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fibra optica

Una historia de vidrio y luz

Desde el tendido de la primera fibra óptica en el país, en 1977, su red se expandió hasta alcanzar un millón de kilómetros

La ambición de competir con vigor en el mercado global de aparatos para la comunicación óptica, en medio de gigantes como Siemens, Ericsson, Lucent o Alcatel, manifestada por una empresa brasileña instalada en un galpón de solamente 1.500 metros cuadrados -preparándose ahora, es verdad, para expandirse por 1.800 m² más- , puede sonar en algunos oídos como el delirio típico de una peligrosa megalomanía. Pero en ese propósito de la Padtec S.A., empresa implantada desde 2001 en Campinas, em el polo de alta tecnología del CPqD, y que firmo el mes pasado un convenio con la FAPESP volcado a la investigación de soluciones innovadoras relacionadas a redes ópticas, lejos de un sueño alucinado, encuentra fundamentos bien razonables en la actuación de la empresa y, principalmente, en la competencia acumulada por Brasil en el campo de las fibras ópticas, a lo largo de tres décadas, a la cual ella está, de hecho, vinculada.

Entre altas y bajas del panorama de las telecomunicaciones en el país, lo que usualmente se toma como marco inicial de esa historia tecnológica de los sistemas de comunicación óptica es la inauguración del Centro de Investigación y Desarrollo de la Empresa Brasileña de Telecomunicaciones, el CPqD de la Telebrás, en agosto de 1976, al frente el general José Antonio de Alencastro y Silva, presidente de la empresa, y el entonces ministro de las Comunicaciones del gobierno de Geisel, Euclides Quandt de Oliveira. Pero hay quien halle más adecuado hacer coincidir el punto de partida de esa trayectoria con un día de abril de 1977 en que, a la semejanza de un renovado y revolucionario soplado de vidrio, fue estirada la primera fibra óptica en el país, en una torre de 2 metros de altura del Instituto de Física Gleb Wataghin de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). En rigor, la fibra óptica, la Unicamp y la CPqD se imbrican em una composición singular en la historia contemporánea de la tecnología en Brasil y remiten a un personaje clave de esa narrativa que guarda, ciertamente, algunos momentos épicos entre otros angustiantes: José Ripper Filho.

“Las cosas nunca suceden de la forma planificada como aparecen en los relatos posteriores. Nada es tan organizado como la historia hace creer”, corrige Ripper, antes de explicar como, al retornar al Brasil em 1971, después de cuatro años de doctorado en el Instituto de Tecnología Massachusetts (MIT) y de cinco años en los Laboratorios Bell, se puso a intentar convencer a mucha gente de que el país, si aprovechase dos desarrollos que el año anterior habían ocurrido en laboratorios estadounidenses, estaría delante de una rara oportunidad de crecimiento. “Los Bell Labs habían conseguido el primer láser que podia operar continuamente en temperatura ambiente. Y la Corning anunciaba la primera fibra óptica de la historia. Ahora, estaba claro para mí en aquel momento que sería inevitable el impacto de esas innovaciones en las telecomunicaciones. Pero yo también sabía que iba a demorar unos 15 años hasta que su efecto se presentase en el mercado. Brasil tenía, por lo tanto, todo ese tiempo para prepararse y convertirse competitivo, en un área crucial para el desarrollo”, recuerda.

El ex-profesor de la Unicamp, hoy presidente de la AsGa, empresa que produce equipamientos para transmisiones vía fibra óptica, observa que, -el negro en el blanco, despreciando los infinitos ceniza del proceso-, las innovaciones siempre se dan por una evolución o por una revolución. En el primer caso, añade, quien está en el mercado lleva una ventaja enorme en términos de negocios. “Pero cuando el proceso es revolucionario quien está en el mercado resiste a aceptar la innovación”, de ahí por que es tan frecuente que los responsables de determinado desarrollo dentro de una empresa, después de realizarlo, salgan y crien una nueva empresa. La percepción sobre el significado de determinada innovación revolucionaria, como la de la fibra óptica, a veces es más fácil para quien observa las cosas a partir del laboratorio, dice aún Ripper, intentando minimizar la importancia de su visión con respecto de lo que estaba comenzando a darse en el campo de las telecomunicaciones en 1970.

Presentación de ideas
Después de una escasa repercusión inicial a su predicación, Ripper, que llegara a la Unicamp junto con otros profesores -liderados informalmente por el físico Rogério César Cerqueira Leite-, recibió de José Pelúcio Ferreira, presidente de la recién creada Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), la sugestión de presentar sus ideas a la Telebrás, que también mal acabara de ser implantada. “Funcionó”, recuerda él, que, en 1973, ya entregaba a la Telebrás un documento con 145 páginas, incluyendo la bibliografía y algunos diseños esquemáticos de su propuesta. En la página principal, marcada en la parte superior con el logotipo de la Unicamp, el título era “Sistemas de comunicaciones por láser”. El subtítulo en la hoja siguiente explica que se trataba de un “proyecto de investigaciones y desarrollo elevado a Telecomunicações Brasileiras S. A. por el grupo de dispositivos semiconductores del Instituto de Física Gleb Wataghin de la Universidad Estadual de Campinas”. Le siguen a eso, los nombres del rector, Zeferino Vaz, del director del Instituto, Cerqueira Leite, y del ejecutor del proyecto, José E. Ripper Filho.

El tercer párrafo de la introducción de ese documento, explicando los sistemas que venían siendo sugeridos para sustituir a los de microondas para la buscada transmisión de alta capacidad y cuyo original amarillento se encuentra en el CPqD, resume bien por donde Ripper seguiría. Dice él: “El segundo sistema en desarrollo utiliza como portadora una onda de frecuencia mucho más elevada (1014 a 1015 Hz) en la región del espectro visible o del infrarrojo próximo. Este sistema está más atrasado que el anterior; sin embargo debido a desarrollos recientes de investigaciones posee un costo potencial muy inferior al del las ondas milimétricas. Los dos principales de esos desarrollos fueron la fabricación de fibras de vidrio de bajísima pérdida por la Coming Corp. y el desarrollo, en el cual participó el autor de este proyecto, de láseres de semiconductor capaces de operar continuamente hasta en temperaturas muy arriba de la temperatura ambiente. Las fibras de vidrio son un medio de transmisión barato de fácil instalación, una vez que permiten curvas de radio menores que 1 metro, y por tener diámetros muy pequeños (décimos de mm) otras fibras pueden ser fácilmente instaladas en paralelo multiplicando la capacidad del sistema. Los láseres son usados tanto en los transmisores cómo en los repetidores y son elementos baratos, pudiendo ser modulados con gran franja de pasaje”.

Muchos años después de la presentación de esta propuesta, en un encuentro casual con Quandt de Oliveira, Ripper le preguntó si cuando la aprobó, en su carácter de presidente de Telebrás, cargo que ocupó entre 1972 y 1974, él realmente creía en el proyecto. “Contestó que le había parecido una total locura, pero tenía conciencia de que el país necesitaba gente en el área de telecomunicaciones, y creía que yo iba formar a muchos especialistas”, recuerda.

Desarrollo
Los años que siguieron a la constitución del CPqD, observa su actual presidente, Helio Graciosa, fueron de desarrollo intenso para la comunicación óptica en el país. “En 1978 Telebrás consiguió formatear un programa cuya meta era colocar en operación en Brasil, al inicio de 1985, un sistema de comunicaciones ópticas con tecnología brasileña. Para sorpresa general, eso terminó siendo anticipado para agosto de 1984.” Fue por ahí que en la Compañía Telefónica de Brasil Central, en Uberlândia, Minas Gerais, entró en operación la primera parte de ese sistema. Eso fue posibilitado también por el trabajo de la ABC X-Tal, empresa nacional que contratara investigadores del Grupo de Fibras Ópticas de la Unicamp, firmaron un contrato de 6 millones de dólares con la Telebrás para la producción de 2 mil kilómetros de fibra óptica y conseguiría entregar en agosto el primer lote de 500 kilómetros. Hay que adicionar el nombre de Elebra, otra empresa brasileña que suministró el equipamiento de láser y a Brascel, suministradora de los cables.

Graciosa y Antonio Carlos Bordeaux Rego, hoy director de innovación tecnológica del CPqD y que también se juntara al grupo de Ripper en la Unicamp en aquellos años pioneros, recuerdan que antes de eso, en julio del 1982, una prueba de campo importante para las comunicaciones ópticas fue hecho junto con la Cetel de Río de Janeiro. “Era una conexión de 7 kilómetros entre la Ciudad de Dios y Jacarepaguá y probábamos 480 canales telefónicos en una fibra óptica. Había una central en Jacarepaguá, allí estaban los equipamientos de transmisión, los equipamientos de recepción, la misma cosa allá en la Ciudad de Dios, y teníamos un cable experimental revestido por kevlar, enterrado a una profundidad entre 1,5 metro y 2 metros. De 2 en 2 kilómetros teníamos una caja por la cual halábamos el cable y la cosa funcionó.” Los grandes desafíos en la test, según Graciosa e Bordeaux, eran, primero, instalar los cables en los ductos subterráneos y en segundo lugar garantizar las condiciones para operar el equipamiento de láser en la central aunque el aire acondicionado en aquel ambiente de gran calor no funcionase. “Montamos una especie de mini-refrigerador para colocar sobre ella el equipamiento del láser y eso era fundamental, porque a temperatura ambiente en la central de Jacarepaguá, cuando el aire acondicionado se rompió, fue a casi 70 grados Celsius.” En verdad, todos los equipamientos usados en el teste fueron producidos en Brasil y ese dominio raro de tecnología que Brasil demostraba llamó la atención en el mundo entero. “Eso fue resaltado hasta por el New York Times“, comenta Bordeaux.

La historia de las comunicaciones ópticas en el país se va contando con lances así hasta el final de la década del 1980. Con el cambio claro del modelo de política industrial, de sustitución de importaciones para la llamada inserción competitiva, transformaciones radicales iban a comenzar en el sector de telecomunicaciones. Con la privatización del sector, incluyendo a la Telebrás, el CPqD sufrió una completa reestructuración, convirtiéndose una fundación de derecho privado. Y de esa fundación salió en 2001 a Padtec, al principio una pequeña la empresa montada por un grupo de seis personas, entre ellas José Henrique de Oliveira, su presidente hasta 2004. A partir de ahí, le cupo a Jorge Salomón, una de las figuras centrales de aquél grupo inicial, responsable durante años en el CPqD de toda la parte de innovación en comunicaciones ópticas, presidir la empresa, que consiguió vencer las grandes dificultades que el sector enfrentó entre 2002 y 2003, y desde entonces crecer de manera significativa, inclusive con inversiones de un socio importante, el Banco Pactual.

“Es muy difícil para una empresa que no sea grande vender equipamientos para el núcleo de las operadoras, y nosotros vendemos”, comenta Salomón. Eso indica una expectativa del mercado de que la Padtec vino para quedarse y crecer, según él. Si en 2003 la empresa quemó sus reservas, en 2004 ella duplicó la facturación en relación al año anterior e hizo lo mismo en los años siguientes. Hoy la empresa factura por año 80 millones de reales y tiene 150 empleados. En el 2005 ella creó un equipamiento llamado Transponder Optical Transport Network (OTN) capaz de aumentar el tráfico de datos en las fibras ópticas y sustituir los multiplexadores de jerarquía digital síncrona, SDH en la sigla en inglés. Se cuida ahora de otras frentes: por ejemplo, una tecnología para colocar en un sobre la información que pasa por dentro de la fibra óptica y que permite, en cualquier punto de su tránsito, corregir eventuales degradaciones de esa información. Se cuida de hacer que cada haz de luz, dentro de aproximadamente un año, en vez de transportar 10 gigabits por segundo, pueda transportar 40 gigabits. Se cuida de hacer que la comunicación por fibra óptica pueda tornarse más barata y llegar al usuario final, para que no permanezca un privilegio de pocos. Así, se va se estimular a llamada tecnología DIY (do it yourself). Hay hoy en el país 1 millón de kilómetros de fibras ópticas, pero su historia aún está bien lejos de haber alcanzado el punto de madurez.

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