El diseñador gráfico Alexandre Wollner contaba que pasó parte de su infancia en compañía diaria de su madre, costurera, y de su padre, dueño de un taller tipográfico. “Imagino al chico, fascinado observando a ambos trabajando con la transformación de materiales”, comenta Maria Cecilia Loschiavo dos Santos, profesora titular de diseño en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP). Los padres yugoslavos habían emigrado a São Paulo donde nació el muchachito que se convertiría en uno de los mayores referentes del diseño en Brasil. También fue uno de los mentores de la enseñanza académica en el área, además de impulsor del concepto moderno de identidad visual en el país con un trabajo que se caracterizó por sus características geométricas, lógicas y funcionales. El diseñador falleció el 4 de mayo, como consecuencia de un accidente cerebrovascular. Dejó a su mujer y a un hijo.
Wollner formó parte de la primera promoción de la carrera de iniciación artística del Instituto de Arte Contemporáneo del Museo de Arte de São Paulo (Masp) entre 1951 y 1953, y tuvo como profesores al crítico, expositor y marchante Pietro Maria Bardi (1900-1999) –uno de los creadores del museo–, y a los arquitectos Lina Bo Bardi (1914-1992) y Jacob Ruchti (1917-1974). “Era un joven de condición socioeconómica modesta y empezó a trabajar en diseño gráfico produciendo carteles de divulgación de las exposiciones en el museo”, relata Loschiavo. En 1951 intervino en el montaje de la exposición del artista plástico y diseñador suizo Max Bill (1908-1994), que estudió en la vanguardista Bauhaus, la escuela alemana de diseño, arquitectura y artes plásticas, y fue un referente importante para el grupo de arquitectos y artistas concretos del país. “Bill fue uno de los grandes paradigmas del diseño gráfico y de productos a nivel mundial, y Wollner acusó ese impacto al entrar en contacto con su producción”.
Dos años después, el talento de Wollner fue reconocido con el premio de joven pintor revelación en la 2ª edición de la Bienal Internacional de São Paulo, por las obras que plasmara en el Masp. También en 1953, fue designado por Bardi para incorporarse al primer grupo de alumnos de la Hochschule für Gestaltung (HfG), la escuela que creara el propio Max Bill.
“A partir de lo que aprendiera en Ulm, Wollner se distanció de las bellas artes, de la manualidad, de las artes y oficios, y comenzó a apelar al esmero técnico para el desarrollo de su trabajo”, relata Joao de Souza Leite, docente de la Escuela Superior de Diseño Industrial de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Esdi-Uerj). Loschiavo, de la USP, dice que la experiencia en Alemania profundizó una tendencia preexistente en Wollner que se decantaba por la austeridad formal y por la geometrización, evidencia de su proximidad con las ideas concretistas. “Wollner estableció un puente entre Brasil y las grandes personalidades del diseño del mundo”, dice la profesora.
El arquitecto Francisco Inácio Scaramelli Homem de Melo, también docente de la FAU-USP, explica que antes de la escuela de Ulm el diseño en Brasil se realizaba en forma empírica. “No existía una base teórica para el trabajo. Quienes se desempeñaban como diseñadores eran individuos con talento para el diseño y la ilustración”, dice Scaramelli Homem de Melo. El diseño modernista rompió con ese tipo de producción intuitiva, al sostener que el oficio debía basarse en el conocimiento teórico y en una noción de la elaboración de proyectos. “Por esa razón, los diseñadores modernistas como Wollner se esforzaron por crear escuelas”, explica.