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PALEONTOLOGÍA

Un pterosaurio ibérico

Investigadores brasileños participaron en la descripción de la primera especie de reptil alado encontrada en Portugal: Lusognathus almadrava

Representación artística de Lusognathus almadrava en su hábitat, durante el período Jurásico

Jason Brougham

En noviembre de 2018, mientras recorría la playa de Caniçal, en el municipio de Lourinhã, Portugal, conocida por haber albergado dinosaurios y otros animales prehistóricos, el paleontólogo aficionado Filipe Vieira avistó lo que parecían ser fósiles incrustados en rocas sedimentarias que con la marea alta quedan bajo el agua. Consiguió recoger algunos fragmentos y se los envió a la paleontóloga portuguesa Alexandra Fernandes, del Museo de Lourinhã. “Los vestigios que le habían llamado la atención resultaron ser los dientes oscuros de un pterosaurio, que contrastaban con las piedras más claras”, relata Fernandes. Junto con paleontólogos brasileños, la investigadora dirigió el análisis de los hallazgos que indicaron que se trataba de una nueva especie de pterosaurio, Lusognathus almadrava, la primera descrita en Portugal, según un artículo publicado en septiembre en la revista científica PeerJ.

Este reptil alado habría habitado en esa región hace unos 149 millones de años, durante el período Jurásico. Las rocas, sumamente duras y compactas, fueron todo un reto para el equipo del museo que desenterró los fragmentos de los fósiles en marzo de 2019. “Tuvimos que cortar las piedras en las pocas horas en que la marea estaba baja”, relata Fernandes. Los investigadores consiguieron extraer la parte anterior de la mandíbula de L.almadrava, con 29 dientes y fragmentos de otras dos piezas dentales sueltas. El fósil también incluía tres vértebras fragmentadas del pescuezo.

Victor Beccari / Universidad Nueva de LisboaPartes fósiles conservadas de la mandíbula y del cuelloVictor Beccari / Universidad Nueva de Lisboa

El hocico en forma de espátula, de unos 20 centímetros (cm) de largo y 5 cm de ancho, la dentadura ligeramente horizontal y con formato de peine, así como las pronunciadas cavidades en donde se alojan los dientes (los alvéolos dentales), les permitieron a los investigadores inferir que pertenecía a la subfamilia Gnathosaurinae. “Sus dientes llegaban a medir 23 milímetros [mm] de largo por unos 5 mm de ancho, siendo más robustos y gruesos que los de otras especies de esa subfamilia”, dice Fernandes, quien realiza un doctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, en Alemania.

Esta característica indica que su dieta estaba compuesta principalmente por peces. “Su dilatada mandíbula indica que este animal, probablemente abría la boca para recoger agua con lo que hubiese en ella; el líquido escurría por los laterales y los dientes retenían a sus presas”, explica el paleontólogo brasileño Alexander Kellner, director del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (MN-UFRJ), quien participó en la caracterización de la nueva especie y es uno de los autores del artículo.

Es por esta razón que la especie recibió el nombre de “almadrava”, por la almadraba, una trampa de pesca tradicional ibérica. Lusognathus procede del término en latín lusus, que hace referencia a Lusitania (como los romanos denominaban a la región que hoy es Portugal), y gnathus, “mandíbula”, también en latín. Este hábito alimentario llevó a los investigadores a la conclusión de que la especie habría vivido en estuarios de aguas poco profundas, marismas, áreas pantanosas costeras o incluso en lagos interiores. Con base en los fragmentos fósiles hallados, también estimaron que el reptil alado tendría una envergadura alar de 3,6 metros (m), lo que lo convertiría en un animal de gran tamaño: en general, los pterosaurios de aquella época medían de 1,6 a 1,8 m de extremo a extremo de sus alas, mientras que los del Cretácico (hace entre 145 y 65 millones de años) superaban holgadamente los 3 m, argumentan los estudiosos en el artículo. Basándose en este hallazgo, ellos sugieren que ese crecimiento de los reptiles alados podría haberse iniciado más pronto de lo que se suponía y pudo haber contribuido para que los pterosaurios eventualmente ocuparan un nicho ecológico diferente al de sus competidores, las aves. Además, su gran tamaño podría indicar la existencia de un ecosistema donde las presas abundaban.

Miguel Moreno-Azanza / Universidad Nueva de Lisboa La paleontóloga Alexandra Fernandes realizando trabajo de campoMiguel Moreno-Azanza / Universidad Nueva de Lisboa

A pesar de ser la primera especie de pterosaurio descrita en Portugal, no se trata de los primeros fragmentos hallados en el país. Desde la década de 1950 se han venido encontrando fósiles de otros reptiles alados, entre ellos dientes y fragmentos de un fémur, así como vestigios de huellas, pero como estaban muy fragmentados aún no había sido posible identificar a qué especie pertenecían. “Uno de los motivos de esta dificultad reside en que los huesos de estos animales son huecos, y por consiguiente más frágiles, y los tipos de rocas del país no parecen preservarlos muy bien”, dice Fernandes.

Kellner añade que las características del lugar donde se halló el fósil, un área costera, también pueden interferir en la preservación de estos frágiles huesos, porque las rocas que los contienen están sometidas al permanente vaivén de las mareas, que contribuye a que la erosión sea más rápida. “Pero donde hay uno puede haber más. Espero poder realizar un trabajo de campo en la zona. El hallazgo nos ha entusiasmado”, dice el brasileño, elegido como miembro de la Academia de Ciencias de Lisboa en el mes de junio.

Artículo científico
FERNANDES, A. E et alA new gnathosaurine (Pterosauria, Archaeopterodactyloidea) from the Late Jurassic of PortugalPeerJ. 11:e16048. sep. 2023.

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