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Ciencia política

Separados de nacimiento

Pese al deseo de algunos, el destino del PT y el PSDB parece ser seguir distintos caminos

En “Cimos”, un cuento de Primeiras estórias, de Guimarães Rosa, se lee sobre el sufrimiento del Menino, entristecido por la enfermedad de la madre. Una cierta mañana, éste ve en el jardín un tucán que regresa así todos los días. Esa belleza emplumada, cree el pibe, le pasaba a fluidos positivos para la madre, que un cierto día mejora. El Menino cree de corazón que el milagro se consumará por su amistad con el pájaro. ¿Una hermosa ilusión? “En la literatura especializada hay dos certezas sobre el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB): su creación, en 1988, se habría concretado por motivos ideológicos, una insatisfacción de algunos parlamentarios con la alianza que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, el partido en el que estaban) cultivaba con la derecha. La otra es que la alianza que el PSDB selló con el Partido del Frente Liberal (PFL) a partir de la elección de 1994 fue pragmática, lo que habría desdibujado su orientación ideológica”, explica Celso Roma, cientista político de la USP y uno de los pocos que estudian las estructuras cuyos afiliados se conocen con el mote de tucanos [tucanes].

“A decir verdad, el surgimiento del PSDB como una escisión del PMDB tuvo más que ver con objetivos pragmáticos y electorales que con cuestiones ideológicas. En cuanto a su evolución, en cambio, la alianza con el PFL puede explicarse más por motivos ideológicos que pragmáticos”, afirma. En unas elecciones en las que por tercera vez consecutiva habrá una polarización entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el PSDB, y cuando muchos cuestionan algunas decisiones de los tucanos, es importante entender cómo funciona la dinámica interna del PSDB pues, tal como asevera Roma, “mucho de su evolución y su funcionamiento puede entenderse con base en el análisis de su origen y estructura organizacional”. Y si los expertos muchas veces se engañan en sus análisis sobre el partido, ¿qué se podrá decir de los electores? “Tenderían a hacer uso de los partidos como atajo para reducir el costo de la decisión electoral, en especial en contextos multipartidarios como el brasileño”, observa la cientista política de la Universidad de São Paulo (USP) Maria D’Alva Kinzo, coordinadora del Proyecto Temático Partidos y representación política: el impacto de los partidos en la estructuración de la decisión electoral en Brasil, financiado por la FAPESP, que analiza de qué manera los partidos se organizan para buscar apoyo en las urnas y cómo esto se constituye en orientación a la hora de decidir el voto.

No obstante, los electores brasileños tienen dificultades para identificar a los partidos como actores políticos distintos. “En una situación de intensa fragmentación y falta de nitidez del sistema partidario, producto de la práctica de todo tipo de alianzas electorales, es difícil para el elector fijar la imagen de los partidos, distinguir a sus líderes y sus propuestas y establecer una lealtad partidaria”, asevera. La investigadora revela que partidos como el PFL y el PSDB, que estuvieron en el gobierno federal durante un largo período, han venido presentando tasas insignificantes de lealtad partidaria, lo contrario por ejemplo del PT que, junto con el PMDB (éste en menor proporción), logró fijar su imagen y crear lazos con una fracción significativa del electorado. “Fue sorprendente la pequeña proporción de entrevistados que sabían a qué partido pertenecía el entonces presidente de la República Fernando Henrique Cardoso: tan sólo un 29% respondió correctamente.”

“El contraste entre el PT y el PSDB viene signado desde sus orígenes. Por eso llama la atención que, pese a que el sistema partidario actual reúne decenas de siglas y tan sólo dos de ellas surgen como protagonistas de esta contienda. Para lograr tal hazaña, estos partidos recorrieron caminos muy distintos”, asevera Roma. El PSDB surgió en 1988, producto de una escisión colectiva de legisladores del PMDB que se autodenominaban el ala más progresista y de izquierda del partido. “Aunque se intitulaba socialdemócrata, al contrario de los partidos socialdemócratas clásicos europeos, que se originaron articulados a las masas trabajadoras y a los sindicatos, el PSDB tuvo un origen exclusivamente parlamentario, incluyendo en su composición a políticos influyentes del escenario nacional”, recuerdo.

Para el cientista político, existe una valoración excesiva del aspecto ideológico como variable explicativa de la fundación del partido tucano, en particular aquélla que muestra que su surgimiento fue producto de la discordancia de sus líderes con relación a alianzas con los partidos de derecha (como la candidatura de João Leiva a la intendencia de São Paulo, dentro del PMDB, que postulaba una alianza con políticos conservadores del PFL y con Jânio Quadros) o el rechazo a la prorrogación del mandato presidencial (léase el disenso del grupo con el PMDB durante la Asamblea Constituyente de 1988 que discutía la duración del mandato de José Sarney). “Pero, seis años después de su fundación, el PSDB construyó una alianza de centroderecha para llegar al poder federal y dos años más tarde duplicó la duración del mandato presidencial. Por tal motivo, las explicaciones ideológicas son inconsistentes, visto y considerando que el propio PSDB implementó estrategias de acción que repudiaba poco tiempo después de su nacimiento”, explica el investigador.

Sarney – Para Roma, lo que imperó fue efectivamente el pragmatismo: el gobierno de Sarney había concedido poquísimo espacio político a los futuros tucanos, que fueron excluidos del proceso sucesorio de la Presidencia de la República. Se abría así un mercado de electores de centro que estaban descontentos con el rumbo que tomara el gobierno. Como recuerda el sociólogo de la USP Brasílio Sallum Jr., la Nueva República terminó por convertirse en un sistema inestable de dominación política, donde no se articulaban bien la dimensión institucional, la esfera sociopolítica y las condiciones económicas. En procura de renovar la estrategia desarrollista, el gobierno Sarney afrontó condiciones externas adversas que drenaban el capital en vez de traerlo a Brasil. “Las dificultades para estabilizar una nueva forma de Estado estimularon el crecimiento en el seno de la elite brasileña de un nuevo proyecto político. Al sentirse insegura con las iniciativas reformistas de la Nueva República, en particular las políticas heterodoxas de estabilización monetaria, las ideas económicas liberales empezaron a volverse relevantes para ella”, analiza Sallum Jr. Según éste, aunque el liberalismo económico solamente se volvió políticamente hegemónico en los años1990, tal hegemonía empezó a construirse socialmente durante la segunda mitad de la década de 1980 y rápidamente llego al elector medio. Es que había demanda.

Escisión – “De esta manera, el origen del PSDB puede explicarse debido a su orientación más pragmática y electoral. Se trató de la escisión de un grupo de diputados nacionales y senadores que creían solamente tener la posibilidad de conquistar cargos en el gobierno federal, principalmente la Presidencia, aprovechándose del capital político acumulado por el PMDB, pero por medio de otro partido”, evalúa Roma. Para el cientista político, la orientación programática liberal estaba establecida desde el origen del partido y no se sostendría el discurso apologético del “viraje a la derecha”, abandonando el proyecto socialdemócrata, como un costo que el partido habría tenido que pagar para llegar al gobierno por medio de la alianza con el PFL. En su manifiesto de 1988, existía la intención declarada de romper con el carácter nacionalista y estatizante del Estado brasileño y la negativa del recién nacido partido de llevar adelante las negociaciones de los trabajadores rurales y urbanos, como así también de intervenir en sus reivindicaciones, que deberían ser libres entre patrones y empleados. Con relación a los problemas sociales, la suposición era que éstos se resolverían como producto de la estabilidad monetaria, la austeridad fiscal, la descentralización de la administración pública y el crecimiento sostenible como panacea.

“La construcción de la identidad programática del PSDB revela un dilema ideológico entre el decirse socialdemócrata, por una parte, y presentar un programa de gobierno orientado por tesis liberales, por otra. El discurso socialdemócrata, sin embargo, fue fundamental en el proceso de movilización de afiliados y militantes, lo que le confirió un costado de izquierda en su origen. La tónica liberal de su programa de gobierno, por otra parte, predominó como concepción ideológica de sus miembros dirigentes con cargos electivos”, dice Roma. Lo propio, afirma, valió para la estrategia de alianzas delineada por el PSDB que, en 1994, se alió con los partidos de derecha y ascendió al poder, traduciendo esta concepción en política concreta. “Tanto más cuando el ministro Sérgio Motta, en quien es difícil distinguir el costado serio del de bufón, anunció que el proyecto político del PSDB consiste en permanecer 20 años en el poder”, afirmó cierta vez el fallecido economista Roberto Campos. Para Sallum Jr., el momento ofrecía la fortuna, la situación de la Nueva República, bien aprovechada por la virtú de los líderes políticos. “La referencia a la fortuna y la virtú permite retomar cum grano salis la idea de -momento maquiaveliano-, de John Poccok, quien pone de relieve el rol de los lideres en la manipulación creativa de las oportunidades legadas por la fortuna para hacer prevalecer los intereses de la comunidad política amenazada por la confrontación con intereses particularistas, reconstruyendo así el Estado.”

Unión – De este modo, como evalúa Roma, la unión con el PFL no representó una ruptura en su programa original ni un desdibujarse de su esencia ideológica. “A decir verdad, es posible incluso notar lo contrario, es decir, el cambio de postura del PFL en el gobierno de Cardoso con relación a las funciones del Estado”. Era imposible ya de entrada cualquier alianza con la izquierda, del PT o el Partido Democrático Laborista (PDT). “La coalición del PSDB con los partidos de derecha se rigió más bien por criterios de afinidades programáticas que criterios pragmáticos. Prevaleció la visión de los líderes nacionales del PSDB en la adopción de esa estrategia electoral y gubernamental”, explica. Para ello, fue fundamental el modelo de organización interna adoptado, que le permitió a un pequeño grupo decidir el rumbo que tomaría el partido, pese a la existencia de disidencias en su seno.

“En el caso del PSDB, debido a su origen y a las estrategias adoptadas a lo largo de su evolución histórica, se formó una estructura organizativa proclive a acciones autónomas de sus líderes”. La primera es la ausencia de instancias internas de coto efectivo a la acción de la militancia. Según Roma, el partido le brinda poca atención a la estructura interna y concentra el proceso decisorio en manos de los líderes: los afiliados tienen escaso o ningún poder de decisión. El investigador recuerda que los partidos, en general, se organizan para llegar al poder. Los tucanos, en cambio, llegaron al poder y aún están procurando organizarse. Para él, el PSDB se acostumbró a este proceso poco democrático internamente, a tener decisiones unánimes, a no tener vida interna en el partido, como si fuera siempre posible lograr la unanimidad en todo. De allí, acota, el cimbronazo causado por la dicotomía Serra-Alckmim. “No logran concretar un proceso decisorio, donde las primarias se realicen normalmente de un modo tal que las disputas se resuelvan”. Roma asevera que el PSDB es un partido con una visión eminentemente consensual de la política, que aborrece el conflicto de cualquier origen, siendo siempre a favor de posiciones políticas que tengan base técnica, lo cual, reconoce el investigador, es muy difícil que suceda en la práctica. Siempre procurando dividir el costo del gobierno, consciente de la fragilidad de su estructura partidaria, adoptada en su fundación, el partido concentra la toma de decisiones en una cúpula.

Así, aun cuando estatuto tucano prevea la división de poderes entre los escalones del partido; participación democrática de sus afiliados con poder de veto; castigo a los parlamentarios indisciplinados y núcleos de base municipal que deberían hacer factibles los vínculos entre el partido y la sociedad y los movimientos sociales, “la organización interna efectiva es radicalmente distinta a lo previsto en este estatuto y, en el plano empírico, no es posible observar ninguno de los puntos mencionados”, acota el investigador. “Consecuentemente, el ingreso de afiliados en el PSDB se asocia bastante a la obtención de ventajas generadas por pertenecer a un partido que conquistó la Presidencia de la República y las gobernaciones de los principales estados del país”, pondera Roma. Esto puede incluso verificarse en el desarrollo histórico de la actuación del partido en el Congreso.

El cientista político delimita dos momentos claros y antagónicos. El primero, que empieza con su fundación y culmina en el juicio político a Collor, se caracteriza por el distanciamiento del gobierno federal. “Durante los gobiernos de Sarney y de Collor, el PSDB no apoyó al Ejecutivo en el Congreso Nacional. Los diputados nacionales peesedebistas votaron más cerca de los partidos de izquierda, entre ellos el PT”. En el segundo momento, con la participación en el gobierno de Itamar Franco y que siguió en el mandato de Cardoso, se nota el ascenso de los tucanos a cargos de poder y un viraje en sus posturas parlamentarias. “El partido alteró su posición en el Congreso Nacional de oposición a oficialismo. En otras palabras, el proceso de parlamentarización del partido comenzó en la primera fase de la gestión de Itamar Franco, en la cual el partido aprobó el 87,2% de las peticiones del líder oficialista y nominó a seis partidarios para ocupar carteras ministeriales.”

Para Roma, el pragmatismo que está en la raíz del PSDB redundó en una estructura organizacional con poca democracia interna y una concentración de poder en manos de un cardenalato, cuyo poder absoluto permitió que el partido pudiera pasarle por arriba a los obstáculos internos, aun cuando los rumbos seguidos iban al choque contra su pregonado espectro ideológico. “Esto significó la adopción de una estrategia que combinara los objetivos de llegar al poder político y la implementación de su programa de gobierno. De esta forma, su estrategia de alianzas, delineada a partir de 1994 desde la cumbre de su dirección, representó un alto grado de racionalidad de sus líderes nacionales’. Paradójicamente, concluye el investigador, esta débil organización partidaria favoreció la toma racional de decisiones, generando una mayor eficiencia electoral y mejor capacidad gubernamental. “Al mantener tibios vínculos con la sociedad civil, demostrados por el origen exclusivamente parlamentario y por la falta de articulación y organización de los intereses de las asociaciones representativas, sus líderes pueden actuar en la arena gubernamental y en la competencia electoral con mayor autonomía decisoria”. Delira quien imagina una alianza entre el PSDB y el PT.

“La organización petista surgió fuera del juego electoral y parlamentario, a partir de la articulación de intereses de sectores organizados de la sociedad civil, sobre todo sindicalistas, parte de la Iglesia Católica, intelectuales y legisladores de izquierda, mientras que el PSDB fue creado dentro del Congreso Nacional para disputar las elecciones presidenciales de 1989”, dice el cientista político. A su vez, el PT optó por una organización interna que instituyó reglas internas que incentivan la participación y la disciplina de sus afiliados, ya que se les abre a éstos la chance de participar en el proceso de toma de decisión partidaria, a contramano del PSDB, que prefirió una estructura más descentralizada y con líderes dotados de gran autonomía de decisión, una elección destinada a evitar el supuesto -yeso burocrático- partidario. Así, los tucanos no enfrentan resistencias intestinas, como los líderes petistas, a la hora de nominar candidatos o sellar frentes o alianzas.

Disputa – En términos programáticos, sostiene Roma, ambos entablan una  disputa ríspida, pero que actualmente ha sufrido alteraciones sutiles. El PSDB se orienta a la ruptura del modelo nacionalista-desarrollista, adoptado en Brasil por Vargas a partir de 1930, y prefiere apartarse de conflictos entre el capital y el trabajo, como así también adoptar políticas sociales más universalistas, basadas en resultados indirectos de políticas monetarias. En tanto, el PT es más intervencionista, y cree que la solución de los problemas sociales estaría en el desarrollo sostenido, y no, como lo tucanos creen, en la desregulación de la economía, la reforma del Estado y la apertura de la economía al mercado internacional. Pero los opuestos terminaron encontrándose en un punto: la doctrina petista incluye ahora en su programa el compromiso con la estabilidad de la moneda y con el superávit primario, una señal indicativa de moderación de las antiguas posturas extremistas del partido. “Cualquiera sea el resultado, la democracia avanza en calidad cuando sus elecciones hacen pie en partidos comprometidos con programas distintos, de modo tal que las preferencias de la mayor parte del electorado estén representadas en el gobierno. Sólo así los electores podrán establecer vínculos más fuertes y de largo plazo con los partidos”, dice Roma, quien pone de relieve los resultados de la investigación de Maria Kinzo. “La coherencia entre la retórica y la práctica es fundamental para que los electores consoliden sus lealtades partidarias. El PT y el PSDB parecen estar a la vanguardia de ese movimiento”, evalúa el investigador.

Es más: ambos serían los partidos brasileños dotados de aquello que el científico político Jairo Nicolau, del Instituto Universitario de Investigaciones de Río de Janeiro (Iuperj, sigla en portugués), llama “vocación presidencial”. ‘Esta vocación se desarrolló en cuatro disputas presidenciales y forzó a ambos partidos a formular propuestas para el país, a crear redes más orgánicas con el mundo intelectual y a crear procesos de decisión a nivel nacional”, afirma. “Por otra parte, el PMDB y el PFL, dos partidos con fuerza en las elecciones municipales y en el Congreso, al rehusarse a disputar efectivamente la Presidencia, terminaron operando cada vez más como confederaciones de líderes estaduales (y en cada estado, como confederaciones de líderes locales)”. ¿Fue la imaginación del Niño o la fuerza del ave emplumada quien salvó a la madre enferma? Cabe a los electores dilucidar ese dilema roseano en las urnas, en octubre.

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