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Diffusión

Una plataforma del conocimiento

En 40 años, Bireme cumplió la trayectoria que va de una biblioteca médica a una referencia esencial en la gestión de la información científica

El Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (Bireme) viene siendo convocado para aportar su experiencia en la administración y en la oferta de conocimiento científico en una serie de nuevas iniciativas. En el 2006 la Organización Mundial de la Salud (OMS) delegó al centro la tarea de desarrollar la plataforma tecnológica de la Global Health Library (GHL), una biblioteca mundial con fuentes de información en salud. Bireme también se involucró en la administración y en la operación del TropIKA “el Tropical Disease Research to Foster Innovation & Knowledge Application, un portal interactivo en el área de enfermedades infecciosas y parasitarias, en sociedad con el programa Tropical Diseases Research de la OMS, que cuenta apoyo de instituciones como la Unicef y el Banco Mundial. Y fue invitada a suministrar cooperación técnica para la creación de la Red ePORTUGUÊSe – Red de Fuentes de Información y Conocimiento en Salud para los Países de Lengua Portuguesa-, liderada por la OMS, que tiene como una de sus principales líneas de acción la de adoptar e implantar la Biblioteca Virtual de Salud en los países de lengua portuguesa.

Hoy en día están vinculadas a Bireme grandes redes cooperativas de información que apoyan la investigación y la innovación en el continente, tales como la Scientific Electronic Library Online (SciELO), la Biblioteca Virtual de Salud (BVS) o la Red Internacional de Fuentes de Información y Conocimiento para la Administración de Ciencia, Tecnología e Innovación (ScienTI).

SciELO, construida hace diez años en sociedad con la FAPESP y el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), ofrece en régimen de acceso abierto en internet más de 130 mil artículos de 452 títulos de periódicos certificados y debe alcanzar la cantidad de 10 millones de accesos mensuales al final del año. Actualmente SciELO alberga diez colecciones en ocho países – Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Portugal, España y Venezuela-, además de dos colecciones temáticas en las áreas de salud pública y ciencias sociales. Bases de datos para colecciones de Costa Rica, México, Paraguay, Perú y Uruguay están en fase de desarrollo.

En tanto, la Red ScienTI, originada a partir de la Plataforma Lattes del CNPq, es formada por los consejos nacionales de Ciencia y Tecnología de América Latina que ponen a disposición en directorios nacionales los currículos de los investigadores y datos sobre los grupos de investigación. Con interfaces en las lenguas española, inglesa y portuguesa, la BVS es desarrollada conjuntamente con los países de América Latina, el Caribe, Portugal y España y opera online más de 15 millones de registros de metadatos (datos sobre el origen, el flujo o formatos de las bibliografías), vinculados a bases de literatura internacional de ciencias de la salud como la latinoamericana Lilacs, las estadounidenses Medline y Biblioteca Cochrane, además de SciELO.

“Bireme es esencial para el progreso de la administración de la información y del conocimiento científico en Brasil, en Latinoamérica y en el Caribe y también en la cooperación internacional, particularmente en la cooperación sur-sur”, dice Diego Victoria, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Brasil. Además de organizar y administrar ese volumen de información, Bireme hace tiempo asumió la tarea de establecer normas en América Latina y el Caribe sobre la estructura de registros y de textos, para garantizar que sus bases de datos consigan operar a nivel global. “Como ejemplo reciente de eso, Bireme comunicó en este año a todos los editores científicos que la aprobación de manuscritos de ensayos clínicos por las revistas indexadas en las bases Lilacs y SciELO deberá exigir el número de registro del ensayo, de acuerdo con las normas de la OMS”, explica el director de Bireme, Abel Packer.

No deja de ser curioso que el centro, hoy en día un instrumento de afirmación de la ciencia latinoamericana, haya nacido bajo fuerte influencia estadounidense. A mediados del siglo XX, la OMS lanzó la idea de diseminar bibliotecas médicas en cada región del planeta. Pero solamente la OPS llevó el concepto adelante, inspirándose en el modelo en vigor en Estados Unidos, calcado en bibliotecas regionales vinculadas a una biblioteca nacional. ?La Bireme consiguió ir mucho más allá del concepto inicial para convertirse un modelo de innovación y colaboración?, dijo la directora general de la OMS, Margaret Chan, en un pronunciamiento sobre los 40 años de Bireme.

Sin paredes
El artículo “Una biblioteca sin paredes: historia de la creación de Bireme”, publicado en el 2006 en la revista Historia, Ciencias, Salud-Manguinhos, cuyo autor principal es la historiadora Márcia Regina Barros da Silva, recupera esa trayectoria. En abril de 1965 dos bibliotecarios estadounidenses fueron contratados como consultores por la OPS, con sede en Washington, para seleccionar el país donde sería instalada la biblioteca regional. La opción por Brasil se debió de un lado, a la activa participación de investigadores del país en la OPS y en los debates sobre la implantación de la biblioteca.

Definido el país, la selección recaería sobre la Escuela Paulista de Medicina (EPM), hoy Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), con sede en la capital paulista. Pesaron a favor de la escuela el intenso lobby hecho junto ante la OPS por los profesores de la EPM, Magid Iunes y Antonio de Mattos Paiva. Otro factor importante fue la nueva configuración de la escuela, que pasara a la alzada del gobierno federal ?condición esencial para garantizar el compromiso del poder público en el proyecto.

La creación de Bireme, dígase de paso, estaba más que justificada. Casi la mitad de los pedidos de artículos científicos a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NLM, en la sigla en inglés) en el final de los años 1960 provenían de países latinoamericanos. En el 1972, Bireme entraría en el mundo de la información electrónica, con la instalación de una terminal Olivetti operando a través del satélite Intersalt con la NLM por el sistema Medline. En 1985, Bireme se convirtió en la primera biblioteca en crear bases de datos en CD-ROM, anticipando una tendencia de almacenamiento de información que se consagraría. El final de los años 1980 se signado por la operación online de las bases de datos, con la adopción de internet en los años 1990 con interfaces de investigación en español, inglés y portugués.

El lanzamiento del proyecto SciELO, en 1997, de la Red ScienTI, en el 2000, y de la Biblioteca Cochrane con acceso abierto a toda América Latina, en 2004, completa los grandes hitos. “Entre los nuevos desafíos de Bireme destaco la necesidad de contribuir a la traducción del conocimiento científico en políticas y la creación de incentivos para que los tomadores de decisión tengan acceso de forma más sistemática al acervo de conocimientos”, dijo Reinaldo Guimarães, secretario de Ciencia, Tecnología e Insumos Estratégicos del Ministerio de Salud.

Financiada con recursos de la OPS, de los ministerios de Salud y de Educación, de la Secretaria de Salud de São Paulo y de la Unifesp y de proyectos como SciELO, la Bireme mantuvo en estos 40 años su carácter de centro internacional vinculado formalmente a la OPS/ OMS, manteniéndose distante de ingerencias políticas e intemperies presupuestarias. “Por otro lado, al operar en estrecha colaboración con instituciones brasileñas, Brasil propició a Bireme y sus redes internacionales la masa crítica que favorece su carácter sostenible”, dice Abel Packer.

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