Hans Jürgen Eysenck (1916-1997), psicólogo alemán que hizo carrera en el Reino Unido, es reconocido por sus trabajos sobre inteligencia y personalidad desarrollados fundamentalmente en el período de 28 años durante el cual trabajó como investigador del Instituto de Psiquiatría del King’s College London. Autor de 80 libros y más de mil artículos científicos, su prestigio sobrevivió a una serie de controversias en las que se vio involucrado, como cuando buscó abiertamente la financiación de la industria del tabaco para sus investigaciones o presentó datos que sugerían que los negros y los inmigrantes tendrían un coeficiente de inteligencia inferior al de los blancos en Estados Unidos. En un ranking de los 100 más eminentes psicólogos del siglo XX publicado en 2002 en la revista Review of General Psychology, Eysenck salió clasificado en el 24º puesto. La lista estaba encabezada por B. F. Skinner, Jean Piaget y Sigmund Freud, y la contribución de cada uno de ellos se midió con base en las citas de sus obras en artículos científicos y libros de referencia.
Pero ahora, 22 años después de la muerte de Eysenck, una parte polémica de su legado científico ha sido descalificada en un informe producido por un comité de investigación del King’s College, que se dedicó a analizar 25 papers publicados entre 1988 y 2000 firmados por el psicólogo y su colaborador Ronald Grossarth-Maticek, de la Universidad de Heidelberg, en Alemania. Según edr informe, dado a conocer en octubre por el sitio web Retraction Watch, los resultados de ese conjunto de artículos no son confiables. Los trabajos estaban vinculados a un programa de investigación que estudiaba de qué modo algunos rasgos específicos de personalidad producían individuos propensos a tener cáncer y enfermedades cardiovasculares y presentaba tratamientos capaces de reducir ese riesgo. El comité del King’s College no logró obtener los datos brutos que fundamentan los artículos, extraídos de estudios poblacionales que siguieron durante períodos de entre 15 y 20 años a más de 30 mil individuos en la extinta Yugoslavia, durante las décadas 1960 y 1970, y en Heidelberg, en los años 1970 y 1980. Tampoco encontró referencias acerca de la existencia de protocolos o informes de ética sobre los trabajos.
De esta manera, el comité concentró su análisis en los intentos por reproducir los resultados realizados a partir de la década de 1990 por parte del psicólogo alemán Manfred Amelang, de la Universidad de Heidelberg, con financiación de la agencia de fomento a la investigación científica Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG). Durante 10 años, Amelang realizó un seguimiento de 5 mil habitantes de Heidelberg en busca de factores psicosociales capaces de elevar o reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares. Entre los seis tipos de personalidad clasificados por Eysenck, no se encontró ninguna correlación con enfermedades. Tan solo en uno de ellos se detectó una variación, descartada posteriormente por falta de significación estadística.
El argumento central del informe indica que, así y todo, los resultados de Eysenck y Grossarth-Maticek no son plausibles. Ya no lo eran cuando se los presentó; tanto es así que fueron duramente cuestionados. Las críticas y sospechas que circularon en ese entonces se resumieron en un artículo publicado en 1992 en el British Medical Journal firmado por dos psiquiatras: Anthony Pelosi, docente de la Universidad de Glasgow, y Louis Appleby, exdirector nacional de salud mental del gobierno del Reino Unido. En el artículo, el dúo apuntaba omisiones e incoherencias, tales como la descripción vaga de las metodologías adoptadas y la selección sesgada de los datos, y mostraba que algunos resultados eran inverosímiles, como el planteo de un riesgo de muerte por cáncer un 100% superior entre individuos “emocionalmente reprimidos” con respecto a un grupo de control y la caída del 80% de ese riesgo cuando esos individuos “propensos” se sometieron a la biblioterapia, un tratamiento que utiliza la lectura de textos para atenuar angustias y generar cambios de comportamiento. Pese a las críticas, ninguno de los artículos ha sido retractado. “Los hallazgos son incompatibles con la moderna ciencia clínica y con la comprensión sobre los procesos de las enfermedades”, se afirma en el informe, enviado a las 11 revistas que publicaron los artículos, entre los cuales se encuentran el Psychological Reports, de la editorial Sage, y el Behaviour Research and Therapy, de Elsevier.
La decisión del King’s College de revaluar los trabajos de su eminente investigador ocurrió a principio de año, luego de que Anthony Pelosi, el psiquiatra que apuntó las incoherencias en 1992, escribió un artículo en el Journal of Health Psychology en el cual revisó los problemas y presentó documentos inéditos en los que mostraba cómo la industria del tabaco, además de patrocinar varios estudios de Eysenck, también financió los estudios poblacionales de Grossarth-Maticek en Heidelberg. En 1965, Eysenck fue uno de los investigadores que cuestionaron las primeras evidencias de que el cigarrillo causa cáncer de pulmón. Pelosi sugiere que hubo una unión de intereses, en la cual las teorías de Eysenck sobre la influencia de los rasgos de personalidad sobre la salud de los individuos se combinaron con el esfuerzo de la industria del tabaco para mitigar las evidencias de que el cigarrillo produce cáncer.
Un editorial publicado en el mismo número del Journal of Health Psichology, firmado por David Marks, profesor jubilado de la City University de Londres, instó al King’s College y a la British Psychological Society a que investigaran la producción científica de Eysenck. Según Marks, los datos obtenidos son tan distantes de las distribuciones estadísticas consideradas consistentes que solo pueden ser producto de un error. “En el caso de que los datos se comprobaran, lo que nunca sucederá, los dos investigadores podrían ser canonizados como San Hans y San Ronald por operar milagros. Para su eterna vergüenza, los intentos de Eysenck de desacreditar los lazos causales bien establecidos entre el tabaquismo y el cáncer al recibir grandes sumas de parte de la industria del tabaco constituyen uno de los engaños más vergonzantes cometidos por un científico en el siglo XX”. Ronald Grossarth-Maticek, hoy en día jubilado de la Universidad de Heidelberg, anunció que les hará juicio a Pelosi y Marks por calumnia. Según él, no se puede decir que hubo intentos efectivos de reproducir los resultados que él y Eysenk obtuvieron, pues los experimentos realizados no adoptaron métodos idénticos.
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