Un parásito unicelular, que vive en el interior del intestino de los gatos, altera el comportamiento de los ratones y los hace perder el miedo a los felinos. Investigadores de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, constataron que los roedores contaminados con dicho parásito –el protozoario Toxoplasma gondii, causante de la toxoplasmosis– dejan de exhibir la natural aversión a los gatos, y en algunos casos, llegan a sentirse atraídos por el olor de sus victimarios. El parásito asume una forma inactiva en el organismo de los roedores, y se aloja en el cerebro, provocando un cambio que los vuelve presas fáciles.
Cuando un ratón se convierte en alimento de un gato, el protozoo retorna a su hospedador original y se reproduce, completando así su ciclo de vida. “Probablemente ése sea uno de los ejemplos más convincentes de manipulación de los mamíferos por parte de los parásitos”, observa Manuel Berodoy, uno de los autores del estudio. Pese a las evidencias de que el toxoplasma también provoca alteraciones mentales en los seres humanos, los médicos creen que el parásito únicamente representa una amenaza para las mujeres embarazadas –puede contaminar al feto y ocasionarle enfermedades mentales, deficiencia visual e incluso la muerte– y para personas cuyo sistema de defensas se encuentre debilitado. El toxoplasma es transmitido por el contacto con excremento de gatos.
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