempre tardío, lo que disminuye las posibilidades de combatirla. No obstante, esta limitación puede estar con los días contados.
Alellyx, una empresa nacional de biotecnología creada en marzo de 2002, espera lanzar en un año como máximo un test de ADN capaz de efectuar el diagnóstico precoz de la enfermedad. Investigadores de esta joven compañía privada -ligada al grupo Votorantim, que también controla a Citrovita, una empresa de jugo de naranja concentrado- secuenciaron el genoma de centenas de cepas del virus de la tristeza extraídas de árboles sanos, que no presentan los síntomas de la muerte súbita, y también de plantas enfermas; y creen haber identificado a la mutación que sería la causante de la nueva enfermedad.
“Estamos patentando esas secuencias”, afirma Fernando Reinach, presidente interino de Alellyx, que invierte alrededor de 3 millones de reales en el estudio de la muerte súbita. Se inocularon árboles sanos con la mutación del virus de la tristeza, presunto agente patológico de la enfermedad, pero aún es prematuro sugerir que estas plantas van a desarrollar los síntomas de la afección. Otro objetivo de Alellyx es crear una vacuna o un tratamiento que prevenga o cure el nuevo mal de los cítricos.
Un virus mutante
Con su equipo apostado en el laboratorio de biotecnología del Centro de Cítricos Sylvio Moreira, Machado coordina otro grupo de científicos, que también procura aislar al patógeno que ocasiona la muerte súbita. Entre diferentes hipótesis, el investigador trabaja con la posibilidad de que la muerte súbita sea desencadenada por una forma alterada del virus de la tristeza. “Pero el hecho de hallar mutaciones de ese virus en plantas con muerte súbita no quiere decir necesariamente que ese patógeno sea el causante del mal”, explica el investigador. Esto es porque todos los naranjos, incluso los sanos, presentan una “sopa” de virus mutados de la tristeza, que se ha vuelto endémica en el país.
Esta “sopa”, que puede ser el refugio de entre tres y cinco diferentes razas de virus, no causa la tristeza en los cítricos de los días actuales únicamente porque los portainjertos de estas plantas son más tolerantes a la acción de ese patógeno. Pero algunas variedades de cítricos, como la naranja pera, son aún hoy susceptibles al virus de la tristeza. Por eso, en dicha variedad se aplica una vacuna contra la enfermedad. Por lo tanto, el hecho encontrar mutaciones del virus de la tristeza en naranjales es común y es de esperar. “Lo difícil es saber cuál de esas mutaciones desencadena la muerte súbita”, pondera Machado.
Un consejo a los productores
Mientras los investigadores intentan descubrir al agente causante de la MSC, e idear estrategias duraderas y eficaces en el combate contra la enfermedad, el Fundecitrus recomienda, en lo inmediato, que los productores que tengan árboles afectados con el nuevo mal recurran a la subinjertía. Es decir, que coloquen caballos sabidamente tolerantes a la muerte súbita, como el limón volkameriano y las mandarinas sunki y cleopatra, en los pomares afectados por la enfermedad.
Estos portainjertos extras funcionan como un puente quirúrgico o ‘by pass’. Cuando los vasos del caballo original están obstruidos, lo que inutiliza el dispositivo, los nuevos portainjertos asumen la función del tejido degenerado. “Si el subinjerto es realizado en forma rápida, parece que se pueden salvar árboles que padecen la muerte súbita”, dice Pedro Takao Yamamoto, del Fundecitrus. Este prometedor resultado -aún en fase preliminar-, se obtuvo con los primeros árboles sometidos al ‘by pass’.
Otra sugerencia, para los productores que deseen escaparle a la muerte súbita, consiste en no comprar plantines provenientes de áreas afectadas por la enfermedad. Y hablando de ello: a partir de este año, el estado de São Paulo ha prohibido el transporte y la comercialización de plantas de cítricos producidas a la intemperie, que son muy vulnerables a afecciones transmitidas por vectores aéreos. Ahora únicamente pueden venderse ejemplares certificados, producidosen viveros protegidos. Algunas de las más graves enfermedades de los cítricos, como la plaga amarilla o ‘amarelinho’, cuyo agente patológico -la bacteria X. fastidiosa– es transportado por una cigarrita, se propagan por medio de insectos. Ése sería también el caso de la muerte súbita. Se sospecha que los pulgones que transmiten el virus de la tristeza puedan también ser los vectores de la nueva enfermedad.
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