Imprimir Republish

Carta de la editora | 123

Un brillo intenso en la arquitectura brasileña

Hasta esta edición la Pesquisa FAPESP jamás había tenido un personaje como portada de la revista, por una cuestión de política editorial. Queríamos valorar siempre el trabajo de los investigadores y la actividad de investigación; queríamos llamar la atención sobre su dinámica, con frecuencia su belleza, sus resultados y sus efectos sociales, pero sin dejar lugar a los personalismos indeseables y sin estimular la rivalidad en el medio científico. Sin embargo esta vez un comentario del director científico de la FAPESP, Carlos Henrique de Brito Cruz, nos llevó a pensar si ya no era hora de romper con tal lineamiento general, claro que no para abandonarla de una vez, sino para flexibilizarla. Brito Cruz hablaba del Premio Pritzker que el arquitecto Paulo Mendes da Rocha acababa de ganar y, entusiasmado, caracterizaba el hecho como una de los más relevantes logros intelectuales que el país tendría en adelante para celebrar, algo sin igual en su panorama cultural y de la producción del conocimiento. Por eso mismo, Brito Cruz dijo que eso merecería la próxima portada de la revista. Y sí, eso tenía sentido.

Por lo tanto, el artículo estampado en la portada de esta edición, firmado por el editor de humanidades Carlos Haag, se abre con una hermosa entrevista, un mano a mano con Paulo Mendes da Rocha, en la cual éste lanza de forma primorosa y contundente su mirada filosófica, densa y examinadora sobre la arquitectura -ese campo que en su mirada lidia con todas las formas del conocimiento-, el espacio urbano, la ciudad y mucho más. Lo complementa un segundo texto de Haag donde aborda el llamado Grupo Brutalista, formado por jóvenes arquitectos de São Paulo que, bajo las luces de Vilanova Artigas, compuso allá por los años 1950 y 1960 del siglo pasado otro polo de la arquitectura brasileña capaz de actuar en contraposición con el racionalismo que ganaba cuerpo en Río y, principalmente, con la elegante ligereza y las formas flotantes que se materializaban en Brasilia. Mejor dicho, es inevitable recordar aquí que, antes que Paulo Mendes da Rocha, Oscar Niemeyer fue contemplado con el Pritzker, dividido entre él y el estadounidense Gordon Bunshaft en 1988. Por lo tanto, y en síntesis, no queda ninguna duda de que la arquitectura brasileña tiene un grado de excelencia y una profundidad de reflexión que le valen un indiscutible reconocimiento internacional. Y Pesquisa FAPESP se regocija con eso.

A la par de una gran celebración en los dominios de la arquitectura, esta edición trae una buena noticia en el campo de la medicina: está en marcha en el país el montaje de una especie de nueva pediatría, por así decirlo. Se trata de una bien fundamentada revisión del rol del pediatra que, en lugar de concentrarse solamente en las infecciones agudas y en rigor de escasa repercusión en la salud de los niños a largo plazo, o incluso en aquellas más graves que aún continúan matando a miles de pequeños pacientes anualmente en el mundo entero, apunta a intentar evitar también que sus paciente desarrollen las llamadas enfermedades crónicas-degenerativas. Tal como informa el editor asistente de ciencia, Ricardo Zorzetto, a partir de la página 40, si los nuevos pediatras lograsen impulsar un buen trabajo de prevención de estos males, los niños de hoy podrían llegar fuertes y sanos a los 100 años.

Y hay mas buenas noticias: la editora asistente de tecnología, Dinorah Ereno, detalla en el reportaje los tres proyectos innovadores desarrollados en la Unicamp que se presentarán en el marco de un importante evento internacional con representantes de oficinas de patentes de varias partes del mundo, el TechConnect Summit 2006, que se llevará a cabo en los próximos días en Boston, Estados Unidos.

Por cierto, el liderazgo que la Unicamp viene conquistando en el terreno del registro de patentes está bien explicado en el artículo del editor especial Fabrício Marques. Él aborda una investigación realizada por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) que comprueba que las universidades brasileñas ocupan un espacio que debería pertenecer a las empresas en el ranking de patentes.

Republicar