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Fusión

Una delicada relación

Los científicos utilizan cada vez más obras de arte en sus investigaciones, y los artistas se valen de la ciencia para entender sus creaciones

En 1935, el poeta portugués Fernando Pessoa resumió las razones por las cuales el arte y la ciencia habitaron diferentes mundos durante generaciones y generaciones. Para Pessoa, mientras la ciencia describía las cosas tal como éstas eran, el arte describía las cosas como éstas eran sentidas. Entretanto, a la luz del nuevo milenio, el poeta ciertamente podría vislumbrar un nuevo escenario, en el que la ciencia y el arte empiezan a tener objetivos comunes.Los signos más evidentes de confluencia surgen en la academia. Cuadros de Picasso y Munch, por ejemplo, están siendo utilizados para comprender mejor la cefalea. Esculturas y pinturas de la Antigüedad sirven de material para la historia de enfermedades que causan la parálisis facial.

Obras del Renacimiento son utilizadas en trabajos sobre el desarrollo humano y en investigaciones referentes a las relaciones entre el cerebro y las artes plásticas. En Italia, el pintor Canaletto es fuente de información para que los investigadores registren el avance del mar sobre Venecia. Por otra parte, muchas historietas, videoarte y obras de teatro han sido creadas a partir de investigaciones en química. En Chicago, el artista plástico y profesor brasileño Eduardo Kac creó una coneja blanca transgénica como una especie de instalación artística.

“Existe buena disposición entre los científicos y los artistas para que se desarrolle la fusión entre arte y ciencia. Durante los últimos siglos, los científicos se restringieron mucho en sus áreas de actuación. De esa manera, perdieron la oportunidad de ampliar el conocimiento hacia otras esferas. Estábamos atados a la visión cartesiana dicotómica, que opone la razón a la emoción”, dice Norberto Garcia-Cairasco, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP).

Con el apoyo de la FAPESP, Garcia-Cairasco dirige y desarrolla investigaciones en Neurociencias en el Laboratorio de Neurofisiología y Neuroetología Experimental de la USP. El investigador, un doble de artista plástico y de científico, se dedica a estudiar la relación del cerebro con las artes visuales. Y encuentra espacio para sus abordajes. Para él, el mundo experimenta actualmente una especie de neorrenacimiento, en el cual científicos y artistas admiten las contribuciones que la unión de ambos campos puede ofrecer para el desarrollo mutuo.

Potencia
Una evidencia de que ese movimiento es creciente es la creación del Art Science Research Laboratory, fundado nada menos que por Stephen Jay Gould, profesor de Harvard, fallecido el mes pasado. Su propuesta era que el arte y la ciencia deberían unir todo su potencial para el desarrollo de métodos comunes, de pensamiento crítico y búsqueda de la innovación desde una perspectiva histórica.El trabajo de Garcia-Cairasco se orienta en esa dirección, uniendo una perspectiva histórica a las nuevas propuestas de investigación y producción artística. “Procuro identificar cómo vieron el cerebro en el transcurso de los siglos los artistas. Es una región mítica y misteriosa”, comenta.

La importancia de esa aproximación puede resumirse en dos ejemplos de peso: Leonardo Da Vinci y Michelangelo Buonarroti, ambos genios del arte renacentista. “Muchas de las versiones, algunas magníficas, otras no siempre precisas, sobre el cerebro, los nervios y los músculos, fueron producto de ese período de la historia de la humanidad. Grandes obras de la anatomía fueron desarrolladas en esa época y en otras subsecuentes”, observa. “Quizás Vesalius no hubiera sido tan reconocido como anatomista si no fuese por la contribución importante del taller de Ticiano en su obra”, dice.

El año pasado, el debate sobre este tema arreció con el lanzamiento del libro El Conocimiento Secreto, del pintor inglés David Hockney. En dicha obra, el autor sugiere que, en el siglo XV, los pintores usaban lentes, espejos cóncavos y cámaras oscuras para imprimir mayor realismo a sus pinturas. Un detalle: lo hacían antes que todos y en el más absoluto secreto. Entre los adeptos a esta técnica se encuentran nombres relevantes, como Van Eyck, Caravaggio, Lotto, Vermeer e Ingres.

La tesis de Hockney va a contramano de la visión de los historiadores, que apuntaban al realismo de las pinturas flamenca y renacentista como un producto de la invención de la perspectiva y de la tinta al óleo. Pero los recursos descritos por el pintor inglés habrían creado las condiciones para la representación fidedigna de las profundidades, los brillos, las sombras y los volúmenes.

Después del lanzamiento del libro, la gritería fue general. Muchos críticos consideraron que la teoría de Hockney era una mácula en la imagen de esos genios. Pero la respuesta de Hockney recalcó de qué manera la alianza entre arte y ciencia puede ser benévola. Según éste, los instrumentos ópticos no hacen arte. Las lentes, los espejos y la cámara oscura eran apenas herramientas para estos artistas. Como defensa contra las acusaciones, Hockney presenta una tesis de que los artistas descubrieron los instrumentos antes que todos.

Neurociencias
Garcia-Cairasco no entra en esa discusión. Pero cree que la unión de las herramientas científicas y artísticas es fundamental para el desarrollo de los dos campos. Para éste, el avance de las técnicas electrofisiológicas y la biología molecular, por ejemplo, han generado la paradoja entre el conocimiento más profundo y sofisticado en modelos de microuniversos neurales y el de la aparentemente inviable tarea de poner las partes coherentemente cada cual en su lugar. Una propuesta de solución consiste en la fusión de arte y ciencia. “Es necesario que las investigaciones en neurociencias contemporáneas destaquen de manera clara la necesidad de nuevas asociaciones entre artistas y científicos, con el objetivo de permitir una interpretación más realista de las disecaciones moleculares, por analogía con las disecaciones del renacimiento”, confía.

Con todo, las herramientas contemporáneas para los modelos son diferentes a aquéllas utilizadas por los pintores renacentistas. Se trata de la estructura computacional, electrónica y virtual. “El gigantesco proyecto de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, The Visible Human, ilustra la fusión histórica del arte con la tecnología contemporánea”, sugiere. Su logotipo es una fusión de una imagen anatómica de Vesalius con una de una resonancia magnética estructural.

En su taller, Garcia-Cairasco también trabaja con ese tema y esos elementos. Su propuesta consiste en la conjunción entre el diseño digital de la naturaleza y los comportamientos humanos y animales, con situaciones relevantes para las neurociencias. Una obra síntesis puede ser Poeta de Gaveta: Inspiração para Estudos Cerebrais, realizada en 1998. “Mi trabajo recupera la idea renacentista del hombre con la naturaleza, sólo que con nuevos instrumentos”, analiza.

Otro aspecto de la interacción entre el cerebro y el arte, también discutido en su laboratorio, es la correspondencia entre el desempeño humano en tareas estéticas en individuos con enfermedades cerebrales. En esa investigación, el profesor considera dos tipos de universos: el de los genios que presentaban cuadros maníaco-depresivos (Tennesee Williams y Erza Pound) y el de los que sufrían epilepsia (Van Gogh). El equipo parte de estudios en modelos animales con esa alteración neurológica, lo que ha permitido que se estudien análogamente las modificaciones comportamentales en los pacientes epilépticos.

Según Garcia-Cairasco, la primera e incontestable constatación de las investigaciones en el área es aquélla que indica que dichas restricciones mentales no comprometieron el desempeño artístico y creativo de esas personas. La segunda todavía se presenta como una pregunta. ¿Esos artistas eran genios debido a las patologías que los acosaban? “Estamos todos interesados en saber de qué manera el cerebro procesa la información estética y regula la ejecución de performances artísticas”, explica.

En la línea de recuperación histórica, la profesora de medicina de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) Maria Valeriana Leme Moura Ribeiro también se vale de los renacentistas para desarrollar su trabajo académico. Moura Ribeiro acaba de escribir el libro Neurologia e Desenvolvimento, en el cual aborda la metodología de observación y cualitativa de los niños, según los grandes maestros de la pintura. “El entrelazado entre el desarrollo humano y sus alteraciones, en el aspecto físico-fisiológico y social, y las obras de arte retratadas en los siglos XVI y XVII, es el resultado de observaciones, análisis y correlaciones que envuelven conceptos y avances importantes de la neuropsicología”, dice.

Perspectivas
Esos pintores tenían como objetivo la búsqueda de un trabajo que reprodujera la imagen con la mayor fidelidad posible, valorando las proporciones. “Los pintores recurrían a profesionales de otras áreas, como los matemáticos, para que los ayudaran en la solución de problemas referentes a las medidas de segmentos corporales, volumen muscular, proporciones y perspectivas”, dice.En ese contexto despuntaron nombres como los de Da Vinci, Gerard David, Michelangelo y Rafael. Todos retrataban el desarrollo evolutivo de los niños con acuidad y precisión. Para la profesora, el procedimiento adoptado por ellos es idéntico al del proceso científico. “Ellos trazaban objetivos, desarrollaban metodologías”, explica.

Partiendo de las instancias de producción artística, la profesora dice que es posible identificar en los cuadros aspectos importantes para el neurodesarrollo, tales como los reflejos del recién nacido, la apreciación de las características del cráneo y del rostro, la aprehensión de las características del desarrollo motor evolutivo e incluso observaciones sobre la comunicación psicoafectiva de la madre con el bebé.

El profesor de medicina de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) Luiz Antonio de Lima Resende también recurrió a las artes plásticas para su tesis de libre docencia al respecto del síndrome de Romberg, que provoca la atrofia y la deformación de uno de los lados del rostro. En su investigación, Resende identificó que, pese a que la enfermedad fue documentada solamente en el siglo XIX, debe haberse manifestado mucho antes. Su análisis incluyó obras de arte de los siglos XVI y XVII. Según Resende, el primer cuadro que registró la enfermedad fue Cristo Escarnecido, de Grunewald, en 1503.

Entretanto, Resende apunta que es en Retrato de Gerard Lairese, de 1665, pintado por Rembrandt Van Rijn, que el síndrome es más evidente y expresado con precisión.El profesor de medicina de la USP José Geraldo Specialli es otro científico que se vio seducido por las artes plásticas como recurso de investigación. Specialli ha recurrido a éstas para estudiar las cefaleas. En sus conferencias, presenta reproducciones de obras de arte famosas, en las que la expresión de los personajes caracterizan los dolores de cabeza. “Existen enfermedades que son identificadas por su aspecto físico, pero el dolor de cabeza no se expresa de esa manera. Aun así, algunos pintores lograron reproducir el malestar de la cefalea. Los cuadros registran lo imponderable del dolor”, dice.

Jaqueca
Uno de los cuadros utilizados por Specialli es La Mujer que Llora, de Picasso. Según el profesor, en el centro de la mujer pintada hay una mancha blanca en zigzag, una sensación propia de quien está con jaqueca. “Antes de una crisis, el sujeto tiene ese síntoma”, dice. Al igual que Specialli, el profesor de bioquímica de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) Leopoldo de Meis sostiene que la unión entre arte y ciencia es un recurso didáctico importante. De Meis constató que los niños y adolescentes veían al científico como un hombre solitario. “Estas características eran muy fuertes y generalizadas.

No logramos descubrir la razón”, afirma. Debido a la preocupación con ese aislamiento y ruido en la comunicación académica, De Meis echó mano a recursos artísticos para develar el mundo científico. La primera iniciativa se produjo con una asociación del profesor con el diseñador gráfico Diucênio Rangel. Con el apoyo de la FAPESP y de la Fundación Vitae, ambos produjeron una historieta intitulada O Método Científico, que ya tuvo dos ediciones de 8 mil ejemplares cada una. “Quería enseñar ciencia de la manera más hermosa y emocionante”. El segundo consistió en la creación de una obra de teatro, interpretada por investigadores, también llamada O Método Científico. El espectáculo, presentado en varios congresos de ciencia en Brasil, reemplaza las antiguas diapositivas por dramatizaciones hechas por los propios científicos.

Ahora, De Meis está involucrado en un proyecto de video, llamado Mitocôndria em Três Atos. Ese trabajo explotó el lenguaje cinematográfico con una exposición didáctica sobre las mitocondrias. “Los artistas se valieron un hecho científico para expresarse con un lenguaje artístico”, resume el investigador. Para éste, el lenguaje artístico es importante para introducir en el universo científico mayor emoción y creatividad.

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