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Carta de la editora | 197

Vías estimulantes para la reflexión

En esta edición, Pesquisa FAPESP brinda a sus lectores un material de inequívoca consistencia para un debate de gran actualidad –y vital para Brasil– al respecto de cómo se transforma eficazmente el conocimiento científico en productos con alto valor agregado y otros bienes socialmente útiles. En términos estrictos, el reportaje de tapa elaborado por nuestro editor de política científica y tecnológica, Fabrício Marques, aborda a partir de la página 20 la función de las oficinas de transferencia tecnológica de las grandes universidades. Dígase de antemano que, ahora mismo, desde Harvard hasta las universidades estaduales paulistas, ese rol está siendo repensado, reformado y ampliado en función de la necesidad de intensificar y hacer cada vez más eficiente la articulación entre los centros productores de conocimiento y los productores de bienes y servicios. La sociedad del conocimiento se despliega para acortar y allanar el camino entre unos y otros.

Según sostiene Fabrício, luego de informar los datos resultantes de la reciente reforma instituida en el Departamento de Desarrollo Tecnológico (OTD) de Harvard, la modificación realizada por esa universidad de categoría mundial constituye un ejemplo del fenómeno que comienza a divisarse en otras oficinas similares en todo el mundo. Citaré sus propias palabras: “Más allá de las tareas de rutina, consistentes en la identificación de los hallazgos con potencial económico y su protección por medio de patentes, estas oficinas se ocupan de otras diversas actividades, tales como promover convenios de investigación de largo plazo entre empresas y laboratorios, ayudar en la creación de empresas basadas en tecnologías emergentes, conseguir inversores privados para financiarlas, aportar investigadores para consultoría en la industria y estimular el espíritu emprendedor incluso entre los estudiantes de grado”. Son varias las oficinas cuyas prácticas en ese sentido se detallan en el reportaje. Y, más allá de la relevancia del tema y de las reflexiones que sea capaz de suscitar en cuanto a la necesidad de multiplicar en Brasil las experiencias similares a las de esas oficinas, el artículo exhibe, por su propio texto, orgánico, fluido y concluyente, otra razón para leerlo.

Otro reportaje muy diferente se mantuvo todo el mes de junio como objeto preferencial de tapa de la revista y recién perdió su lugar, a último momento, debido a la relevancia que adquirió el tema de las oficinas de transferencia tecnológica. Me refiero al artículo del editor de ciencia, Ricardo Zorzetto, sobre una novedosa y audaz propuesta teórica en el campo neuropsiquiátrico, elaborada por un investigador de Rio Grande do Sul, basándose en el conocimiento desarrollado durante los últimos años por colegas de otras partes del mundo al respecto de la depresión y el trastorno bipolar. La hipótesis en cuestión, toma a las crisis de manía y depresión, típicas de estas enfermedades, como responsables, a partir de un determinado número de casos, de una acción tóxica sobre el organismo como un todo, más allá de los conocidos perjuicios que producen en cuanto a la capacidad de razonamiento, planificación y aprendizaje, así como sobre el estado de ánimo de quienes las sufren. Se trata de un abordaje con muy buen asidero científico, que ubica con nuevas evidencias a la psiquis en el cuerpo, a la enfermedad mental en su sustrato biológico y en sus efectos sobre todo el cuerpo, devolviéndole unidad y organicidad a aquello que por tanto tiempo el conocimiento intentó separar. Vale la pena comprobarlo a partir de la página 40.

Finalmente, destaco la entrevista realizada para la presente edición, con el profesor Eduardo Moacyr Krieger (en la página 28) sobre su trayectoria y sus productivos trabajos científicos en el campo de la hipertensión, su rol en la organización de uno de los grupos de investigación más importantes en el área y su trabajo en instituciones científicas tales como la Academia Brasileña de Ciencias, destinado a otorgar relevancia a la comunidad científica brasileña en los foros internacionales. Añádase que el profesor Krieger, a sus 84 años, hace gala de una conversación extraordinariamente estimulante para aquéllos a quienes les agrade escuchar sobre los singulares derroteros de la construcción del conocimiento y de la vida. ¡Buena lectura para todos!

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