Ni siquiera el mar logró separarnos, y la comunidad de historiadores luso-brasileños tiene motivos de sobra para celebrar. Es lo que se concluye de la lectura de Brasil-Portugal: História, Agenda para o Milênio, organizado por el historiador José Jobson de Andrade Arruda, profesor de la USP, la Unicamp y la Universidad del Sagrado Corazón (USC), de Baurú. El libro, que cuenta también en la organización con el historiador portugués Luís Adão da Fonseca, es el resultado de una megarreunión de historiadores portugueses y brasileños: alrededor de 90 profesionales. “Pese a todos los esfuerzos de los últimos años, al distancia entre Portugal y Brasil continuaba siendo muy grande. Está el Proyecto Rescate, que busca documentos indispensables para la historia de Brasil en Portugal, pero estábamos preocupados con otro desdoblamiento: ¿qué hacer con esa documentación?”, explica Jobson Arruda. “Por eso, la idea es establecer una agenda en la que portugueses y brasileños conjuntamente, pensando en determinados temas, pudieran darnos esa directriz. Ésa es una actitud concreta, no retórica”, afirma. “Lo que nosotros esperamos es que esta experiencia se transforme en una semillero y que pueda multiplicarse”, completa el investigador.
Si bien la Agenda tiene un carácter programático, con la mira puesta en el futuro de la investigación, eso no significa, sin embargo, que ésta se resuma a una mera carta de intención. Existen asociaciones ya en curso, como por ejemplo el Proyecto Portugal-Brasil: poblaciones y migraciones – del que participan el Centro de Estudios de Demografía Histórica de América Latina (Cedhal), de la Universidad de São Paulo, y el Centro de Estudios de la Población, Economía y Sociedad (Cepese), de la Universidad de Porto -, así como balances vigorosos de la producción historiográfica existente a ambos lados del Atlántico, que van a permitir que se estrechen las asociaciones en busca de nuevos paradigmas a la luz de los renovados horizontes historiográficos, capaces de dar una mayor visibilidad a esa producción a una escala internacional.
Segundo Jobson, los desdoblamientos pueden incluir un diccionario biográfico luso-brasileño en CD-ROM, una revista luso-brasileña de historia, un boletín electrónico de la Agenda del Milenio que pueda albergar enlaces tales como seminarios, coloquios y cursos de posgrado en Brasil y en Portugal, así como un sitio que albergue un banco de tesis digitalizadas en un clic de mouse.
Y eso no es todo. Están planeados también newsgroups de historia del mundo luso-brasileño, un banco de datos de los procesados por la Inquisición, un conjunto de índices digitalizados de revistas, una base bibliográfica luso-brasileña organizada por temas, la adquisición, vía Internet, de un libro portugués de una libraría de Lisboa exento de aranceles de importación y, por si fuera poco, créditos de posgrado reconocidos en cualquier universidad portuguesa.
“Dada la calidad de los interlocutores y del proyecto, así como la propia sustentación que la Agenda del Milenio nos da, los proyectos tienen todas las posibilidades de fructificar”, asegura el profesor. “La Agenda del Milenio es un documento importante en sí mismo”, asegura.
El mapa del tesoro
El libro está organizado en torno a seis grandes bloques temáticos que congregan todo lo bueno que ya se ha producido tanto en la “vieja” historia como en la historia “nueva”, cada uno de ellos coordinado por un dúo de historiadores: uno brasileño y otro portugués. Son ellos, respectivamente: Cultura y Religiosidad, bajo coordinación de Laura de Mello e Souza y Francisco Bethencourt;Dinámicas Locales y Sistema Mundial: Amado Luiz Cervo y Joaquim Romero Magallães; : Carlos Roberto Antunes dos Santos y Antônio Marques de Almeida; Sociedad y Movimientos Sociales: Zilda Márcia Gricoli Iokoi y José Manuel Tengarrinha;Demografía, Familia y Migraciones: Eni de Mesquita Samara y Fernando de Souza e Historiografia y Memoria Social: Fernando Antônio Novais y Luís Reis Torgal.
Y las 635 páginas del libro no interesan tan solo a los estudiantes de posgrado, que allí ciertamente van a encontrar un verdadero “mapa del tesoro”, al sugerirles los “caminos del oro” de la investigación en historia. El carácter del libro es prospectivo y en eso reside su fuerza dinamizadora, puesto que traza rumbos, delinea proyectos, fomenta asociaciones, sugiere traducciones, anima polémicas, etc. Los bloques no existen como chalecos de fuerza. Existe entre eles una transversalidad. Al fin y al cabo, el rescatar la historia del mundo luso-brasileño gana consistencia en el encuentro con los valores del Occidente cristiano y su crisis, con el Renacimiento y la revolución científica y, más tarde, con el legado iluminista de la razón.
“Cuando decidimos realizar un balance de la producción historiográfica existente y su destino, percibimos que no era una mera cuestión de estudiar para el pasado, sino también de estudiar para el futuro, algo prospectivo: en otras palabras: en relación con lo que hicimos ¿Podríamos hacer más? ¿En qué aspectos podríamos ir más allá?”, evalúa el investigador. Uno de los caminos fue la transversalidad. Al fin de cuentas, no es posible hacer una Historia de las Religiosidades y de la Cultura que no contemple la esfera de la política y de la Sociedad, así como un estudio de los cristianos nuevos en Brasil o de la acción misional no puede prescindir de la Demografía Histórica, que a su vez necesita de la Historia Económica y que es por otro lado Social, y así sucesivamente.
Actualmente, somos más mundiales que nunca, y los centros hegemónicos imponen una cierta homogeneidad ante la que no todos encuentran formas para resistir. Las Dinámicas Locales, en su articulación con el Sistema Mundial, pueden esta sugiriendo un camino para entender aquello que brasileños, portugueses, angolanos, en fin, todos ellos tienen de singular como nacionalidades, al mismo tiempo en que se reconocen como parte de una comunidad universal, alende incluso del luso-brasilianismo.
Más allá de las especificidades de los grupos temáticos y de los problemas particulares de aquellos campos de investigación, existen cuestiones comunes que atraviesan a todos los grupos implicados. El mundo académico también vive un proceso de intenso intercambio global. De este modo, los grandes centros hegemónicos de investigación acaban dictando las reglas de ese gigantesco universo intelectual. Pero éste no es impermeable, existen grietas, y es necesario estar atento a las oportunidades que se abren.
La barrera del idioma debe ser transpuesta. “Nuestra lengua es minoritaria en términos de comunicación mundial. Si nuestros grupos que piensan historia y que piensan la historia de Brasil y de Portugal no traducen sus textos a las lenguas hegemónicas, no hay posibilidad de que se produzca una interacción con esos grupos, de allí la urgencia de traducir al inglés todo lo sea representativo de la producción luso-brasileña en historia”, avisa Jobson.
La necesidad no es menor con relación a la producción extranjera, que debe ser traducida al portugués. El efecto práctico de la Agenda del Milenio, a ese respecto, es fundamental, toda vez que para cada línea de investigación, los autores echan mano en obras que carecen de traducción inmediata y aquellas que todavía pueden esperar. Pero quienes creen que en el seno mismo del mundo luso-brasileño no existen muros se engañan. Los portugueses conocen muy poco de lo que se produce en materia de historia en Brasil, y lo propio ocurre con los brasileños con relación a los portugueses.
Efectos
Otro de los efectos de la Agenda del Milenio es político. A tal fin, llegó a Brasil para el lanzamiento del libro el vicepresidente de Portugal, António de Almeida Santos, que es también presidente de la Asamblea de la República. Según el profesor Jobson, Almeida Santos tiene 16 libros publicados en Portugal, acabó de publicar un libro en Brasil que se llama Do outro lado da Esperança y asumió un compromiso claro de luchar por la implementación de una nueva política, capaz de rever esa legislación. “Pero para que eso suceda, se necesita tener instrumentos. Y para que éstos lleguen a las manos de brasileños y portugueses, es necesario que ellos puedan estar aquí y allá. Sin embargo, esa política que los portugueses tienen con relación a los libros impide absolutamente que eso acontezca”, completa Jobson.
Como se ve, la comunidad de historiadores es bastante consciente acerca de que las tareas que le aguardan no son fáciles, pero no por ello se acomoda en el subterfugio de la tan propalada “crisis de los paradigmas”. “No habrá un retorno a la manera que las cosas eran. Pero habrá un retomar de la historia-síntesis, que enlace las notables contribuciones de la ‘vieja’ y la ‘nueva’ historia. Porque éstas podrán complementarse, pues no son necesariamente excluyentes, no son enemigas mortales, de tal modo que una tenga que enterrar a la otra para poder justificar su existencia”, dice Jobson.
Realizaciones a largo plazo…
Revista luso-brasileña de historia
Proyecto Brasil-Portugal: poblaciones y migraciones
Diccionario biográfico luso-brasileño
Banco de datos de los procesados por la Inquisición
Continuidad del Proyecto Rescate
Revisión de la legislación sobre importación de libros portugueses
Banco de tesis digitalizadas
… y a corto plazo
Boletín Agenda del Milenio
Formación de newsgroups
Seminarios y coloquios sobre el mundo luso-brasileño
Bibliografía luso-brasileña organizada por temas
Revisión de la Guía Brasileña de fuentes para la historia de África y de la esclavitud
Digitalización de los índices de las principales revistas y periódicos