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Biotecnología

Un archivo natural

Banco de extractos de plantas brasileñas será de ayuda para la obtención de nuevos medicamentos

Extracta Moléculas Naturais, con sede en Río de Janeiro, es la primera empresa privada que obtiene el permiso especial para extraer plantas con potencial medicinal de los bosques brasileños, otorgado al final del pasado mes de junio por el Consejo de Gestión del Patrimonio Genético (Cgen), dependiente del Ministerio de Medio Ambiente. “La apreciable colección de extractos de vegetales que habíamos acumulado anteriormente adquiere ahora una nueva legitimidad, a partir del reconocimiento del consejo, que avala que la manera de obtenérselos es técnica y éticamente correcta”, dice Antônio Paes de Carvalho, fundador y presidente de Extracta.

Con esta autorización, la empresa, creada en 1998 en la Fundación Pólo Bio-Rio, la incubadora de emprendimientos del área de biotecnología de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), podrá expandir su banco de extractos primarios extraídos de varias partes de las plantas (raíz, tallo, hojas y frutos). Actualmente éstos suman 12 mil y tienen su origen en alrededor de 5 mil especies diferentes de plantas provenientes del Bosque Atlántico y de la Selva Amazónica, que corresponden a casi un 10% de toda la flora brasileña, que se estima que cuenta con entre 55 mil y 60 mil especies.

Estos extractos primarios ya han dado origen a 40 mil compuestos, disponibles para clientes interesados en emplear sustancias con potencial para transformarse en nuevos medicamentos, encontradas en la rica biodiversidad brasileña. Uno de estos clientes es la multinacional de origen británico GlaxoSmithKline, que en 1999 suscribió un contrato con la empresa de biotecnología por valor de 3,2 millones de dólares.

La primera parte del acuerdo, que concluyó en 2002, involucró la búsqueda de sustancias capaces de reaccionar contra ocho blancos biológicos definidos por la multinacional. En la actual fase, la selección se orientó al desarrollo de dos medicamentos con actividad antibiótica: uno para combatir el Staphylococcus aureus, una bacteria de alta agresividad en las infecciones hospitalarias, y otro para inhibir la elastasa, una enzima que en las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas actúa en las fibras elásticas, debilitándolas y destruyéndolas.

La empresa tiene también contratos con otros cuatro clientes industriales, dos nacionales y dos internacionales cuyos nombres Carvalho no revela, debido a una cláusula de secreto. “El contrato con la multinacional británica tomó estado público durante la labor de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de los medicamentos, cuando Glaxo se defendió contra la acusación de que estaba únicamente comerciando en territorio nacional, sin abocarse a investigación alguna, mostrando para ello el acuerdo con Extracta”, dice Carvalho, ex director del Instituto de Biofísica de la UFRJ y actualmente profesor emérito de la universidad.

Ajustes previos
El proceso de obtención de los extractos primarios se inicia con incursiones que efectúan botánicos e ingenieros forestales en propiedades privadas ubicadas en áreas aún preservadas. La búsqueda se efectúa sin ninguna premisa previa. Con todo, antes de empezar, la empresa efectúa sí acuerdos previos con los propietarios de las tierras, necesarios como para definir, en el caso de que algún principio activo interese a los laboratorios de la industria farmacéutica, la forma más adecuada de remuneración.

Desde la creación de la empresa hasta agosto de este año, los equipos de investigación han hecho 179 expediciones, de las cuales alrededor del 80% se concretó en tierras situadas principalmente en el estado de Río de Janeiro. Minas Gerais, São Paulo, Espírito Santo y el sur de Bahía colaboraron con una pequeña parcela de las muestras extraídas en el Bosque Atlántico.

En tanto, la contribución de la región amazónica en el banco de extractos es del orden del 20%. El análisis de las plantas retiradas de la Selva Amazónica se efectúa en la Universidad Federal de Pará (UFPA), que posee una central de extracción idéntica a la de Extracta, erigida por la empresa como un adelanto del retorno de beneficios, y que se ha incorporado al patrimonio de la institución. La prospección y la extracción de muestras les compete a los investigadores de la universidad.

Cada extracto vegetal depositado en el banco de biodiversidad química de la empresa posee un registro sobre la ubicación geográfica precisa de la planta, determinada en el sito con el sistema GPS (Global Positioning System) de identificación por satélite. Todos los vegetales se encuentran registrados con imágenes digitales tomadas en la propia área de extracción. Atendiendo a los requerimientos emanados de la Convención de Diversidad Biológica de 1992, y de la legislación brasileña, una muestra de cada especie extraída por Extracta se deposita en el herbario del Instituto de Biología de la UFRJ. El herbario presta servicios de identificación botánica para la empresa, y también tiene una participación en los derechos de propiedad intelectual sobre el material identificado.

Las plantas extraídas van a parar a la empresa, donde pasan por un proceso de secado y luego pasan a la central de extracción, que cuenta con 24 evaporadores rotativos. A los extractos se les coloca un código de barras y luego se los somete a ensayos de cromatografía de capa fina y gaseosa y espectrometría de masas, técnicas que sirven para la identificación de los componentes aislados de las plantas.

La selección de las sustancias activas con probabilidades de generar moléculas de interés de la industria farmacéutica comienza con una admisión robotizada denominada screening, o ensayo biológico de alta velocidad, que permite hacer 24 mil tests por día. “El número de sustancias con posibilidades de generar moléculas es muy grande, pues la naturaleza brasileña es riquísima”, dice Carvalho. “Con tan solo 2,5 kilos de cada planta logramos llegar a una molécula nueva”. Una vez hecha la admisión inicial, se da inicio al trabajo de los químicos, que tardan entre cuatro y seis meses para obtener compuestos activos. Cada ensayo en busca de una molécula nueva cuesta entre 300 mil y 400 mil dólares.

Actividad antibiótica
En 2000 Extracta salió de la incubadora y alquiló un predio de 200 mil metros cuadrados dentro del campus de la UFRJ, en el espacio de Pólo Bio-Rio destinado a lotes industriales, donde construyó 700 metros cuadrados de laboratorios, con una inversión de 5 millones de dólares. Actualmente son cuatro los accionistas responsables de todas las decisiones que se toman en la empresa. Los socios fundadores tienen el 38% de las acciones, un fondo administrado por el Banco Pactual tiene otros 32%, la empresa Oxiteno, perteneciente al grupo Ultra, tiene un 19% y la Fundación Biominas, una institución privada sin fines de lucro, un 9%.

Un resto de menos de un 2% pertenece todavía a la empresa inglesa Xenova, que colaboró en la organización inicial de Extracta, en 1998. La empresa, que tiene dos patentes de sustancias con propiedades antibióticas con depósito en 14 países, está apostando a una nueva área: la de fitoterapéuticos. “Antes estábamos abocados solamente a la búsqueda de moléculas finales. Ahora pretendemos usar los recursos con los que contamos en nuestro banco de extractos”, dice Carvalho. Contando solamente los extractos de actividad antibiótica, la empresa tiene 59 que han sido ya probados in vitro, de los cuales únicamente tres están ligados a Glaxo.

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