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Carta de la editora | 138

Tránsitos: ciencia, arte y vida

A mediados de julio, mientras yo miraba las hermosas y tristes imágenes de niños que nuestro fotógrafo Miguel Boyayan captó para el artículo estampado en la portada de esta edición – elaborada por la editora asistente de ciencia, Maria Guimarães –, me vinieron a la memoria, medio desordenados, algunos versos: “… un vientre sin embargo baldío/ que envuelve sólo el vacío…/ de cóncavo se hará convexo…”. Son del poema Alto do Trapuá, de João Cabral de Melo Neto, y me impresionaron de forma indeleble cuando yo estaba en algún punto de la vida entre los 14 y los 17 años, tiempo en que tuve una fantástica profesora de portugués llamada Zuleica Barreto. A decir verdad, tuve la suerte de tener grandes profesoras de portugués en el Colégio de Aplicação de la Universidad Federal de Bahía (UFBA) en el transcurso de los siete años del curso secundario, en la época compuesto por la secundaria y el bachillerato. Más que todas, sin embargo, me marcó Zuleica, con su vasto saber sobre cada texto que estudiábamos, atravesado por una fantástica mirada irónica, y su capacidad de compartirla y de accionar en los adolescentes incandescentes pasiones literarias – aún hoy me siento profunda e irremediablemente íntima de aquel Paulo Honório que estudiamos calurosamente en el ambiente seco y áspero de São Bernardo. Era el  Paulo Honório creado por Graciliano Ramos sí, pero creo que algo transfigurado, iluminado de una forma especial por Zuleica, para que nuestros ojos ávidos llegasen sin miedo hasta el meollo del personaje.

Pues bien: en algún momento de nuestro trayecto común por las aulas, aprestándonos a lanzarnos al duro viaje de Morte e vida Severina, Zuleica quiso presentarnos otras producciones menos conocidas de João Cabral, de quien decía “él es el poeta”, para darnos una idea de su inconmensurable admiración por él. Fue ahí que surgió Alto do Trapuá, en cuyas imágenes vi inmediatamente un rigor poético inigualable, una aguda precisión, para presentar a aquellos hombres con un “entumecimiento de vegetal” que poblaban la miseria de la región agreste del nordeste de Brasil. Y habiendo pasado tantos años, y apenas si había comenzado a recordar los versos del poema, Mayumi Okuyama, nuestra editora de arte, con la rápida adhesión de Maria Guimarães, propuso que lo usásemos en las ilustraciones del reportaje de la portada sobre desnutrición (página 42). O mejor dicho, sobre evidencias comprobadas de que la desnutrición en la infancia lleva a la hipertensión, la obesidad y la diabetes en la adolescencia y en la vida adulta. A mi entender, eso tenía todo el sentido. Pero no logramos, por limitaciones de espacio, publicar el poema entero. Sacamos pequeños fragmentos de regalo para el lector, con la promesa de mostrarlo completo  en nuestro sitio.

Si la ciencia por vías tortuosas nos llevó a la poesía en esta edición, ella también planteó conexiones más directas, por decirlo de alguna manera, con la música. The music of life – biology beyond the genome (Oxford University Press), el libro más reciente del profesor Denis Noble, un experto en fisiología cardiovascular, que hoy en día se ubica como uno de los principales opositores del determinismo genético, es la razón suficiente para el artículo del editor especial Carlos Fioravanti sobre la reanudación de un abordaje integrado del funcionamiento del organismo (en la página 56). Fioravanti acabó de llegar de Oxford, donde cumplió de enero a julio un intensivo programa de estudios en el Reuters Institute for the Study of Journalism.

Ya el aflictivo silbido del asma puede en un futuro no muy remoto, desaparecer por las acciones de una vacuna basada en proteínas del verme causante desaparecer por las acciones de una vacuna basada en las proteínas del verme causante de la esquistosomiasis. El informe, a partir de la página 48, es de Ricardo Zorzetto, nuestro nuevo editor de ciencia.

En otras páginas de esta edición es la tecnología la que nos conduce a la música o, más precisamente, al reconocimiento de los límites de la sonoridad de las salas de espectáculo adonde vamos a oír conciertos y otras audiciones musicales. El editor de tecnología, Marcos de Oliveira, nos cuenta a partir de la página 72 cómo un grupo de investigadores de la USP desarrolló un software para analizar el comportamiento sonoro de salas, teatros y auditorios. El software, que puede incluso obtenerse gratuitamente en internet, vía descarga, apuntó en São Paulo el Teatro Municipal y el Teatro São Pedro como los espacios con las mejores condiciones de sonoridad. Esclarézcase de paso a los aficionados que la Sala São Paulo no ha sido examinada hasta la fecha.

En humanidades, el editor Carlos Haag se aboca a estudios recientes con respecto al consumo de lujo, tomado incluso como categoría importante para pensar en las correlaciones y conflictos entre las clases sociales en Brasil, y demuestra cómo y por qué el no cesa de crecer en el país. Y, en la otra punta, examina la investigación reciente que revela la extremada complejidad de la identidad de los travestis de baja renta y sus dificultades para tener una supervivencia sin sobresaltos en las metrópolis brasileñas.

Para terminar, la entrevista mano a mano de este mes, elaborada por el editor jefe Neldson Marcolin, trae un personaje, Henrique Lins de Barros, cuyas inquietudes y curiosidades científicas lo hicieron transitar de la física atómica a la biología y a las investigaciones de la vida de Santos Dumont – lo que acabó por transformarlo en nuestro gran especialista del genial padre de la aviación. Múltiples tránsitos parecen ser las materias secretas, la especie de subtexto de esta edición.

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