CAROLINE MARTINHO/UNBDurante las próximas décadas, las dunas que circundan las playas a lo largo de los casi 500 kilómetros del litoral de Río Grande do Sul disminuirán bastante su extensión. Hasta podrían desaparecer, tapizadas por una capa de tierra y vegetación que no dejen arena desnuda a la vista. La previsión es de la geóloga Caroline Martinho, de la Universidad de Brasilia (UnB), quien desde hace cinco años estudia los cambios geológicos que se sucedieron en la planicie costera de Río Grande do Sul durante los últimos cuatro mil años. Ella detectó ciclos de aproximadamente mil años en los que las dunas se multiplican hacia el interior del continente durante los períodos más secos y prácticamente desaparecen cuando las lluvias son más frecuentes. En esas épocas húmedas -tal como la actual- los matorrales y pastizales, las petunias de colores maravillosos, flores amarillas de la familia de las margaritas y otras plantas rastreras típicas de la zona extienden sus tallos y acaban revistiendo la arena. Según la investigadora, el nivel del mar, que no osciló más de dos metros en los últimos 6.500 años, no cumplió el rol más importante en ese proceso.
Durante su doctorado, que culminó en 2008 en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRGS), Caroline analizó nueve campos de dunas a lo largo de los 250 kilómetros que van desde Torres, en la frontera con Santa Catarina, hasta Mostardas, junto a Lagoa dos Patos, en el centro del litoral “gaúcho”. En los puntos de recolección -con nombres ora poéticos, ora grandiosos que caracterizan a las playas de la región: Rondinha, Capão Novo, Atlântida Sul, Jardim do Éden, Magistério, Dunas Altas, Solidão, São Simão y Mostardas-, la geóloga realizó perforaciones de hasta 5 metros de profundidad recolectando porciones de suelo que en otras épocas estuvo en la superficie y luego fue recubierto por arena. “El suelo sólo se forma cuando existe vegetación”, explica. Por eso su presencia indica todo un escenario geológico. Luego estimó la edad de esas muestras mediante carbono 14 e identificó tres períodos principales en los últimos 5 mil años en que las dunas se transformaron en campos tapizados por vegetación: entre 4.820 y 3.970, entre 2.760 y 2.460 y entre 1.570 y 710 años atrás -etapas que otros estudios ya sugirieran haber sido más húmedas, según expone un artículo de la revista Marine Geology. El trabajo reconstruyó procesos geológicos que suceden en el transcurso de miles de años, pero cuya historia queda oculta algunos metros por debajo de la superficie terrestre y sólo puede recuperarse mediante un enfoque geológico.
En otra parte, todavía no publicada de su tesis, Caroline analizó las alteraciones más recientes en los campos de dunas, durante los últimos 50 años. Ella comparó fotografías aéreas representativas de diversos momentos durante ese período y las cotejó con informaciones sobre las lluvias y los vientos, confirmando lo que había inferido para tiempos más antiguos. “Cuando llueve más, los campos de dunas se van reduciendo y tienden a desaparecer”, describe. Es lo que actualmente está sucediendo, ya que entre 1948 y 2003 la precipitación media aumentó en 20 milímetros. Los vientos también tienen importancia porque transportan la arena de las playas hacia el interior. Cuando son débiles, dejan de alimentar las dunas, que de esa manera, no resisten la invasión de la vegetación. Y entre 1964 y 1988 la fuerza del viento disminuyó continuamente, lo que Caroline considera haber resultado crucial para la configuración actual de las dunas.
JOSÉ STOLZ/UFRGSLa costa “gaúcha” no es uniforme y las dunas están desapareciendo más rápidamente en la región norte, en el tramo entre Torres y Atlântida Sul. Allí, la sierra Geral se adentra en el mar, bloquea los vientos y concentra lluvias en la franja de dunas que no pasa de 2 kilómetros de anchura. El clima más húmedo propicia una vegetación repleta de abrojillos (rosetas, en el decir “gaúcho”) que se ensartan en los pies de quien intenta llegar a la playa. “Igualmente allí, existían dunas bien desarrolladas, tal como revelan las fotografías aéreas de 1948”, cuenta Caroline. Actualmente, dice ella, en esa región sólo aparecen dunas con vegetación en proceso de fijación. En la parte sur de la zona, las dunas alcanzan a adentrarse seis kilómetros en el continente. En esa región aún existen montes de arena desnuda, separados por entrantes más húmedas que pueden albergar alguna vegetación o hasta pequeños bañados.
Las oscilaciones en la extensión de las dunas también se hallan registradas en el patrimonio genético de los tuco-tucos de las dunas (el roedor Ctenomys flamarioni), que sólo existen en las dunas “gaúchas” y se consideran amenazados de extinción en el Livro vermelho publicado en 2008 por el Ministerio de Medio Ambiente. Para ellos, la tendencia a la desaparición de esos campos arenosos es una mala noticia. Se trata de roedores de color arena, que se pasan la vida en túneles que excavan en las dunas. “Mucha vegetación o ninguna, excluye la existencia de esta especie”, dice la bióloga Gabriela Fernández, de la UFRGS. Los estudios que desarrolló durante su doctorado, defendido en 2007, muestran una diversidad genética básica en los 500 kilómetros de llanura costera donde ellos viven, en comparación con otras especies de tuco-tucos. “Eso puede explicarse por la alta inestabilidad de la región costera, debido tanto a procesos climáticos y humanos actuales, como a procesos de escala geológica”, concluye.
Durante las últimas décadas, la intervención humana se agrega a los cambios naturales -y los intensifica. “Las dunas estabilizadas estimulan la urbanización”, relata Caroline, quien vio como los loteos se multiplicaron junto con la vegetación. Las casas de veraneo funcionan como barreras para la arena acarreada por el viento y fijan el suelo de manera aún más permanente que las raíces de los pajonales, reforzando la desaparición de las dunas. Si todo continúa de esta manera, aunque las oscilaciones climáticas sigan como siempre y en algunos siglos el clima vuelva a ser más seco en aquella región, la geóloga considera que las dunas no volverán a extenderse en largos campos donde los tuco-tucos aún espían desde sus madrigueras.
Artículo científico
MARTINHO, C.T. et al. Mid to late Holocene evolution of transgressive dunefields from Rio Grande do Sul coast, Southern Brazil. Marine Geology. v. 256, n. 1/4, Págs. 49-64. Diciembre de 2008.