Cuatro de cada diez brasileños cargan alteraciones en el gen CYP2A6, que pueden constituirse en una ventaja biológica en la lucha contra el tabaquismo. Las personas que tienen mutaciones en ese gen, que actúa en el proceso de eliminación (metabolización) de la nicotina liberada por el tabaco en la sangre y en el cerebro de los fumadores, tienden a no fumar o a ser menos dependientes del cigarrillo que los individuos con poseen la versión normal (y predominante) del CYP2A6. Ésta es la buena nueva de un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Nacional del Cáncer (Inca) de Río de Janeiro, que mapearon la existencia de las cuatro principales mutaciones del CYP2A6 en una muestra de 342 individuos, compuesta por fumadores, ex fumadores e individuos que nunca fumaron.
Este trabajo produjo una información importante, en especial para un país tan mestizo como Brasil: la más común de esas mutaciones que reducen la dependencia química del cigarrillo, llamada 1B, es mucho menos frecuente en personas de origen negro o en mulatos que en blancos. “Este dato es muy interesante e inédito en la literatura científica”, comenta el médico Guilherme Kurtz, del Inca, coordinador del estudio. “Los trabajos internacionales sobre la incidencia de mutaciones en ese gen se habían efectuado solamente con poblaciones caucásicas y asiáticas.”
Sin tener en cuenta su etnia, un 31% de los individuos que participaron en el estudio del Inca presenta al menos una copia (alelo) del gen CYP2A6 con la mutación 1B, índice ubicado dentro de la media internacional encontrada en países con poblaciones formadas mayoritariamente por descendientes de caucásicos. Como es sabido, el ser humano posee dos copias de sus genes, una heredada del padre y otra de la madre – y cada una de ellas puede o no ser objeto de mutaciones.
Los resultados del trabajo indican que la presencia de esta alteración genética es siete veces mayor en los no fumadores y dos veces mayor en ex fumadores que en los fumadores habituales. Cuando se adopta el color de la piel como una diferencia entre los participantes de la investigación, la aparición de la principal mutación en el CYP2A6 varía bastante. Al menos un alelo alterado está presente en el 38% de los blancos, un 30% de los mestizos y solamente un 15% de los negros. “Es interesante observar cómo varía la frecuencia de la mutación de acuerdo con la clasificación de los individuos según el color de su piel”, dice la bióloga Gisele Vasconcelos, del Inca, otra autora del estudio. La muestra analizada estaba compuesta por 147 individuos blancos, 141 mulatos y 54 negros, y reflejaba así, grosso modo, el patrón de distribución racial de Brasil. La cantidad de hombres y mujeres era más o menos la misma – y el parámetro sexo parece no tener relevancia en la incidencia de estas alteracionesgenéticas.
Al margen de la nada rara mutación 1B, se determinó en los laboratorios del Inca la incidencia de otros tres tipos de alteraciones en el gen CYP2A6. La segunda en frecuencia es la denominada 9, encontrada en el 6% de los participantes en el trabajo. Después aparece la mutación 2, presente en un 2% de los individuos de la muestra. En último lugar viene la 4, que incide sobre un 0,6% de los brasileños analizados (en Japón esta mutación surge en uno de cada cinco de sus habitantes). Sumando la prevalencia de las cuatro mutaciones (1B, 9, 2 y 4), el 39% de la población nacional posee formas del gen CYP2A6 que puede disminuir el riesgo de dependencia de la nicotina – por lo tanto del tabaco – y aumentar las chances de parar de fumar.
Pero, ¿por qué estas mutaciones parecen alejar a las personas del cigarrillo? En junio de 1998, investigadores de la Universidad de Toronto, Canadá, demostraron que la acción del gen constituye un importante elemento de la cadena química que sujeta a los fumadores al tabaco. El gen comanda la producción en el hígado de una enzima homónima, también llamada CYP2A6, que, entre otras funciones, tiene el papel de regular la destrucción de la nicotina, presente en la sangre y en el cerebro del fumador. A medida que la nicotina va siendo eliminada por la acción de esta enzima, el tabaquista siente más deseos de encender otro cigarrillo para reponer los niveles de esa sustancia. Algunos científicos creen que, una vez establecida la dependencia química con relación a la nicotina, el fumador busca mantener siempre niveles elevados de dicha sustancia en su organismo. De allí la compulsión al consumo de tabaco.
Actividad reducida
En ese contexto, individuos que presentan alguna alteración en el gen CYP2A6, las mutaciones ya mencionadas (y otras nueve más raras y no mencionadas), fabrican diferentes formas no convencionales de la enzima. Las personas con las mutaciones 1B y 9, las más prevalentes en la población brasileña, producen por ejemplo variantes menos activas de esta enzima. Es como si éstas cargasen naturalmente una menor cantidad de la enzima en su organismo, y por eso el proceso de destrucción de la nicotina se desarrolla de manera más lenta. Como los niveles de nicotina existentes en la sangre y en el cerebro demoran más para declinar, los portadores de estas modificaciones genéticas, en caso de ser fumadores, lograr saciar sus ganas de fumar con tan solo uno o unos pocos cigarrillos.
En tanto, individuos con la mutación 2 producen una forma inactiva de la enzima, y los que tienen la alteración 4 sencillamente no la fabrican. En términos prácticos, esto equivale a decir que las personas que tienen estas mutaciones, prácticamente no producen la enzima en cuestión – por lo menos no la producen debido a la acción del gen CYP2A6. Puede ser incluso que algún otro gen fabrique una cierta cantidad de esta enzima, pero no con la misma eficiencia que su gen original, el CYP2A6. En el exterior se están probando medicamentos capaces de imitar el efecto de las mutaciones e inhibir o al menos retardar la acción de la enzima, lo que podría constituir un paso importante para disminuir la dependencia con relación a la nicotina.
Un beneficio por duplicado
Al margen de hacer más lenta la destrucción de la nicotina, que así disminuye el deseo de fumar, las mutaciones promueven un segundo tipo de mejora entre sus portadores: reducen la tasa de activación de sustancias precancerígenas presentes en los derivados de tabaco. Esto porque, en el organismo, la forma normal de la enzima CYP2A6 activa las nitrosaminas, sustancias tóxicas presentes en los cigarrillos, y las transforma en elementos que predisponen al cáncer. En las versiones anormales de la enzima, producto de las alteraciones genéticas, no lo hacen. “Las mutaciones son doblemente benéficas”, comenta Gisele.
Lógicamente, la carga genética no es el único factor que puede favorecer o inhibir el tabaquismo. Aspectos culturales y socioeconómicos también cuentan en ello. En las naciones más ricas el consumo de cigarrillos ha venido cayendo en las últimas décadas. Pero lo propio no sucede en las regiones más pobres. Tanto es así que el 80% de los 1.300 millones de fumadores que hay en el mundo vive en países en desarrollo. En Brasil, donde alrededor de 200 mil personas mueren anualmente en razón de problemas de salud relacionados con el tabaquismo, tales como infartos, enfisemas, derrames y cánceres, el consumo de cigarrillos per cápita cayó un 32% entre 1989 y 2002. Pero hay dos veces más fumadores entre los estratos menos instruidos -0 probablemente también más pobres – que en las capas más pudientes de la población.
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