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Estrategias

Una nueva chance para el astronauta brasileño

La Nasa y la Agencia Espacial Brasileña (AEB) están haciendo un último esfuerzo para mantener la participación de Brasil en la construcción de la Estación Espacial Internacional, el laboratorio instalado en una órbita situada a 400 kilómetros de la Tierra, erigido por un consorcio integrado por 16 naciones. Brasil corre el riesgo de ser desvinculado del proyecto desde mediados del año pasado, cuando el gobierno brasileño dio marcha atrás en su compromiso de invertir 120 millones de dólares en equipamientos para la estación.

Una revisión del contrato, sugerida por la Nasa, propone que Brasil suministre piezas más baratas, con potencial para ser fabricadas por parte de empresas nacionales. De los seis equipamientos previstos en el primer acuerdo, tan solo uno quedó en pie: el Contenedor Despresurizado para Logística, cuya función es transportar y sujetar experimentos científicos en el exterior de la estación. El nuevo repertorio de piezas costaría alrededor de 70 millones de dólares.

Pero el gobierno brasileño está dispuesto a destinar únicamente 12 millones dólares. Los técnicos de las dos agencias mencionadas están discutiendo los valores y lo plazos, pero la última palabra le cabrá a los ministerios de Ciencia y Tecnología y de Hacienda de Brasil. En caso de que se arribe a un final feliz, se preservará así un símbolo: el mayor Marcos Pontes, el “astronauta brasileño”, continuará su entrenamiento en Houston, en donde vive desde 1998. La Nasa lo convocaría para una misión en los próximos años. Pero otras prerrogativas brasileñas, tales como el derecho a llevar cargas en los transbordadores espaciales y el tiempo de uso de las ventanas de observación de la estación se reducirán en la misma proporción que el recorte de fondos.

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