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Necrológicas

Un motor de la ciencia brasileña

La actuación del físico Rogerio Cezar De Cerqueira Leite fue decisiva para la materialización y el éxito de diversas instituciones de investigación científica en Brasil

Keiny Andrade/FolhapressEl físico De Cerqueira Leite en su casa, en Campinas (2017)Keiny Andrade/Folhapress

Hasta pocas semanas antes de fallecer, a los 93 años, el día 1º de diciembre, el físico e ingeniero electrónico Rogerio Cezar De Cerqueira Leite ejercía presencialmente, en la ciudad paulista de Campinas, la presidencia del Consejo Administrativo del Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM). Dicha institución, que ayudó a idear y a materializar, alberga la nueva fuente de luz sincrotrón de Brasil, el acelerador Sirius, el mayor y más complejo laboratorio del país. De Cerqueira Leite fue uno de los más influyentes científicos brasileños, tanto por sus investigaciones –publicó 80 artículos científicos, con más de 3.000 citaciones– como por su labor en la creación de institutos de ciencia.

Autor de 15 libros, el físico siempre escribió mucho. Opinó sobre temas relevantes del panorama político y científico, sobre todo en artículos publicados en el periódico Folha de S.Paulo, de cuyo consejo editorial formó parte entre 1978 y 2021. Abogaba por la participación de los científicos en los debates sobre lo que denominaba como “los grandes temas nacionales”, tales como la defensa, la violencia y las reformas económicas y sociales. E hizo de su propia participación política un ejemplo de la actuación combativa que, desde su óptica, la comunidad científica debería asumir.

Su formación y su actuación académica en el exterior, primero en Francia y posteriormente en Estados Unidos, llevaron a De Cerqueira Leite a elaborar una visión de desarrollo económico acoplada a la ciencia, idea que procuró adaptar a la realidad brasileña. “Creía que Brasil podía ser competitivo en el escenario científico mundial y motivó la creación de instituciones de punta, al buscar a las personas correctas para los lugares correctos”, dice el físico Antônio José Roque da Silva, director general del CNPEM. “Para él, las personas correctas eran los inconformistas, los cuestionadores, quienes que no aceptan fácilmente el saber establecido.”

Nacido en 1931 en Santo Anastácio, en el interior paulista, De Cerqueira Leite perdió a su madre a los cuatro años y a su padre diez años después. Siempre le gustó mucho la matemática y quería estudiar en la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP). Por intermedio de un tío, que era capitán de la Aeronáutica, terminó conociendo el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), en donde estudió y se graduó en ingeniería electrónica en 1958. Terminó su doctorado en física en la Universidad de París (La Sorbona) en 1962 y ese mismo año el físico Sérgio Porto (1926-1979), quien había sido su profesor en el ITA, lo invitó a hacer investigación en los laboratorios Bell, en Nueva Jersey, Estados Unidos.

Los ocho años en que fue investigador en los Bell Labs constituyeron su período más productivo. “Publiqué a lo bestia”, dijo sonriente en una reciente entrevista concedida al Centro de Memoria de la FAPESP. Allí llevó a cabo gran parte de sus investigaciones en física del estado sólido. En aquel tiempo, la comprensión de los materiales semiconductores era clave para el desarrollo de los microprocesadores. De Cerqueira Leite ayudó a desarrollar aplicaciones de la técnica de espectroscopía Raman, que se vale del láser para efectuar el análisis de la estructura molecular de muchos de esos materiales.

Al final de su experiencia en Estados Unidos, en 1968, De Cerqueira Leite empezó a pensar en regresar a Brasil para encabezar la investigación en la física de materiales sólidos. Este deseo se concretó en 1970, cuando aceptó la invitación del entonces rector de la Unicamp, Zeferino Vaz (1908-1981), para ponerse al frente de lo que actualmente se conoce como Departamento de Física de la Materia Condensada del Instituto de Física Gleb Wataghin (IFGW). En el transcurso de la década de 1970, junto con Porto y otro colega, el físico José Ellis Ripper Filho, De Cerqueira Leite convirtió al IFGW en una institución de avanzada. Para ello contó con una red de conexiones internacionales y con aportes económicos de entidades públicas como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep).

Según el físico Carlos Henrique de Brito Cruz, exdirector científico de la FAPESP y vicepresidente sénior de redes de investigación de Elsevier, De Cerqueira Leite aportó como fruto de sus experiencias en los Bell Labs la perspectiva al respecto de cómo organizar investigaciones e integrar a las empresas con las universidades. “Vio que las empresas tenían un rol importante en las investigaciones, pero también que las universidades seguían siendo fundamentales para hacer investigación básica”, comenta De Brito Cruz, también rector de la Unicamp entre 2002 y 2005. Compartía esa perspectiva con Porto y Ripper, cosa que se reflejó por ejemplo en la instalación del Centro de Pesquisas em Desenvolvimento e Telecomunicações (CPqD) de la empresa de telecomunicaciones Telebrás en los alrededores de la Unicamp, en 1974. De allí salió la primera fibra óptica brasileña, en 1976.

Durante ese mismo período, también en Campinas, De Cerqueira Leite creó la Companhia de Desenvolvimento Tecnológico (Codetec), una incubadora de pequeñas empresas y facilitadora de la interacción entre la universidad y la iniciativa privada. Para De Brito Cruz, ésa fue una iniciativa pionera en la adaptación del modelo exitoso de Silicon Valley, en California, donde la Universidad Stanford funcionaba como un polo aglutinador de empresas de tecnología de la información. En 1979, como proseguimiento de esos esfuerzos, De Cerqueira Leite fundó la Companhia de Desenvolvimento do Polo de Alta Tecnologia de Campinas (Ciatec).

Lo que lo inspiraba era la visión nacionalista de que Brasil debía desarrollar autonomía tecnológica, científica y energética. En la década de 1970, fue uno de los críticos del acuerdo Brasil-Alemania para la construcción de la central nuclear Angra 2, pues veía allí un proceso de transferencia tecnológica insuficiente. Abogó por la inversión en el Programa Nacional de Alcohol (Proálcool) como forma de aprovechar el potencial energético del país en la producción de biocombustibles. En los años 1990 se opuso al proyecto del Sistema de Vigilancia de la Amazonia (Sivam) al que apostaban las Fuerzas Armadas, pues lo veía como un ejemplo de “servidumbre voluntaria” a los intereses extranjeros.

De Cerqueira Leche consideraba como un problema de política científica brasileña la falta de enfoque y de financiación en proyectos de gran escala. Se oponía a la atomización de recursos, a la que rotulaba como “pseudodemocracia”. Prefería la concentración de inversiones en grandes proyectos y polos. En la década de 1980, además de ocupar la vicepresidencia de la Companhia Paulista de Força e Luz (CPFL) entre 1983 y 1987, el físico puso en práctica esa visión. Tuvo una actuación decisiva para la instalación de un gran acelerador de partículas en Brasil, que se convirtió en el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS). Inaugurado en 1997 cerca de la Unicamp y reemplazado en 2020 por Sirius, el LNLS fue el primero de los cuatro laboratorios que actualmente integran el CNPEM.

Ese centro también alberga su última cría intelectual: Ilum, una institución de educación superior inaugurada en 2022 en Campinas, que dicta una licenciatura interdisciplinaria en ciencia, tecnología e innovación. Según el físico Adalberto Fazzio, director de Ilum, De Cerqueira Leite pretendía formar jóvenes investigadores que no fuesen dependientes de la figura del director de tesis, con conocimientos amplios. “Los investigadores empiezan su trayectoria muy tarde, y esto va en detrimento de la creatividad”, comenta Fazzio.

En la Unicamp, más allá de haber comandado el IFGW, también fue uno de los responsables del establecimiento de su departamento de música en 1970, embrión del actual Instituto de Artes. Su aprecio por el mundo artístico era notorio. En su adolescencia, se escabullía astutamente para ver obras de teatro, tenía miles de discos de música erudita y mantenía una vasta colección de obras de arte chino, precolombino y africano. “Hasta el final, siguió estudiando y aprendiendo sobre sus colecciones”, comenta José Roque.

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