En la era digital, algunas publicaciones científicas suelen anticipar en sus páginas de Internet una parte del contenido que en cuestión de días aparecerá en su tradicional edición impresa. Hacen esto cuando juzgan tener entre manos un trabajo pionero, potencialmente explosivo, de interés inmediato para sus lectores e incluso para el público en general. El 12 de febrero, la revista científica estadounidense Science , una de las de mayor reputación entre los académicos, echó mano de ese recurso. Mientras en Brasil se debatía el nuevo proyecto de Ley de Bioseguridad, mque al reglamentar el cultivo de organismos transgénicos defiende la prohibición de cualquier forma de clonación humana, incluso aquélla empleada en experimentos con células madre extraídas de embriones, un área de investigación que busca nuevos tratamientos para una serie de enfermedades, el sitio del periódico aportó un importante elemento a esa discusión.
Science publicó un artículo firmado por 14 investigadores surcoreanos y uno occidental (un argentino radicado en Estados Unidos), en el cual se describen los procedimientos de una inédita y exitosa empresa: la clonación para fines de investigación en el área terapéutica de 30 embriones humanos, de los cuales se extrajo un linaje de células madre pluripotentes. ¿Y para qué sirven tales células madre? La respuesta es corta y sencilla: éstas constituyen teóricamente una “fábrica de tejidos humanos”.
Esto porque son células primordiales e indiferenciadas, que pueden cultivarse durante largos períodos en laboratorio y, mediante el uso de inductores químicos apropiados, transformarse en cualquier tipo de célula especializada del organismo (neuronas, tejido cardíaco, sangre, etc.). Tal grado de plasticidad parece ser exclusivo de las células madre extraídas de los embriones y aún no ha sido plenamente documentado en células madre extraídas de adultos o de otros tipos de tejidos (como es el caso de los cordones umbilicales). De allí todo el interés de la investigación médica por encontrar formas de obtención de células madre de embriones.
En su experimento, los científicos surcoreanos se valieron de una técnica denominada transferencia nuclear de célula somática. Primero retiraron el núcleo celular, depositario de las informaciones genéticas, en óvulos extraídos de 16 voluntarias que participaron del estudio sin percibir ningún tipo de remuneración. Luego tomaron el ADN contenido en las células adultas de esas mismas mujeres y lo inyectaron en los óvulos cuyo material genético había sido extraído previamente. Tales procedimientos resultaron en la creación de embriones con el mismo ADN de las mujeres adultas, clones de las donadoras.
Por último, los investigadores cultivaron los embriones clonados y de éstos extrajeron un linaje de células madre. El equipo oriental, que aseguró que no implantó ninguna copia de los embriones en mujeres, fue probadamente el primero en tener éxito en una experiencia de esta índole. “Nuestro objetivo nunca fue crear clones de bebés humanos, sino hallar las causas de enfermedades incurables y ofrecer una nueva ventana para (el descubrimiento de) curas”, dijo el veterinario Woo Suk Hwang, de la Universidad Nacional de Seul, uno de los líderes del equipo surcoreano, que tiene una vasta experiencia en clonación de vacas y cerdos.
“Pedimos a todas las naciones que redacten rápidamente leyes para evitar la clonación humana”, afirmó la obstetra Shin Yong Moon, otra investigadora clave en el marco del experimento surcoreano.Este logro reavivó el debate así planteado: clonación terapéutica versus clonaje reproductiva. En varios países, donde los estudios con células madre de embriones están prohibidos o afrontan graves restricciones legales o éticas, sectores de la sociedad favorables a este tipo de investigaciones, en especial del medio científico, salieron en defensa de sus puntos de vista, presionando a los gobiernos para que implanten una legislación más liberal sobre el tema.
En compensación, los segmentos de la población que son contrarios a toda y cualquier forma de clonación también vieron en el artículo de Science un buen motivo para salir a exigir públicamente leyes más restrictivas todavía. Fue así en Brasil, que ya estaba inmerso en ese debate en razón del proyecto de Ley de Bioseguridad, y también en otros países como Estados Unidos, que, bajo la presidencia de George Bush, ha sancionado una legislación bastante restrictiva a la investigación con células madre de embriones ?una prohibición velada, a decir verdad.
Sin fondos públicos
Desde agosto de 2001, Bush vetó el uso de dinero público para el financiamiento de investigaciones con nuevos linajes de células madre. Solamente se destinan partidas para proyectos con linajes que ya existían antes de que se tomase tal decisión. Como había pocos linajes, los estudios en ese campo prácticamente se han detenido en EE.UU. El artículo publicado en Science , con la noticia de la exitosa experiencia de clonación terapéutica, quizá lleve a las autoridades de Washington a extremar aún más su postura.
“La era del clon humano aparentemente ha llegado; actualmente son los blastocistos clonados para hacer investigaciones, mañana lo serán los blastocistos clonados para hacer bebés”, dijo Leon R. Kass, presidente del Consejo de Bioética del gobierno estadounidense, defensor de la adopción de leyes aún más severas para regular esta cuestión, como la lisa y llana prohibición de todo tipo de clonación de embriones humanos.El embrión empieza a producir células madre al alcanzar el estadio de blastocisto. En ese momento no es más que una pequeña bola de alrededor de 100 células, de la que se pueden extraer las células madre necesarias para la investigación médica.
Este procedimiento es objeto de dos críticas de los contrarios a la clonación, incluso la terapéutica: la extracción de células madre provoca la muerte del embrión que, de acuerdo con la visión de los adalides de esta postura, ya sería una vida humana; a su vez, las técnicas usadas para la clonación terapéutica son básicamente las mismas empleadas en la clonación reproductiva y abren el camino para que la creación de copias genéticas de seres humanos se convierta en una realidad en el futuro.
“La investigación con células madre es importante, pero este tipo de tejido no debe provenir de embriones humanos”, opinó el papa Juan Paulo II. Pero los defensores de la clonación terapéutica también esgrimen sus argumentos (ningún científico serio apoya la clonación reproductiva de seres humanos). Dicen que no existe consenso con relación a la visión de los religiosos que indica que los embriones en el estadio de blastocisto constituyen seres vivos, y afirman que no es antiético continuar con esas investigaciones.
Asimismo, y al igual que el investigador británico Ian Wilmut, otros también creen que lo que es inmoral es no proseguir con los estudios con células madre embrionarias. Esto porque estas células primordiales pueden revolucionar en algunos años más una serie de tratamientos en la medicina, tales como el transplante de órganos, el tratamiento de enfermedades crónicas (la diabetes, el mal de Alzheimer, el Parkinson) y la producción de drogas más compatibles con el perfil genético de los enfermos. Wilmut es investigador del Instituto Roslin de Escocia, que en 1996 produjo el primer clon de un animal en el mundo: la oveja Dolly, que murió a comienzos del año pasado.
A propósito: el Reino Unido tiene una de las leyes más liberales con relación a la clonación terapéutica: mediante la concesión de habilitaciones expedidas por la Autoridad de Embriología y Fertilización Humana, permite que se utilicen embriones humanos descartados en clínicas de reproducción artificial para la realización de experimentos con células madre.
También autoriza la creación de embriones específicamente con fines de investigación. Y Suecia tiene una legislación similar a la británica. A nivel continental, la Unión Europea también ha intentado reglamentar la cuestión, pero aún no se ha arribado a un consenso, puesto que hay Estados más liberales y otros más conservadores al respecto de las investigaciones con células madre extraídas de embriones. Como puede verse, este tema genera controversias en todas partes y no solamente en Brasil, que está preparando su Ley de Bioseguridad.
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