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CARTA DE LA EDITORA | 219

Satélites, semántica y educación

Los nanosatélites no son tan nano. Al fin y al cabo, miden unos 10 centímetros de lado, o bien, si su formato es cilíndrico, unos 10 centímetros de altura, cuando la escala nanométrica se refiere, de hecho, a medidas en el orden de las millonésimas de milímetro. Con todo, así haya sido por razones de marketing  o por otras insondables motivaciones de quien así los bautizó, la denominación de nanosatélites para esos pequeños, livianos y multifuncionales artefactos ‒cuyos inventores reconocidos son Bob Twiggs y Jordi Puig-Suari, docentes de las universidades Stanford y Politécnica de California, respectivamente‒ prendió. Y cualquier rebeldía contra esa falsificación semántica me parece ahora poco sensata. Hablemos entonces de los nanosatélites. En este caso, de los brasileños, que son el tema del reportaje de tapa de la presente edición de Pesquisa FAPESP.

Antes que nada, y desde un punto de vista que reconozco que es completamente parcial, debo decir que nada me sorprendió y me agradó tanto de este reportaje como la participación de 150 estudiantes de la enseñanza básica de una escuela de la ciudad de Ubatuba, São Paulo, en la construcción de uno de los nanosatélites que se están preparando en el país y que pronto estarán en el espacio. Por eso sugiero prestar especial atención a los tramos del texto en que esos niños intervienen graciosamente, por más que el satélite Tancredo-1 no sea el más importante de esos emprendimientos desde el punto de vista tecnológico. En términos educativos, ciertamente lo es.

Hay cuatro de estos nanosatélites del tipo cubesat cuyo lanzamiento está previsto para este año, 10 años después de que los científicos del Inpe, con la ayuda de la Agencia Espacial Brasileña, iniciaron el programa nacional para la construcción de satélites de pequeño porte, muy apreciados para objetivos de investigación científica. Sus finalidades, sostiene Dinorah Ereno, nuestra editora asistente de tecnología y autora del minucioso reportaje que comienza en la página 16, van desde la detección de impulsos electromagnéticos que preceden a los terremotos hasta ensayos de sistemas biológicos, tales como por ejemplo, la producción de proteínas bacterianas en el espacio, pasando por una variadísima gama de otras aplicaciones. Cabe decir enseguida, que en el plano internacional, los primeros lanzamientos de cubesats se realizaron hace 11 años. La actividad se ha desarrollado con velocidad creciente, y hasta ahora se han efectuado 130 lanzamientos, 65 de ellos durante el año pasado. Por lo tanto, si Brasil está poco o muy desfasado en este campo en el plano internacional, es una conclusión a la que los lectores podrán arribar con mayores datos que la sostengan ‒y así lo esperamos‒ al concluir la lectura del texto en cuestión.

También me gustaría destacar aquí dos reportajes de la sección de ciencia, ambos referidos a cuestiones de la compleja y siempre desafiante fisiología del organismo humano. El primero, elaborado por el editor especial Marcos Piveta, aborda estudios recientes producidos por dos grupos, uno liderado por una investigadora brasileña radicada en Londres y otro coordinado por un investigador de la Unicamp, que establecen conexiones importantes entre los procesos inflamatorios y la depresión. En particular, estos trabajos articulan inflamación, trastornos del sistema inmunológico y respuestas insatisfactorias al tratamiento con antidepresivos, al tiempo que apuntan hacia la posibilidad de hallar marcadores biológicos que respondan, de entrada, si determinado paciente reaccionará bien o no a una determinada clase de antidepresivo. El segundo artículo, elaborado por el reportero Rodrigo de Oliveira Andrade, aborda un estudio del grupo de la Unifesp liderado por Helena Nader que permitió diferenciar las estructuras de las heparinas con bajo y muy bajo peso molecular, echando al respecto de su efecto anticoagulante. Como ya se sabe, en el ámbito médico la heparina es la sustancia básica para el tratamiento de trombos, coágulos y cualquier otra eventualidad en que sea necesario evitar una coagulación indeseable de la sangre. Y aquí también, lo que se encuentra nuevamente en el horizonte práctico son las vías terapéuticas más eficientes para contrarrestar esos episodios.

El peso bioquímico de esta edición se completa con la estimulante entrevista al profesor Walter Colli, premiado en marzo por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Brasil (CNPq), por el conjunto de su obra, con relieve especial para las investigaciones con el Trypanosoma cruzi. Y para culminar, pues mi espacio ya se agota, recomiendo el reportaje que trata sobre el importante tema de las donaciones en las universidades brasileñas, elaborado por el editor asistente de política, Bruno de Pierro.

¡Buena lectura!

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