ARTHUR GÜTH/USPEn el invierno antártico el sol espía por arriba del horizonte tan sólo durante unas tres horas por día, la temperatura se ubica más o menos en -30º Celsius y el mar se congela y se convierte en parte del continente que alberga el Polo Sur del planeta. A los organismos que viven debajo del agua se les hace imposible llegar a la superficie y las profundidades del océano se vuelven aún más sombrías que de costumbre. Desde hace diez años, el oceanógrafo Paulo Sumida, de la Universidad de São Paulo (USP), investiga de qué manera la fauna del fondo del mar en la Península Antártica Occidental -la punta del continente más cercana a América del Sur- sobrevive hasta la vuelta del verano.
Estudiosos de esa región de todo el mundo ya habían escrutado la ecología de lod organismos que habitan el continente y las aguas que lo circundan. “El plancton, que vive en la columna de agua, tiene muchas estrategias para vérselas con la falta de alimento”, comenta Sumida. Una de ellas consiste en adoptar la forma de quistes durmientes a la espera de tiempos más propicios para encontrar alimento y reproducirse. Otros organismos en suspensión en el agua, como el krill (crustáceos que parecen camarones), se alimentan de las algas que encuentran adheridas en la cara sumergida del hielo. Pero ¿cómo quedan los organismos del fondo, conocidos bentos, que dependen del alimento que cae de la superficie?
Para ver qué sucede a profundidades entre 500 y 640 metros, el grupo exploró el fondo del Mar de Bellingshausen con ayuda de cámaras de video remolcadas por un barco en el marco de cinco expediciones entre 1999 y 2001, y otras que permanecen en el fondo del mar durante meses y toman fotografías cada 12 horas. Los resultados de la parte analizada por Sumida y por Angelo Bernardino, en la época su alumno de maestría, en el Instituto Oceanográfico de la USP, publicados en noviembre de 2008 en la revista Deep-Sea Research II, muestran que erizos de mar violáceos, delicados lirios de mar -parientes de las estrellas de mar- que nadan agitando sus finos tentáculos, pepinos de mar anaranjados y poliquetas -animales que parecen lombrices espinudas de hasta 25 centímetros de longitud- tienen una despensa a su disposición durante el inverno.
Este descubrimiento es el resultado del proyecto Food for Benthos on the Antarctic Continental Shelf (Foodbancs), coordinado por Craig Smith, de la Universidad de Hawai, y David DeMaster, de la Universidad del Estado de Carolina del Norte, en Estados Unidos, del cual el oceanógrafo de la USP forma parte. El equipo analizó 900 imágenes de video tomadas durante las expediciones que, reunidas, suman un área de 1.834 metros cuadrados y que permitieron identificar a las especies que viven en diferentes zonas, medir su abundancia, los tamaños de los animales, su producción de excrementos y la variabilidad en la fauna de un año al otro y entre áreas distintas y en diferentes períodos del año. Las imágenes muestran una fauna que varía mucho según el año y el local: entre noviembre de 1999 y noviembre de 2000, los animales detectados por las imágenes de video se cuadruplicaron; y se duplicaron con creces entre febrero de 2000 y marzo de 2001. Hasta ahora ese aumento poblacional parece ser producto de la migración de los organismos más que del aumento del flujo de partículas de carbono hacia el fondo. “Muchos animales jóvenes entran en la población, es lo que llamamos reclutamiento”, explica el investigador.
PAULO SUMIDA/USPDespensa invernal
Después de la sorpresa de descubrir que esos animales permanecen activos durante todo el año, el grupo internacional apunta ahora a medir la cantidad de alimento disponible en las diferentes zonas marinas en cada estación del año, además de detallar el ciclo de vida de los organismos que viven en ellas. Sumida explica que en el verano -la época de mayor productividad- los organismos marinos se reproducen tanto que la cantidad de alimento se torna excesiva. Los animales entonces comen más y más rápido, dejando caer hacia el fondo detritos parcialmente digeridos e incluso algas vivas. Son esas algas y esa materia orgánica las que forman la despensa invernal de las criaturas del fondo. “Con el frío del inverno hay poca actividad de microorganismos y la descomposición es muy lenta”, agrega Sumida. La comida se conserva durante meses en una heladera natural.
La comprensión de esa dinámica va más allá de la curiosidad por el fondo del mar, un mundo no tan distante pero bastante desconocido. También tiene efectos importantes en la absorción y la liberación del gas carbónico, uno de los protagonistas del calentamiento global: cuando las algas se hunden, se llevan con ellas el gas carbónico fijado por la fotosíntesis, generando un déficit en la superficie del agua, que por eso absorbe más carbono de la atmósfera. A medida que el agua se enfría, el océano antártico contiene una mayor cantidad de gas y que termina aprisionándola cuando la superficie es recubierta por el hielo. Pero no siempre la misma se queda por allí: el gas carbónico disuelto en el agua puede encontrar corrientes profundas. “Esas corrientes recorren los océanos y pueden tardar hasta 500 años para liberar los gases”, comenta el oceanógrafo.
En la segunda fase del proyecto, ahora en curso, Sumida pretende entender y prever los efectos de los cambios que ha visto en el paisaje y en el clima del continente helado. “La península Antártica es el lugar que más está calentándose en el mundo”, dice el oceanógrafo, que cree que ese calentamiento podría ser responsable de una disminución de la productividad marina en la región.
Este mes se llevará a cabo la última expedición, de la cual participa un alumno de Sumida. Cuando analicen los nuevos datos, los investigadores esperan entender más qué está sucediendo con el ciclo del carbono y con la dinámica ecológica de la región. “La capa de hielo dura cada vez menos y se extiende cada vez menos”, comenta Sumida. Para éste, perder esa superficie equivale a deforestar una selva: hay menos hábitat para animales como el krill, lo que genera problemas importantes en la cadena alimenticia que incluye a animales mayores como focas y ballenas.
El proyecto
Respuesta de la megafauna béntica a la deposición estacional de fitodetritos en la plataforma oeste de la Península Antártica (nº 03/02292-7); Modalidad Auxilio Regular a Proyecto de Investigación; Coordinador Paulo Yukio Gomes Sumida – IO-USP; Inversión R$ 19.500,25
Artículo científico
SUMIDA, P.Y.G. Temporal changes in benthic megafaunal abundance and composition across the West Antarctic Peninsula shelf: results from video surveys. Deep-Sea Research II. v. 55, n. 22-23, p. 2.465-2.477. nov. 2008.