Imprimir Republish

PERFIL

Tiempo de cosecha

Una investigadora paulistana integra el ranking internacional de los científicos más importantes del área de fitotecnia y agricultura

Hungria sostiene muestras de bacterias en el laboratorio de biotecnología del suelo de Embrapa Soja, en Londrina (estado de Paraná)

Archivo personal

La agrónoma Mariangela Hungria comenzó a trabajar con la soja a principios de la década de 1990, cuando se empezaban a realizar estudios con miras a una mejora de su cultivo. Investigadora de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) desde hace 40 años, en 2021 ingresó al ranking de los 100 científicos más importantes del área dr fitotecnia y agronomía, elaborado por la plataforma Research.com, que recopila datos internacionales sobre las contribuciones científicas en diversas áreas del conocimiento. Es la primera científica de Sudamérica que forma parte del listado.

“Si bien es una gran satisfacción formar parte de esta clasificación, cabe destacar la escasa presencia de investigadores brasileños, especialmente si consideramos la importancia del país en materia de producción agrícola”, dice Hungria, experta en biotecnología del suelo, una disciplina que apunta a mejorar la absorción de nutrientes por las plantas, tornándolas más resistentes al cambio climático, a las plagas y enfermedades. “Nuestros hallazgos al respecto de la fijación biológica del nitrógeno han sido reconocidos a nivel internacional, especialmente en lo que se refiere a la producción de soja”, explica. Entre los más de 2.000 científicos citados por la plataforma, tan solo 36 son de Brasil. “Lo acotado de esta cifra sugiere que es necesaria una mayor inversión en investigaciones científicas en este sector”, añade.

Nativa de la ciudad de São Paulo, durante la enseñanza media Hungria decidió que seguiría la carrera de agronomía. “Me gustaba mucho la naturaleza y las plantaciones, además de otros temas relacionados con las ciencias biológicas, más concretamente con la microbiología”, relata la investigadora, quien dejó asombrados a sus profesores cuando dijo que quería ser agrónoma. “En aquella época, al menos en la capital paulista, la agricultura era un área sin demasiada proyección e incluso desvalorizada, además de ser predominantemente masculina. Acabaron llamando a mi madre a la escuela para conversar acerca de mi elección”, recuerda.

Segura de su decisión, en 1976 inició la carrera en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), en la localidad de Piracicaba. En sus estudios de maestría, también desarrollados en la Esalq y concluidos en 1981 con una beca de la FAPESP, Hungria investigó la eficiencia de la fijación biológica del nitrógeno en el cultivo del frijol, un tema que también estudió en su doctorado, concluido en 1985 en la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ). “La fijación del nitrógeno es un proceso biológico mediado por bacterias capaces de capturar este elemento químico del aire, un método que prescinde del uso de fertilizantes nitrogenados, cuya producción es altamente perjudicial para el medio ambiente”, explica. En 1982 comenzó a trabajar como investigadora en Embrapa Agrobiología, en la ciudad de Seropédica, en el estado de Río de Janeiro, donde llevó a cabo estudios sobre el cultivo del frijol.

En 1991, tras concluir su investigación posdoctoral en la Universidad de California, en Davis (EE. UU.), Hungria se mudó a Londrina, en el estado de Paraná, y comenzó desarrollar estudios sobre la soja. “Cuando me decidí a venir aquí a trabajar con la soja, me advirtieron que era poco lo que podría hacer con ella porque no había problemas que afectaran su cultivo”, recuerda. La advertencia le fue hecha por Johanna Döbereiner (1924-2000), investigadora pionera en biología del suelo, con quien Hungria había hecho un curso de perfeccionamiento en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), años antes. “Döbereiner fue una mentora maravillosa y la invitación a trabajar en Embrapa había partido de ella”, rememora. “Pero contrariamente a lo que ella me dijo, noté que había mucho por hacer, tan es así que los diversos estudios que hemos realizado desde entonces han posibilitado un gran salto en la productividad del cultivo de soja en el país”, concluye.

Republicar