Hubo un tiempo en que el tercer museo en importancia en América Latina se destacaba por su nula seguridad. Solamente una puerta de vidrio separaba el ambiente externo – la calle – del área de exposición, donde se encuentran obras de importantísimos artistas, como Picasso, Modigliani y Matisse. “El riesgo de robo era alto”, admite el director de la institución, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la Universidad de São Paulo (USP), José Teixeira Coelho Netto.
Pero había otros problemas. La estructura había sido proyectada incluyendo un sistema de aire acondicionado, pero éste nunca fue instalado. Así, el edificio no contaba ni siquiera con ventilación natural, por más precaria que esta fuera. “El calor era insoportable, el edificio era un verdadero horno, la gente no lograba permanecer más de media hora en el museo”, dice Coelho Netto. Y la cosa no paraba ahí. El gran calor amenazaba incluso la propia integridad de las obras.
La lista continúa. El sistema de protección contra incendios se reducía prácticamente a algunos extinguidores dispersos por el edificio, algo nada adecuado para un museo de ese porte. Lo mínimo que se podía decir al respecto de la distribución de espacios era que era pésima. La precaria iluminación estaba constituida por lámparas comunes, las mismas que se usan en fábricas y oficinas, totalmente desaconsejables para un ambiente de exposiciones.
Humedad
Afortunadamente, se iniciaron las refacciones, en gran medida, con el uso de una partida de 2,6 millones de reales del Programa de Infraestructura de la Fapesp. Más de la mitad de esos fondos se destinó a la instalación de un sistema de aire acondicionado que no solo torna más agradable la vida de los visitantes y los empleados, sino que también, por ser tecnológicamente bastante avanzado, controla electrónicamente la temperatura y la humedad relativa del ambiente, algo fundamental para la preservación de las obras.
No fue tarea fácil hacer funcionar ese aire acondicionado. La infraestructura para la instalación de los equipos ya existía. Pero las tuberías eran inmensas, y en ciertos casos, llegaban a cubrir la mitad de las paredes. La solución fue instalar paredes falsas de placas de yeso a lo largo de las paredes de material. De esa manera se cubrieron las inmensas bocas de aire. Tanto mejor para el museo. El equipamiento quedó totalmente embutido y las nuevas paredes se encuentran libres para la colocación de cuadros, sin contaminación visual.
Para mejorar la seguridad, el área de exposiciones fue desplazada hacia atrás y ahora no tiene contacto con el hall de entrada, protegida por puertas más resistentes. El MAC cuenta ahora también con un sistema de combate a incendios muy eficiente, similar a que estáinstalado en el Museo del Louvre, en París. Si un sensor detecta un foco de incendio, el sistema lanza automáticamente en el área en cuestión un gas inerte presurizado, el FM-200, que apaga las llamas sin provocar daños a personas u obras. La liberación del gas se restringe solamente al área identificada como foco del fuego por los microprocesadores del sistema y no llega a otros lugares.
Movimientos
¿Una exageración? No si se considera el valor del acervo del MAC. “El museo tiene la mayor y más importante colección de arte moderno y contemporáneo de Brasil”, declara el director, Coelho Netto. Entre óleos, grabados y esculturas, el MAC tiene cerca de 8 mil obras, una cantidad mayor, por ejemplo, a la del Museo de Arte Moderno de São Paulo (Masp). En su patrimonio estable están representados prácticamente todos los principales movimientos artísticos del siglo XX, tanto los surgidos en el exterior como los de Brasil.
Entre los artistas extranjeros con obras en el MAC se encuentran, por ejemplo, Picasso, Modigliani, De Chirico, Léger, Matisse, Kandinsky, Max Ernst, Morandi, Appel, Albers, Vasarely, Fontana, Calder, Rauschenberg y Wasselman. Entre los brasileños, Tarsila do Amaral, Anita Malfatti, Portinari, Goeldi, Flávio de Carvalho, Waldemar Cordeiro, Lygia Clark, Hélio Oiticica, Volpi, Mario Zanini, Bonadei, Gomide, Antônio Henrique Amaral, Nelson Leirner, Tomie Ohtake, Manabu Mabe, Aguilar, Paulo Pasta, Evandro Jardim y Regina Silveira.
Cuando surge una oportunidad de acceso más fácil, aun en condiciones que no son precisamente las ideales, ese acervo es bastante apreciado por el público. Una exposición realizada por el MAC en la Galería de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), en la ciudad de São Paulo, entre abril y agosto de 1999, atrajo a 90 mil personas, un récord para exposiciones de colecciones nacionales. Otra medida del valor del patrimonio del MAC es la frecuencia con la que sus obras son requeridas para exposiciones en grandes museos internacionales. Se han concretado préstamos, por ejemplo, a instituciones tales como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma), el Museo Nacional de Alemania, en Berlín, y la Fundación Antoni Tapiès, de Barcelona.
Modigliani
Una de las obras más solicitadas por los museos extranjeros es una de las más relevantes del MAC, el único autorretrato del pintor y escultor italiano Amedeo Modigliani. “Se trata de una obra fundamental para cualquier exposición de este artista”, dice Coelho Netto. Otra obra muy solicitada es A Negra, de Tarsila do Amaral, considerado el cuadro más representativo del Modernismo brasileño. Pero la colección cuenta con otras preciosidades, como algunas decenas de obras de Di Cavalcanti, 21 telas de Volpi y más de 100 grabados de Renina Katz. En la última Bienal de São Paulo, en 1998, había nada menos que 40 obras del MAC en las paredes de la exposición.
Pero algunas de las preciosidades existentes en el museo aún están siendo descubiertas. El MAC tiene un archivo permanente. Parte de su contenido permaneció guardada en paquetes, ignorada, cuando el acervo fue trasladado de su antiguo local, en el Parque do Ibirapuera, al edificio nuevo, en el campus de la USP. Para organizar y tornar accesible ese material, compuesto principalmente por carteles y objetos donados por artistas, se necesitaba fundamentalmente dinero, y una vez más éste surgió del Programa de Infraestructura de la FAPESP.
“Loque teníamos antes guardado en la USP o en el Ibirapuera era un archivo muerto, apilado en condiciones inadecuadas, dentro de cajas o paquetes, tal como llegó cuando fue donado por los artistas”, dice la especialista en documentación Silvana Karpinski, una de las responsables del trabajo, juntamente con la directora de la Biblioteca del MAC, Dina Elizabeth Uliana. “Ahora tenemos un archivo vivo, en condiciones de recibir a los investigadores, de fácil acceso paro los que lo quieran consultar”, prosigue Karpinski.
Armarios especiales
El trabajo de apertura del archivo reveló muchas sorpresas, como por ejemplo, los documentos personales del artista Ernesto de Fiori, sueltos entre el material. Todos los documentos fueron tratados y la mayoría está guardada en archivos deslizantes de acero. Algunos carteles y otros documentos de difícil manipuleo fueron a parar a armarios especiales. El acervo fue digitalizado y grabado en CD-ROM. “No existe más el riesgo de que parte del mismo se pierda o se deteriore”, afirma Silvana.
La reforma realizada en el recinto del campus de la USP también mejoró la disposición de las áreas de exposición. Antes, el museo funcionaba en un solo salón. Ahora se encuentra dividido en ocho secciones. Con ello, se ganó en flexibilidad a la hora de distribuir las obras para su exposición. La iluminación también cambió. Las antiguas lámparas fueron reemplazadas. Las nuevas fueron proyectadas especialmente para el museo. Con ellas es posible orientar y regular la cantidad de luz en cada una de las secciones del MAC.
La adecuación del espacio posibilitó la duplicación de la reserva técnica, los lugares donde están las obras que no están en exposición en el momento. Con ello se hizo posible que llegase parte del material que continuaba en el espacio del Ibirapuera – cerca de la mitad del acervo -, donde las condiciones de seguridad continúan siendo malas. “Faltó espacio para acomodar todo el acervo en el espacio de la USP, pero ahora estamos mucho más tranquilos con relación a la seguridad”, declara Coelho Netto. Las principales obras están en el MAC.
Una gran galería
De las ocho galerías en las que ahora está dividido el nuevo edificio, cuatro están en el Ala Oeste y dos, gemelas, en el centro. El grupo se completa con una Alta Galería, para piezas de pared de mayor porte, y una Gran Galería, preparada como un espacio especialmente adecuado para la presentación de obras contemporáneas.Los cambios parecen estar gustando. El museo, que reabrió sus puertas en diciembre del año pasado, tras siete meses de reforma, definitivamente no es el mismo. El promedio de visitantes, que era de 30 personas por día antes de la reforma, se elevó a 80. En el primer día de la reinauguración, recibió a 2 mil personas, un número nunca antes alcanzado en su historia.
La entrada vidriada permanece, llamando la atención entre los otros edificios de la calle de la Rectoría, en el campus de la USP. El concreto expuesto tratado y la instalación de paneles de vidrio esfumado y de una marquesina de protección en la entrada principal le otorgaron una nueva apariencia a la fachada. El vestíbulo o hall de entrada cuenta con un pequeño local para la venta de souvenires, siguiendo el ejemplo de otros grandes museos del mundo. En breve, estarán funcionando también cafeterías. Los domos o cúpulas de fibra de vidrio del techo fueron reemplazados por lozas de hormigón, aumentando así la seguridad y la resistencia al agua de la lluvia.
Obra Nova
Coelho Netto cuenta que las reformas tuvieron gran repercusión también en el ambiente artístico. De los cien artistas invitados para la inauguración de Obra Nova, la muestra de reapertura del museo tras la reforma, 97 confirmaron inmediatamente su presencia y los otros tres justificaron su ausencia debido a problemas personales o viajes al exterior. “Los artistas también han aparecido más por el museo”, afirma el director. “Muchos de ellos se mostraron impresionados con el aspecto moderno y agradable del edificio”, agrega.
Hubo casos en los que dicho reconocimiento tuvo un carácter práctico. Varios artistas se mostraron tan entusiasmados con la renovación del MAC que decidieron contribuir con el patrimonio del museo. En pocas semanas, se registraron más de 20 donaciones, incluso por parte de artistas tan conocidos como Cláudio Tozzi, Ubirajara Ribeiro, Maria Bonomi, Archangelo Ianelli y Renina Katz.
Obras en papel
Después de la iniciativa de la FAPESP, comenzaron a llegar otras donaciones importantes al museo. Vitae, por ejemplo, una asociación que apoya proyectos en las áreas de cultura y educación, le entregó 98 mil reales al organismo de la USP. Ese dinero fue utilizado para pagar parte de los gastos ocasionados por la instalación de una sala especial para la preservación de obras en papel. La empresa de marketing Thompson está preparando gratuitamente un proyecto de divulgación del museo. Y una empresa de transportes, Alves Tegan, transporta de forma gratuita las obras del MAC a exposiciones en otros lugares.
Para la sala de las obras en papel, el Gabinete de Papel, se tuvieron especialmente en cuenta las necesidades de los investigadores, además del interés del público. Las obras no permanecen propiamente expuestas, sino guardadas en gavetas especiales. Caben así en el local 400 obras, cuando en una exposición común no sería posible guardar la décima parte de esa cifra. El museo encuadra al Gabinete de Papel en un concepto que denomina “atención variada”, pues atiende simultáneamente a investigadores, artistas, educadores y público en general.
Estructura de apoyo
“Tecnológicamente, el MAC es actualmente el museo más avanzado de Brasil”, afirma Coelho Netto, “y en términos de agradabilidad y adecuación del espacio, está entre los mejores de América del Sur”. El director recuerda que estas cualidades son fundamentales para un organismo creado no solo para realizar bellas exposiciones, sino también para brindar apoyo a la investigación. Además de sus obras y de una estructura de apoyo a los investigadores, el MAC tiene también un conjunto de laboratorios de conservación y restauración. También en ese área la FAPESP marcó presencia, con inversiones en proyectos de carácter científico.
Cabe recordar que el MAC tiene una división de enseñanza y de acción cultural, que actúa en escuelas públicas de São Paulo. Son frecuentes, por ejemplo, las visitas guiadas de alumnos de escuelas primarias a sus instalaciones. El MAC está organizando un manual para profesores, destinado a ayudar a éstos en la preparación de sus alumnos para efectuar visitas de esta índole. Existen también programas orientados a niños con deficiencias físicas y mentales, contando incluso con materiales y actividades dirigidas a ese público especial.
Donación
Coelho Netto afirma que la participación de la FAPESP está siendo decisiva para la vida del museo. Relata que el primer gran momento del MAC fue en 1963, cuando la pareja Francisco Matarazzo Sobrinho – Yolanda Penteado donó las obras de arte de sus colecciones particulares y las que constituían el entonces Museo de Arte Moderno (MAM) a la USP. A cambio, la universidad se comprometió a crear el MAC y a construir un edificio para albergar esa colección. Éste es el edificio actual, sito en la calle de la Rectoría, inaugurado en octubre de 1992.
El segundo gran momento para la institución, en la opinión del director, fue cuando el MAC, con el apoyo de la FAPESP, logró montar una infraestructura comparable a la de los grandes museos internacionales. “Sin duda, se trata del segundo gran acontecimiento en la vida de museo”, afirma.
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