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Carta de la editora | 159

Una invitación a ejercitar la imaginación

El artículo estampado en la portada de esta edición es uno de esos que, además de dar rienda suelta a la más excitante imaginación, reafirman la madurez del conocimiento que se produce actualmente en Brasil. En pocas palabras: un equipo de investigadores de São Paulo, encabezados por el astrofísico João Steiner, obtuvo pruebas inequívocas de que en la galaxia M 94 se aloja un voraz agujero negro a cuya búsqueda se habían abocado insistentemente grupos de investigación de diversos países a lo largo de las últimas décadas. Es más, ese agujero negro, en general denunciado por el brillo intenso de sus bordes, producto de la energía inimaginable que se concentra allí debido a su actividad constante de succionar materia de estrellas y nubes de gas y polvo que hay a su alrededor, no fue hallado exactamente en el centro de la galaxia, lugar donde lo buscaban, sino algo desplazado un sector periférico de la M 94, tal como informa con palmaria claridad el editor de ciencia, Ricardo Zorzetto, a partir de la página 18.

Steiner, un respetado profesor del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de São Paulo (USP), lógicamente, no subestima el hallazgo del agujero negro, que le demandó tres años de trabajo insistente analizando imágenes obtenidas en el Gemini Norte, uno de los mayores telescopios ópticos apostados en Tierra. Pero pone de relieve con especial placer el método que lo hizo posible y que, según estima, podrá usarse en un sinnúmero de investigaciones y campos. Digamos entonces, para resumir, que ese método se vale de una estrategia estadística que logra establecer una relación entre datos que aparentemente no se relacionaban y, al mismo tiempo, descartar datos redundantes algo, sin asomo de duda, de inestimable valor cuando se opera con una montaña de datos, como la que el Gemini generó para la investigación del grupo brasileño. Vale la pena verificarlo.

Otro texto de esta edición privilegia el conocimiento resultante de la capacidad de un investigador de echar luz sobre una relación hasta ahora encubierta entre dos esferas distintas. Me refiero al brillante artículo de apertura de la sección de humanidades, del cultivo del editor Carlos Haag, en el cual aborda a partir de la página 80 estudios recientes que revelan de qué manera la esclavitud en Brasil impactó en Charles Darwin e influyó en aspectos fundamentales de la teoría de la evolución. Por añadidura, dicho artículo se interna en facetas muy particulares de la evolución del darwinismo en Brasil, que le otorgan un carácter de mínima muy contradictorio, capaz de inscribirse entre los cultores del científico inglés en el país de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, notorios conservadores, mientras dejaba a la sombra a los verdaderos investigadores darwinistas.

Destaco también un artículo del editor de política, Fabrício Marques, que comienza en la página 30, que detalla un importante estudio de Embrapa sobre las ventajas del etanol de caña de azúcar en el combate contra los gases causantes del efecto invernadero. Un balance actualizado de la cantidad de energía fósil necesaria para producir alcohol combustible, que contempla incluso variables hasta ahora ignoradas, contabiliza la amplia ventaja de este producto en términos ecológicos. Con todo, el texto abre espacio para la ponderación de expertos que aseveran que el cultivo de la caña está todavía en déficit para con el medio ambiente, en la medida en que no se han logrado hasta ahora rescatar aunque sea en parte las funciones de los ecosistemas de los cuales ocupó su lugar.

En tecnología, merece una atención especial el artículo de la editora asistente Dinorah Ereno, que empieza en la página 68, sobre un sensor subcutáneo escasamente invasivo, capaz de monitorear con eficiencia la presión intracraneal, cosa que se hace necesaria en casos de accidentes y de algunas enfermedades. Una curiosidad al respecto de este pequeño aparato es que fue desarrollado por el físico Sérgio Mascarenhas impulsado por un desafío en principio muy personal.

Podría hacer mención de varios destacados más, dado que esta edición de Pesquisa FAPESP me parece que es particularmente rica. Hay muchos temas instigadores, lo que depende siempre de un conjunto de factores y no de la mera voluntad de los editores, textos especialmente atractivos y un tratamiento gráfico feliz, delicadamente llevado a cabo por la editora de arte, Mayumi Okuyama, que se anuncia ya desde la portada. Sin embargo, dejo que cada lector halle el espacio para ejercer su libertad y hacer sus elecciones, y delinear así su trayecto singular por la revista. ¡Que tengan una buena lectura!

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