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Salud pÚBLICA

Una vacuna que cobra fuerza

Los especialistas declaran que 2007 es el año de la lucha contra la enfermedad neumocócica

Winnie tiene sólo  tres meses y lucha por respirar – poco le ayuda el tubo de oxígeno que penetra en su nariz. Sus ojos desencajados son el retrato vivo del pánico frente a la batalla casi perdida contra la enfermedad neumocócica, la principal causa de muerte por neumonía y meningitis bacteriana. Esa escena, que transcurre en un país africano no definido pero podría ocurrir en cualquier país en desarrollo, aparece en el video producido por pneumoADIP, una organización estadounidense que promueve el amplio acceso a la vacuna contra el neumococo para los niños de todo el mundo. Las imágenes se repetían sin solución de continuidad en el acceso al segundo Simposio Neumocócico Regional, que en diciembre reunió a médicos, representantes de la industria farmacéutica y responsables de políticas de salud pública de América del Sur, Central y del Norte. El folleto distribuido al finalizar el simposio declara a 2007 como el año del combate contra la enfermedad neumocócica en el continente, pero la batalla será difícil – no sólo a causa de la bacteria en sí, sino en razón del alto precio de la vacuna, alrededor de 50 dólares la dosis.

En Latinoamérica, sólo Brasil y México la incluirán en programas “limitados” de vacunación. En 2005 el gobierno brasileño distribuyó 36 mil dosis para inmunizar niños en situación de vulnerabilidad debido a otros problemas de salud. El vacunar esa minoría tiene poco efecto desde el punto de vista de la salud pública, pero Luiza de Marilac, coordinadora del Programa Nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud, calcula que para proteger contra el neumococo a los 3,2 millones de niños que nacen anualmente en el país sería preciso duplicar la erogación que dispone el programa para la adquisición de vacunas. Producida solamente por el laboratorio Wyeth, es la más cara de todas las vacunas básicas infantiles. Se espera que el precio decaiga cuando sea producida por otros fabricantes – en 2008 será lanzada una por parte de GSK – pero aún no puede afirmarse si la reducción del costo será suficiente como para tornar a la vacuna viable para ser integrada en el calendario de vacunación de todos los niños brasileños.

La vacuna de Wyeth existe desde 1999 y ya fue adoptada en Estados Unidos, donde los niños comenzaron a ser inmunizados hacia el final de 2000. Durante el simposio, Cynthia Whitney, jefa de la Sección de Enfermedades Respiratorias del Centro para Control de Enfermedades (CDC) estadounidense, informó sobre los resultados de la implementación de la vacuna en su país. Entre los años 2000 y 2005 se registró un descenso de 98% en los casos de infección sanguínea y meningitis causadas por los tipos de la bacteria Streptococcus pneumoniae presentes en la vacuna y también tuvo éxito contra la neumonía y otitis de oído medio. Pero lo sorprendente, según la médica, fue observar una reducción en el número de casos en adultos – que no fueron vacunados. Es lo que los médicos denominan efecto de rebaño: vacunar a los niños interrumpe la transmisión hacia los más adultos y, en Estados Unidos, previno buena parte de la transmisión en adultos mayores de 65 años. La campaña de vacunación excedió las expectativas, según Cynthia, quien celebra la acertada decisión de incluir la vacuna contra el neumococo en el calendario de inmunizaciones.

Un enemigo disimulado
El Streptococcus pneumoniae, más conocido como neumococo, es responsable por enfermedades letales como la neumonía y la meningitis, además de otitis que pueden ocasionar sordera. Las enfermedades neumocócicas matan casi un millón de niños por año, el 90% de ellos en los países en desarrollo. Solamente en América Latina mueren dos niños por hora y cada año 1,6 millones de personas desarrollan enfermedades por causa de la bacteria. En Brasil faltan datos acerca de su incidencia, pero 750 mil personas fueron internadas por neumonía en 2005, de las cuales, se estima que un 40% fueron causadas por neumococo, afirmó Expedito Luna, director del Departamento de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud.

Como la bacteria es la causante de varias enfermedades y todas ellas también pueden ser ocasionadas por otros agentes, es difícil realizar una evaluación exacta de su incidencia. “No existe una enfermedad en la que el médico pueda reconocer al neumococo sin un examen clínico”, explicó Gabriel Oselka, pediatra de la Universidad de São Paulo (USP) y miembro del Comité Técnico Asesor en Inmunizaciones del Ministerio de Salud. Es por eso que los datos concretos son escasos en Brasil: faltan recursos para aislar la bacteria y combatirla en todos los casos que ingresan en los hospitales. De esta manera, según Luna, sólo 11 mil casos de neumococo fueron diagnosticados en 2005 en los hospitales brasileños. Como el tratamiento en general, se receta sin conocer al enemigo, las enfermedades neumocócicas son tratadas con antibióticos de amplio espectro que inducen a la formación de familias de estreptococos resistentes a los fármacos. Por ello, la mejor forma de combatirlo es la vacuna.

Aunque las limitaciones económicas sean reales, Jon Andrus, de la Organización Panamericana de la Salud (Opas), considera que el mayor obstáculo para la adquisición de vacunas es una mentalidad poco emprendedora. “Habiendo tantos datos e información ahora debemos mirar hacia atrás y preguntarnos: ¿por qué no?”, argumentó. El desafío es definir un precio accesible para todos los países, que inmediatamente deberán realizar un esfuerzo para obtener fondos. El problema deja entonces de ser científico y pasa a ser político; para intentar solucionarlo, la Opas pretende promover encuentros entre los ministros de Finanzas y de Salud de los países latinoamericanos. Está negociándose un encuentro durante la reunión del Banco Mundial en Guatemala, en abril, que para Andrus será una oportunidad para convencer a las autoridades gubernamentales de que “la muerte de un niño es más importante que la de una vaca con fiebre aftosa”.

José Ignácio Santos, director del Hospital Infantil Federico Gómez, en México, también destacó la necesidad de lograr acuerdos entre organismos públicos y privados. “El éxito depende de la creatividad y de la capacidad para convencer a los encargados de la toma de decisiones”, afirma. El camino más defendido durante el simposio involucra la obtención de financiamiento de las instituciones públicas y privadas, como el Fondo Rotativo de Opas, que ayuda y financia a los países asociados para la obtención de vacunas. O también la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (Gavi), que proporciona apoyo a los 75 países más pobres (con PBI per cápita menor que mil dólares), siete de ellos latinoamericanos. Como las oportunidades de financiación son desiguales entre las naciones, Roberto Tapia-Conyer, quien hasta noviembre de 2006 era viceministro de Salud de México, resaltó la necesidad de encontrar esquemas alternativos para países intermedios como Brasil, que no cuentan con acceso al Gavi ni ostentan economías lo suficientemente fuertes como para sustentar los costos de las vacunas.

Si no hubiese limitaciones de costos, Oselka considera que no existirían dudas en cuanto a la adopción de la vacuna contra el neumococo. “Pero existen otros intereses en juego, otras prioridades”, contrapone. Teniendo en cuenta costos y beneficios, el prevé que las vacunas contra el meningococo C y la varicela serán las próximas en ingresar al calendario brasileño de inmunizaciones. Se trata de enfermedades comunes en Brasil, que pueden ser detenidas con esquemas de vacunación más simples y más baratos. Para determinar un plan de acción para Brasil, el Ministerio de Salud solcitó un estudio de costo-efectividad, que evalúa el costo de implementación en relación con la carga que las enfermedades imponen a la sociedad y al sistema de salud, explicó Luiza de Marilac. Esa evaluación debe estar lista en los próximos meses y servirá como guía para definir las próximas vacunas a integrar en el Programa Nacional de Inmunizaciones. Una planificación cuidadosa es esencial, resaltó Luna, para que las decisiones sean sostenibles a largo plazo.

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