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Especial

Una inmersión en 280 años de historia de São Paulo

El Archivo del Estado guarda documentos desde 1721

El segundo acervo de documentos históricos de Brasil en importancia, superado tan solo por el Archivo Nacional, se encuentra en São Paulo. Es el Archivo del Estado (AE), que existe desde 1721, cuando el secretario de Gobierno de la entonces capitanía de São Paulo, Gervásio Leite Rabelo, comenzó a organizar los documentos oficiales. Los recursos nunca fueron muchos. En 280 años, el archivo pasó por seis sedes diferentes. Aun así, sus documentos siempre sirvieron de base para importantes investigaciones sobre São Paulo.

La situación empezó a mejorar en 1997, cuando el Archivo del Estado recibió una nueva sede, en la calle Voluntários da Pátria, en el barrio de Santana, en la zona norte de la capital paulista. Por primera vez en su historia, el archivo dejó de ocupar instalaciones improvisadas para afincarse en un edificio apropiado, planeado de acuerdo con sus necesidades. Al año siguiente, comenzó a recibir fondos del Programa de Infraestructura de la FAPESP. Una inversión de 565 mil reales está ayudando al AE a recuperar y tornar accesible su acervo con mayor tecnología y de una manera menos precaria.

El trabajo está solamente comenzando, pero ya está dando muestras de su inmensa riqueza. Oficialmente, el archivo fue constituido en 1891, en el edificio de la secretaría de Gobierno, teniendo como núcleo inicial el material que comenzó a ser organizado por Leite Rabelo. Por entonces su nombre era Repartición de Estadística y del Archivo del Estado de la Secretaría del Interior. Ese nombre bastó para que empezara a llegar y ser apilado material de toda índole.

Imperio
En el archivo se encuentran, por ejemplo, papeles de las secretarías del gobierno estadual, del Poder Judicial, de los registros civiles (cartórios) y de los gobiernos municipales. No faltan también documentos de naturaleza particular. Con el correr del tiempo, el archivo fue recibiendo donaciones, incluso de material referente al período colonial y al Imperio. El archivo puede ser una mina de oro para los investigadores, que lo consideran una referencia en la historiografía de São Paulo y de Brasil.

Pero es una pesadilla para los archivistas.Prácticamente durante toda su historia, sus empleados trabajaron de improvisadamente y enfrentaron las nuevas situaciones según éstas iban apareciendo. Con ello fueron creados incluso algunos misterios, como el caso de las latas. Hasta el comienzo de la década de 1950, los documentos eran archivados en forma de atados de papel. Fue entonces que alguien tuvo la idea de guardar los documentos en latas cerradas, pensando que así permanecerían mejor protegidos.

El misterio reside en un polvo que se colocó en las latas, junto con los papeles. En un comienzo, se pensó que se tratase de un veneno para insectos y hongos. Pero antes de empezar a trabajar con ese material, el archivo le solicitó al Instituto Adolfo Lutz que analizara el polvo, para tener la certeza de que éste no les haría mal a los empleados. El resultado indicó que dicho polvo era completamente inocuo, ni siquiera era veneno. “Después de tanto tiempo, no conseguimos ya saber qué era dicho polvo”, cuenta el coordinador general de las Áreas Técnicas del Archivo, Lauro Ávila Pereira.

Mantenimiento
Uno de los puntos principales de la reforma es la informatización. Del total invertido por la FAPESP, cerca de un tercio, aproximadamente 200 mil reales, se destina a esa área. Solo con la a creación de un sistema confiable y la digitalización de los documentos será posible brindarles un buen servicio a los investigadores y al resto del público. Ya hubo una iniciativa en 1994 que fue desastrosa, de acuerdo con Pereira. Una empresa contratada armó una red interna con 16 puntos. Pero los programas escogidos no eran adecuados y el mantenimiento de los equipos no estaba a la altura de las necesidades.

Con la partida de la FAPESP se creó un sistema de digitalización. El archivo cuenta ahora también con más computadoras, incluso para las consultas del público, y un servidor de red. Los puntos de la red aumentaron de 12 a 62. El objetivo ahora es microfilmar y digitalizar todo el acervo. No es poca cosa. Tan solo en el edificio de Santana, son 4 mil metros lineales de documentación permanente, es decir, que nunca será descartada.Se suman a éstos otros materiales, como los provenientes del Departamento de Orden Político y Social (Deops), clasificados como documentos intermedios, o sea, que pueden ser descartados después de un cierto tiempo.

Imágenes
Como parte del programa de informatización, informa Pereira, el archivo está creando en este momento tres segmentos de fondos cerrados, es decir, digitalizando los documentos en las estructuras que no van a crecer. El primero está constituido por imágenes del antiguo periódico Última Hora. Son alrededor de 2 mil imágenes correspondientes al período 1951-1971, con relieve para las caricaturas de los dibujantes Nássara, Jaguar y Lan.

Este material proviene del acervo del fundador del periódico, Samuel Wainer, y le fue comprado por la Secretaría de Cultura del Estado a la hija de éste, Pinky Wainer, en 1989, quedando bajo la custodia del Archivo del Estado. Son 170 mil copias de fotografías, 800 mil negativos y 2 mil caricaturas, además de 246 volúmenes encuadernados, con las ediciones paulista y carioca del diario. Este material también está siendo publicado en papel, con cuatro tomos ya terminados de la serie Arquivo em Imagens – série Última Hora.

El segundo segmento está constituido por cartas, mapas y plantas, con destaque para cerca de mil fotografías que documentan, paso por paso, la construcción de la sede del Museo de Ipiranga. El tercero reúne material de revistas ilustradas de comienzos del siglo 20, como A Cigarra, Revista Feminina y A Lua, con cerca de 40 mil imágenes.

Licuadora
No obstante, las inversiones de la FAPESP no se restringen al área de informática. Una buena parte fue aplicada a la reforma del laboratorio de conservación del archivo. “Me siento como se estuviera saliendo de una choza para ir a un hermoso departamento”, afirma la conservadora del archivo, Maria Amélia Arraes de Alencar Pinheiro de Castro. Para tratar los documentos del AE, muchos de los cuales están tan deteriorados que se deshacen ante el más simple toque, Maria Amélia tenía solo guantes, una máscara, una mesa, un estilete y cola. La cola de metilcelulosa, usada en la restauración de documentos, era preparada en una licuadora común de cocina.

Ahora el archivo cuenta con equipos como la Máquina Obturadora de Papel, usada para restaurar las fibras. El papel está constituido por fibras que se rompen cuando éste es atacado por un insecto cualquiera de los que atacan este tipo de material, por ejemplo. La Máquina Obturadora recompone las fibras y tapa con celulosa los agujeros hechos por los insectos.

Otro ejemplo es la cabina de seguridad biológica, usada para evitar que el restaurador entre en contacto con los productos tóxicos utilizados para remover residuos de cola y cinta adhesiva o los venenos colocados antiguamente en los papeles para combatir insectos o microorganismos. Una novedad es la cabina de succión, utilizada para la limpieza de los documentos. “Antes de la llegada de esa cabina, trabajábamos en cabinas improvisadas de cartón que construíamos nosotros mismos”, cuenta Maria Amélia.

Celulosa
La conservadora comenta que la calidad del papel usado actualmente es muy inferior a la de los documentos más antiguos. En el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, se usaba principalmente papel hecho a base de harapos, en especial de lino. “Desde 1928 en adelante, se empezó a usar pulpa de madera y la calidad empeoró”, comenta. De cualquier manera, los conservadores piensan en el futuro. La cola de metilcelulosa, por ejemplo, preparada en el propio laboratorio, es hecha de manera tal que puede ser retirada con facilidad en futuras restauraciones.

El laboratorio del AE es tan respetado que suele tener pedidos de organismos públicos o particulares en busca de consejos acerca de cómo preservar documentos antiguos. El club Esporte Clube Pinheiros, por ejemplo, fue ecientemente al laboratorio para saber cómo conservar su colección de fotografías, algunas con más de cien años. “Conservar significa prevenir el deterioro y prolongar la vida del documento”, enseña Maria Amélia. “Es necesario intervenir lo mínimo posible en el documento, y las intervenciones inevitables deben pasar desapercibidas. La restauración usa técnicas que reparan el material dañado”, completa.

Inventario
En total, el Archivo del Estado guarda más de 500 toneladas de documentos. Éstos incluyen 50 mil libros, 12 mil ejemplares de periódicos, 1 millón de imágenes y centenas de millares de otros papeles, oficiales y particulares. El más antiguo documento existente en el archivo es el inventario del zapatero Damião Simões, de 1578. Forma parte de un fondo, o sector, llamado Inventarios y Testamentos, que va de 1578 a 1801 y es muy importante para el estudio de São Paulo en la época colonial.

Sobre el período del Imperio, se guardó toda la correspondencia emitida y recibida por los gobernadores de la provincia, además de registros de actos de gobierno. Una lectura interesante es la de la correspondencia entre el jefe de policía y el gobernador y el registro de los actos policiales que tratan, por ejemplo, de esclavos fugitivos. Sin embargo, el material no se limita a actos oficiales. Personalidades de la política dejaron sus documentos personales al AE. Entre ellos, Washington Luís, Júlio Prestes y Armando Salles Oliveira.

Procesos
Entretanto, lo que más está atrayendo la atención de los visitantes e investigadores en los últimos tiempos es el fondo de Deops. Éste cubre el período que va desde 1924 a 1983, pero la época que cuenta con el mayor número de consultas es la referente a la última fase del período militar. En total, explica el coordinador Pereira, el fondo Deops tiene 1,1 millones de fichas nominales y 9 mil carpetas con procesos. Los procesos son temáticos y a veces un documento de tan solo una página remite a más de 150 fichas. Por ejemplo, el documento sobre el congreso de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) de Ibiúna lleva a fichas de la mayoría de los estudiantes detenidos en el lugar.

Las búsquedas en ese fondo non son realizadas solamente por interés histórico. “Parientes de personas muertas durante la represión política o afectadas de otra manera por el régimen, o que precisan documentos para jubilarse, realizan investigaciones en nuestro Archivo”, comenta el coordinador. Un certificado emitido por el Archivo del Estado es reconocido como prueba en casos de pedidos de indemnización o para justificar una inactividad forzosa.

Merced a un convenio con la Imprenta Oficial del Estado, el trabajo del AE no se limita a la custodia de documentos. Ya ha editado varios estudios sobre la historia del Estado y guías sobre su acervo. Se está preparando una serie similar a la realizada con el archivo de Última Hora con el material de Diários Associados, también incorporado al AE. Se está editando también una revista, llamada Histórica, con artículos de investigadores, y tiene una serie, Como Fazer, que trata sobre trabajos de conservación preventiva en archivos y bibliotecas.

Otra actividad del AE consiste en la preparación dekits con material didáctico para profesores de historia y la organización de visitas guiadas de estudiantes primarios y secundarios para conocer el acervo. Recientemente se concretó un acuerdo con el campus de la Unesp de Assis para que estudiantes de dicha universidad realicen pasantías en las instalaciones de São Paulo. El Archivo del Estado no solo cumple con idoneidad la tarea de guardar gran parte de la memoria de São Paulo, sino que permite también que el conocimiento llegue con mayor facilidad a los interesados.

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