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Carta del editor | 61

Una luz sobre la historia de los vencidos

Es sabido que la historia la escriben los vencedores. Sábese también que las versiones, no raramente, cobran mayores dimensiones que los hechos. Pese a que esos dos conocidos clichés son desafortunadamente verdaderos, existe un tercero que ofrece algún aliento a los que luchan para restablecer la verdad histórica: ninguna mentira dura para siempre. La verdadera historia del imperio conocido en el pasado reciente como Industrias Reunidas Francesco Matarazzo (IRFM) aún no ha sido contada. Un fragmento nada dignificante de la misma comenzó a emerger a partir del proyecto Mujeres de la Caña: Memorias, coordinado por la socióloga Maria Aparecida de Moraes Silva. El estudio echa luz sobre el cotidiano de los cortadores de caña de la hacienda Amália, propiedad de las IRFM durante seis décadas, y muestra la perversidad de las relaciones laborales para con los trabajadores rurales durante la mayor parte de este tiempo. Moraes Silva cuenta un poco de la historia de los vencidos.

Es preciso decir que la relación establecida por los Matarazzo con sus empleados rurales estaba lejos de ser una excepción en Brasil. La misma era reproducida hasta el hartazgo en el país. El Estatuto del Trabajador Rural, que iguala los derechos del hombre del campo a los del trabajador urbano, solo surgió en 1963. Antes de ello, no existían leyes que garantizaran vacaciones, aguinaldo, registro laboral o asistencia médica para los labradores. Podía ser inmoral, pero no era ilegal.

La vida de las mujeres era aún más dura que la de los hombres. Antes de salir a cortar caña, ellas tenían que preparar el desayuno. Cuando volvían a casa, tenían que hacerse cargo de los hijos, de la cena y del proprio quehacer hogareño. Fuera de la estancia, conseguir empleo siempre fue difícil. Y en la vejez, indefectiblemente, también tenían que cuidar de maridos enfermos, y frecuentemente alcohólicos. La socióloga Maria Aparecida conoció de cerca el universo de los trabajadores rurales. Pasó su infancia en una hacienda de su familia, en Altinópolis, y llegó a participar de las cosechas de café. Siempre se interesó en investigar las formas de explotación del trabajo agrícola. El reportero especial de Pesquisa FAPESP, Marcos Pivetta, fue el encargado de escribir sobre el interesante estudio de la socióloga. El reportaje empieza en la página 62.

Los meses de enero y febrero parecen estar siendo auspiciosos para la ciencia brasileña. El año pasado, en el mismo período, se anunció la conclusión del mapeamiento de la bacteria Xylella fastidiosa. Ahora, en 2001, la cosecha de buenas noticias fue mejor aún. Se anunció en el Palacio de los Bandeirantes (sede del gobierno de São Paulo), en evento realizado el día 4 de enero, el secuenciamiento íntegro de la bacteria causante del chancro cítrico en la naranja, la Xanthomonas citri, y el mapeamiento de más de 80 mil genes de la caña de azúcar. También se dio a conocer la marca de un millón de secuencias de genes expresados en tumores, obtenida por el Proyeto Genoma Humano del Cáncer: el doble de la meta inicial. Toda la cobertura de dicho evento comienza en la página 14.

Pero no fue solo eso. Los directores de la FAPESP lanzaron, durante el evento, el programa Consorcios Sectoriales para la Innovación Tecnológica (ConSITec), con el objetivo de ampliar la interacción entre la comunidad de investigación del Estado de São Paulo y el sector empresarial (página 16). Y anunciaron la integración de la red electrónica académica de alta velocidad de São Paulo, Advanced ANSP, la red Internet 2 mundial (página 17). Ahora la cuestión es trabajar para que esa tradición de bueno meses de enero y febrero continúe.

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