Cuando el gobernador de Mário Covas murió, el día 6 de marzo, su vida pública y privada fue repasada exhaustivamente. Todas las voces escuchadas fueron unánimes al recordar la extremada rectitud con la que Covas se manejó durante su carrera política, su coraje en la lucha contra la dictadura y cómo él actuó – en la medida cierta – para reerguir São Paulo durante los seis años en los que gobernó el estado. Pero de lo que poco se habló es sobre su actuación a favor de la ciencia y la tecnología paulista. Sin hesitaciones y con entusiasmo, Covas valorizó la producción científica de las universidades e institutos de investigación. Y supo ver, como ningún otro antecesor, la importancia del trabajo de los investigadores para el desarrollo pleno del país. En octubre de 1999, durante la ceremonia de anuncio de los primeros proyectos aprobados en el marco de programa de investigación en políticas públicas, Covas subrayó la importancia de la “sintonía del sistema de investigación con la promoción del bien estar y de la justicia social”. La revista Pesquisa FAPESP substituye en esta edición la sección Memoria por el homenaje al hombre público que siempre observó a la ciencia y la tecnología con claridad, sin subestimar su papel, práctica tan común en otros gobernantes (página 6). Un ejemplo que con seguridad seguirá el gobernador Geraldo Alckmin, que por su propia formación, siempre estuvo cerca y atento respecto a las cuestiones del sector.
La tapa de la edición de este mes es un perfecto ejemplo acerca de cómo la ciencia debe servir al bienestar de la sociedad, como pregonaba Covas. Un proyecto temático financiado por la FAPESP posibilitó la creación de un servicio que, con seguridad, ya ha salvado muchas vidas en toda la costa brasileña. En el interior de São Paulo, desde el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), el matemático Valdir Innocentini creó un servicio para la previsión de ciclones. Cuando el Sistema de Previsión de Olas, desarrollado por él y su equipo, detecta el fenómeno formándose en el Atlántico Sur, las emisoras de radio y televisión, y los periódicos del litoral brasileño, son informados para advertirle a la población sobre la posibilidad de la propagación de olas gigantes en las regiones costeras. Informados, los pescadores no salen al mar y las personas se mantienen lejos de los peñascos. En dos ocasiones, en 1999, los alertas del equipo de Innocentini ayudaron a evitar muertes. El reportaje sobre la investigación y sobre este hermoso servicio empieza en la página 50.
La celebración por la divulgación del secuenciamiento del genoma humano causó una cierta frustración después del anuncio de los dos grupos que trabajaban en el proyecto. Los equipos de Francis Collins y Craig Venter -líderes del consorcio público internacional y de la empresa privada estadounidense Celera Genomics, respectivamente- mapearon el 95% de los genes humanos y concluyeron que los mismos existen en un número mucho menor que el que se pensaba. Tenemos, según los datos divulgados, alrededor de 30 mil genes, apenas el doble del número que poseen los gusanos y las moscas. Un golpe al orgullo del homo sapiens, como cuenta la nota que detalla el gran trabajo de ambos grupos.
En la entrevista exclusiva concedida a Pesquisa FAPESP, el polémico Craig Venter deja atrás la decepción y juega la pelota hacia adelante. Venter cree que el número de genes es una excelente base para que los investigadores sigan adelante e intenten entender mejor cómo funciona el genoma humano. “Quienes solo ven los genes o el ambiente salen perdiendo”, dijo. “Es necesario ver a ambos juntos”. Resta a los investigadores seguir arremangándose y trabajar.
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