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Tecnociencia

Sexos diferentes, medicamentos diferentes

No es un discurso feminista. Se están acumulando evidencias de que los medicamentos deberían ser diferentes para varones y mujeres: la mayoría corresponde a medicinas probadas en hombres, que pueden no tener la misma eficacia en las mujeres (BBC News). Según Anita Holdcroft, investigadora del Imperial College, de Londres, no solamente es que los cerebros de los hombres y las mujeres son diferentes, sino que el propio cerebro de las mujeres se modifica a lo largo de la vida, en respuesta a la fluctuación del nivel de hormonas, que puede interferir en el desarrollo de las enfermedades e incluso en el funcionamiento de los medicamentos. Durante el embarazo, por ejemplo, el cerebro de las mujeres se achica, pero vuelve a la normalidad después del parto. Dick Swaab, del Instituto Holandés de Investigación del cerebro, con sede en Ámsterdam, esgrime la idea de que las enfermedades deben verse como masculinas y femeninas, en razón del sexo del cerebro –definido durante la gestación según los niveles hormonales, entre otros factores. Niveles más altos de testosterona determinan el cerebro del hombre, y de estrógeno, el cerebro de la mujer. El sexo del cerebro hace que varones y mujeres sean más propensos a enfermedades distintas: las mujeres presentan más depresión y esclerosis múltiple que los hombres que, a su vez, tienen más mal de Parkinson. Swaab demostró que existen receptores para las hormonas sexuales en las células que forman el eje del estrés: en las mujeres hay más receptores de estrógeno, y en los varones, más receptores de hormonas sexuales masculinas (en las mujeres el estrógeno protege a las neuronas, que de otra manera se degenerarían). En laboratorio, ratas sin ovarios exhibieron una condición similar al Parkinson de los machos. Si recibieran estrógeno, readquirían la protección contra la enfermedad. En ratones castrados, que perdían así su fuente de testosterona, la degeneración de las neuronas se veía reducida. Sin embargo, cuando recibían estrógeno, el daño era mayor. La administración de estrógenos en ambos sexos parece llevar a efectos opuestos, concluyó Glenda Gillies, la investigadora do Imperial College responsable de este estudio.

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