Uno Júlia Cherem Rodriguesde los temas que se debatieron en el marco de la 5ª Conferencia Mundial sobre Integridad Científica, que se llevó a cabo entre los días 28 y 31 de mayo en Ámsterdam, Holanda, fue la necesidad de generar alternativas al concepto de retractación, que consiste en la cancelación de artículos científicos luego de su publicación debido al descubrimiento de fraudes o errores. El argumento principal a favor de esa modificación se basa en que, actualmente, los errores cometidos de buena fe acaban confundiéndose con casos de fraude y son estigmatizados, mereciendo por ello una nomenclatura aparte.
En el evento se recordó un caso que ocurrió en 2012. Al matemático Richard Mann, de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, le notificaron que un artículo suyo publicado en la revista PLOS Computational Biology, referente al desplazamiento colectivo de los camarones fantasma [Macrobrachium lanchesteri], incurría en fallas graves. Por un error de codificación, Mann incluyó solamente una centésima parte de sus datos en el modelo computacional. Durante el período en que estuvo sometido a investigación, el científico temió que la retractación del paper pudiera ser asociada a mala conducta científica. “Me quedé preocupado y avergonzado por su repercusión pública”, dijo durante la conferencia.
A diferencia de Mann, que tuvo la oportunidad de corregir y republicar el trabajo, muchos otros investigadores que cometen errores no intencionales ven comprometida su carrera luego de tener que retractar un artículo. “Es necesario cambiar ese término”, dijo Nicholas Steneck, director del programa de Ética e Integridad en la Investigación Científica de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, en declaraciones para la revista Science.
Hay otras experiencias en ese sentido. El periódico Embo Journal adoptó el término “retractación parcial” para los casos en que se identifique un error menor en el artículo que no comprometa su conclusión. En 2015, la revista JAMA Psychiatry presentó el concepto de retractación y sustitución”, para aquellos ensayos clínicos que presenten errores generalizados pero, una vez corregidos, aún son relevantes. En ambas situaciones, el artículo no se remueve de la revista sino que se publica en una versión corregida. Hay propuestas más abarcadoras. La profesora Virginia Barbour, docente de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Australia, sugirió en un artículo publicado en marzo en el repositorio bioRxiv la sustitución del término “retractación” por “alteración”, que estaría acompañado por una de las tres siguientes categorías: no sustancial, para aquellos errores menores, tales como los de tipeo; sustancial, para el caso en que hubiera errores en datos o imágenes, siempre que no comprometan la totalidad del trabajo; y completa, cuando el artículo completo no puede considerarse confiable y es necesario cancelarlo, corregirlo y publicarlo nuevamente.
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