Imprimir Republish

Fisiología

Un disfraz de la embriaguez

Un energizante enmascara algunos efectos de las bebidas alcohólicas y amplifica otros.

Dos dosis de whisky y una lata de bebida energizante dejan al más tímido y habitual concurrente de bares y discotecas eufórico y locuaz como para disfrutar la noche como un bohemio de pura cepa. El problema se da a la hora de volver a casa. Aquellos que beben energizantes a base de cafeína y taurina con la esperanza de cortar los efectos del alcohol, pueden hasta sentirse en condiciones de conducir un vehículo, cuando en realidad no lo están y así, correr el mismo riesgo de causar un accidente que quien consumió sólo whisky o cerveza durante la noche.

Según experimentos hechos en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) se comprobó que los energéticos producen un doble efecto sobre el sistema nervioso central: por un lado aumentan la sensación de placer proporcionada por el alcohol, y por otro disminuyen la propia percepción acerca del estado de embriaguez. Por esa razón, se supone que el consumo frecuente de energizantes con bebidas alcohólicas puede aumentar el riesgo de uso abusivo y provocar una eventual dependencia del alcohol, que sufren 12 millones de adultos en el país.

Interesado en conocer cómo y por qué las personas consumen energizantes una bebida creada en 1987 por el austríaco Dietrich Mateschitz a partir de compuestos populares en Asia, Sionaldo Eduardo Ferreira, de la Unifesp, tuvo que extender su horario de trabajo algunos días y encontrar a los usuarios de la mezcla de energizantes con bebidas alcohólicas, donde ellos generalmente se encuentran: en bares, discotecas y gimnasios, además de, por supuesto, en la propia universidad.

En el año 2000 Ferreira entrevistó a 136 hombres y mujeres que habían consumido al menos una vez, energizantes asociados con whisky, vodka, cerveza u otro tipo de bebida alcohólica. En general, las personas tomaban energéticos por considerar que reducían la somnolencia y el cansancio causados por el alcohol, efecto llamado depresión psicomotora. Uno de cada cuatro entrevistados afirmó que el energético asociado a las bebidas alcohólicas mejoraba el vigor físico, en comparación con el consumo exclusivo de alcohol. En opinión del 40%, el energizante los imbuía de un estado alegre, mientras que el 30% expresó que aumentaba la euforia y el 27% la desinhibición. Sólo el 14% indicó que el energético no modificaba los efectos del alcohol.

Volviendo al laboratorio, Ferreira encontró resultados diferentes. Junto con otros integrantes del equipo de Maria Lúcia Formigoni invitaron a 26 adultos jóvenes para realizar tres baterías de pruebas con energéticos y bebidas alcohólicas, con el objeto de verificar si se modificaba, de hecho el efecto del alcohol como muchos consideran. Antes de cada lista de exámenes, los voluntarios recibieron dosis de vodka con un colorante amarillento que imita el sabor del energético, de energético puro, o de energético y vodka ?en ninguno de los casos ellos sabían lo que estaban tomando. La evaluación hecha con el alcoholímetro demostró que el nivel de alcohol en sangre luego de beber alcohol con energizante fue similar al observado  luego del consumo de alcohol.  Esa es una señal de que el energético no interfiere en la metabolización del alcohol, explica Maria Lúcia.

Los exámenes de sangre detectaron niveles semejantes de azúcar (glucosa) y de diversas hormonas en el organismo luego de la ingesta de bebida alcohólica o de la mezcla de alcohol y energizante. Los exámenes de atención, también comprobaron que la reacción visual y la coordinación motriz quedaron igualmente comprometidas en ambos casos. El desempeño en la actividad física con la bicicleta ergométrica fue prácticamente el mismo, como refleja el estudio publicado en abril de este año en  Alcoolism, Clinical and Experimental Research. La única diferencia importante, cuenta Maria Lúcia, fue observada en el día en que las personas bebieron energético con alcohol: ellas tenían la sensación subjetiva de mantener buena coordinación motora y menor embriaguez.

Esa falsa noción de sobriedad asociada al consumo de energizantes había sido identificada en 1996 por un equipo alemán. En el artículo publicado en  Blutalkohol, el grupo relató que la combinación de alcohol y energéticos podría inducir a los jóvenes a una evaluación errada de su habilidad para conducir. Al no tener noción de su estado de embriaguez, es muy probable que los consumidores beban mucho más, comenta Ferreira. Además de eso, el energético enmascara el gusto no siempre agradable de las bebidas destiladas, volviéndolas más agradables al paladar.

Es prematuro afirmar que los energéticos inducen a un consumo mayor de alcohol. Pero Ferreira cuenta con indicios de que eso puede ocurrir. Como no sería ético someter a voluntarios a un consumo de dosis más elevadas de alcohol y menos por períodos prolongados fue necesario comenzar con pruebas en roedores. Durante tres semanas Ferreira suministró alcohol diariamente a ratones, antes de examinarlos en cajas acrílicas con células fotosensibles, que registran el movimiento de los animales. La primera vez que los roedores recibieron alcohol, la mitad quedo inicialmente agitada y luego se tornó somnolienta, mientras la otra mitad permaneció inquieta por mayor tiempo. Las otras veces en que se repitió el experimento. Ferreira observó que tres de cada cuatro ratones exhibían el efecto estimulante del alcohol en forma bastante acentuada.

Cuando mezcló energético en la bebida, empero, todos los roedores quedaron excitados, caminando rápidamente de un lado a otro de la caja. Si ese resultado fuera válido para los seres humanos, una persona que inicialmente queda poco estimulada al tomar bebidas alcohólicas, puede tornarse cada vez más sensible a su efecto estimulante, presentando euforia y exaltación más intensas y prolongadas, dice Maria Lúcia. Es justamente ése, el efecto que la mayoría busca en las drogas de las que abusa. El equipo de la Unifesp imagina que la sensibilidad causada por el consumo continuo de alcohol y aumentada por el energético puede influir o desencadenar su uso adictivo. Tal vez no sea casual, que en los lugares nocturnos visitados por Ferreira la mezcla de alcohol y energéticos ya figuraba en las cartas de menú.  Los administradores de esos establecimientos deben haber notado que el cliente que bebe la mezcla, consume mayor cantidad de alcohol durante la noche, avala Maria Lúcia.

Actualmente Gabriela Naomi Fujisaka, alumna de ciencias biomédicas en la Unifesp e integrante del equipo de Maria Lúcia, analiza como actúan separadamente en el organismo los componentes de los energéticos. Mientras no se conozcan mejor los efectos de esos componentes, esas bebidas continúan siendo vendidas bajo la vaga denominación de compuesto líquido, listo para el consumo.

Republicar