Un anestésico local más eficiente en el combate al dolor, con resultados más rápidos y prolongados, y efectos colaterales más leves: es la simocaína, el primer anestésico brasileño, desarrollado en una investigación coordinada por Maria Simonetti, del Departamento de Farmacología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (USP). En pruebas en ratas, la simocaína se mostró entre un 30% y un 40% menos cardiotóxica, es decir, diminuye el riesgo de paro cardíaco inducido por anestesia. Como algunos otros anestésicos, la simocaína se basa en el uso de isómeros, moléculas que se organizan en pares de manera invertida. Tanto los isómeros llamados “buenos” como los “malos” – responsables éstos por los efectos colaterales nocivos – son necesarios para la eficacia del anestésico. El secreto de la simocaína reside en una recombinación del 75% de isómeros buenos con apenas un 25% de malos. Resta aún estudiar los efectos del nuevo anestésico sobre el ser humano. La USP ya ha presentado un pedido de patente en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inpi), para que iniciar la producción en asociación con alguna empresa.
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