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Especial

Un soplo de vida en los laboratorios de biología

Las inversiones permitirán un salto cualitativo en el área

En los principales centros de investigación en biociencias del estado de São Paulo, el ánimo de los investigadores está en alza debido al nivel competente observado en el área en los últimos años. La principal evidencia del cambio está en los recientes resultados de la investigación genómica, iniciada en 1997 con el proyecto Genoma Xylella, realizado por una red de cerca de 200 investigadores de más de tres decenas de laboratorios, en el primer secuenciamiento completo de un fitopatógeno. El hecho proporcionó reconocimiento nacional e internacional a la competencia de los científicos. Para la coordinadora del Centro de Genoma Humano de la Universidad de São Paulo, Mayana Zatz, la conclusión de dicho proyecto demostró, de manera muy clara, que es posible desarrollar investigación de punta en Brasil.

Pero todos los investigadores están de acuerdo en que este avance científico no habría sido posible si algunos años antes la FAPESP no hubiese comenzado a invertir en la recuperación de los laboratorios e instalaciones de investigación del estado de San Pablo, a través del Programa de Infraestructura.

“Fue muy oportuna la percepción de la FAPESP en el sentido de que no bastaba invertir en la actividad de investigación, dejando la infraestructura de los laboratorios a cargo de las instituciones”, afirma Mayana. La directora general del Instituto Biológico, Vera Cecília Annes Ferreira, está de acuerdo y añade: “La mayor parte del presupuesto de las instituciones se gasta en nóminas. Como mucho alcanza para realizar alguna pequeña reparación, lo que no es suficiente para mantener al día la estructura que necesitan los laboratorios”.

De hecho, la situación de la mayoría de los laboratorios de Biología hasta la mitad de la década del 90 era precaria. Las construcciones, sin reformas, se estaban deteriorando. Para poder desarrollar investigaciones, faltaba de todo: espacio, bancos adecuados, energía eléctrica, agua, sistema térmico y de seguridad y equipos. Y lo más grave: en muchos casos, había problemas tan serios que ponían en riesgo la salud de los investigadores o comprometían los resultados de los estudios. Goteras en los techos amenazaban a los equipos y humedecían las paredes, que se convertían en el hábitat ideal para colonias de hongos. Las filtraciones comprometían la estructura de edificios enteros y minaban el resultado de los experimentos. Además del riesgo de derrumbe, existía peligro de incendio ante la fragilidad de las instalaciones eléctricas y de las conexiones improvisadas para mantener las actividades en funcionamiento.

A paso de tortuga
Estos problemas de infraestructura eran extremadamente comunes y hacían parte del día a día de las principales universidades públicas del Estado – USP, Unicamp y Unesp – y de importantes centros de investigación del país, como los institutos Biológico, de Botánica y Butantan. Es evidente que esta precariedad comprometía los resultados de las investigaciones. A pesar de la persistencia y de la buena voluntad de los investigadores, la Biología en Brasil se estaba quedando atrás.

“La situación era angustiante. Mientras los investigadores de otros países volaban, nosotros aquí, andábamos a paso de tortuga”, compara Mayana. “No teníamos equipos y los acabábamos pidiendo prestado a los otros. Andábamos kilómetros para analizar una cosa acá, otra allá”, recuerda la científica.

A partir de la aplicación de los recursos del Infra, comenzaron los cambios. La FAPESP invirtió en los laboratorios del área de Biología 27.8 millones de reales, beneficiando, entre otros, a los institutos de Biociencias de la USP, en São Paulo, de la Unesp en Botucatú y Río Claro, al Instituto de Biología, Letras y Ciencias de São José do Rio Preto (también de la Unesp), al Instituto de Biología de la Unicamp y a los institutos estaduales de investigación: Butantan, Biológico y de Botánica.

La inversión permitió refaccionar y modernizar laboratorios, que hoy están en condiciones de actuar en las más diferentes líneas de investigación.Otro aspecto positivo de estas reformas, destaca Ivo Lebrun, del Departamento de Bioquímica y Biofísica del Instituto Butantan, fue el fortalecimiento del intercambio entre los investigadores. “Aumentó la presencia de investigadores de otras instituciones, incluso del exterior, que se sienten animados porque el laboratorio tiene condiciones de desarrollar estudios más avanzados”, dice. Y la comunidad científica lo celebra. Ahora, los laboratorios son más espaciosos -lo que proporciona autonomía a los equipos de investigación, ya que antes, en algunos casos, se turnaban de manera informal para poder ocupar las salas y usar los equipos- y ya está en condiciones de recibir un número mayor de alumnos. “Creo que vamos poder acoger por lo menos tres alumnos más de doctorado y posdoctorado”, afirma Mayana.

Con las reformas de los laboratorios, los investigadores pasaron a trabajar en ambientes más limpios, ventilados, seguros y, por consiguiente, más agradables, lo que trajo importantes reflejos también desde el punto de vista psicológico. “Vivíamos en un ambiente oscuro y deprimente. Hoy todo es más leve, mejoró el ánimo y, así, la producción también mejora”, dice João Vasconcellos Neto, del Departamento de Zoología del Instituto de Biología de la Unicamp. El cambio que trajo esa sensación de bienestar que, para Vera Cecília, se puede resumir en una frase: “Fue un soplo de vida”.

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