Investigadores del Instituto Butantan lograron aislar y clonar el componente responsable de los accidentes que causan el síndrome hemorrágico en el sur de Brasil, ocasionados por el contacto con la larva Lonomia obliqua. “Se trata de una proteína que ha recibido el nombre de lopap”, revela la farmacéutica Ana Marisa Chudzinski-Tavassi, coordinadora del grupo. Tres artículos, suscritos por el farmacéutico bioquímico Cleyson Valença Reis y otros miembros del equipo y publicados en las revistas Lancet y Thrombosis Research en 1999 y en junio pasado, coronan el trabajo de caracterización de la proteína, que se inició en 1996, con la disertación de maestría de Cleyson.
Identificada la proteína, la atención de los investigadores se concentra actualmente en su posible utilización como principio activo de un anticoagulante para el tratamiento de la trombosis. “Con el extracto de las cerdas de la Lonomia, logramos disponer de una cantidad muy pequeña de lopap. Sin embargo, ya estamos desarrollando un método para producirla a gran escala, a partir de bacterias genéticamente modificadas. Toda la biología molecular necesaria para ello fue establecida en el transcurso de este año. Con una gran cantidad del material, será posible pensar en la fabricación del medicamento”, revela Ana Marisa.
Epidemia en el sur
Desde 1989, más de mil accidentes causados por contacto con Lonomia obliqua fueron registrados en la región sur de Brasil. Caracterizado por el síndrome hemorrágico, acompañado por una drástica disminución de algunos factores de coagulación, el fenómeno se tornó alarmante. Dolor de cabeza, náuseas, dermatitis urticante, equimosis, hematomas, sangramientos en heridas recientes, y en encías y narinas son las manifestaciones más comunes. Las más graves incluyen sangre en la orina y hemorragias abdominales, glandulares, pulmonares y cerebrales, que pueden ocasionar la muerte. La epidemia repercutió en la prensa, pero se cree que su dimensión fue subestimada, porque habiendo sucedido en la zona rural, muchos casos no fueron comunicados a las autoridades médicas.
Conocida como oruga o ruga, la Lonomia obliqua es una larva de color verdoso, con manchas y rayas, y que muchas veces se mimetiza con las plantas en las que habita. Simétricamente dispuestas a lo largo del dorso, la larva tiene cerdas en forma de espinas ramificadas y puntiagudas, de aspecto arbóreo. El contacto con esas cerdas, en donde se encuentra la proteína lopap, causa los accidentes. Y éstos se tornan graves porque difícilmente la persona toca una sola larva, sino que entra en contacto con toda una colonia. Las consecuencias dependen entonces de la cantidad de orugas, de la intensidad del contacto y de la predisposición del paciente.
Pero como se sabe desde los albores de la medicina, aquello que mata también puede salvar. La trombosis es la interrupción del flujo sanguíneo ocasionado por la presencia de coágulos. Como el contacto con esa oruga provoca el síndrome hemorrágico, una sustancia que impidiera la formación de coágulos, o incluso los eliminara, podría convertirse en el principio activo de un medicamento contra la trombosis. Sería el caso del principio activo del veneno de la larva, la proteína lopap (sigla en inglés de Lonomia obliqua prothrombin activator protease – o proteasa activadora de protrombina de la Lonomia obliqua).
Reacción extraña
Los investigadores obtuvieron la lopap por la purificación del extracto de las cerdas de la larva. Verificaron, in vivo, por microscopía intravital en ratas, que ésta provoca hemorragias. “Ésta activa una sustancia de la sangre llamada protrombina, produciendo la trombina, enzima que desencadena el proceso de coagulación”, dice Ana Marisa. Aquí existe una contradicción aparente: exactamente por estimular una coagulación exagerada, la lopap sustrae de la circulación una gran cantidad de la sustancia que hace que la sangre se coagule, el fibrinógeno. Se instala la llamada coagulopatia de consumo – reacción del organismo que priva a la sangre de aquello que la hace coagularse.
Cleyson Reis, principal responsable por la caracterización de la lopap, describe este proceso: “La lopap activa a la protrombina, formando trombina. La trombina exige la rotura de las moléculas de fibrinógeno, produciendo fibrina, la materia prima de los coágulos. Eso provoca una coagulación intravascular diseminada (que ocasiona la trombosis). El organismo reacciona ante la presencia de los coágulos, promoviendo una fibrinólisis (destrucción de la fibrina) secundaria. Privada de los componentes que la llevan a coagularse, la sangre se torna incoagulable. Sobrevienen entonces las hemorragias que, en los accidentes con la larva, pueden incluso llevar a la muerte al paciente, debido a complicaciones renales y cerebrales”. Sin embrago, con un control riguroso de la dosis, la lopap podría funcionar contra las trombosis sin provocar reacciones hemorrágicas.
Orientación fatal
El grupo llama la atención para el hecho de que, en los accidentes con la Lonomia obliqua, la destrucción de la fibrina es un fenómeno secundario, provocado por la reacción del organismo y no por el veneno. Esto es importante para diferenciar los casos registrados en Brasil de los ocurridos en Venezuela. En este último país, los envenenamientos son causados por otra especie, la Lonomia achelous, en cuyo veneno, los investigadores venezolanos afirman haber encontrado componentes destructores de la fibrina.
Con todo, con base en el modelo venezolano, en el inicio de la década del 90 se recomendó tratar también con antifibrinolíticos a los individuos afectados en Brasil. Pero dichos medicamentos impiden la destrucción de la fibrina (fibrinólisis) y la investigadora cuestiona enérgicamente tal orientación. “Usar antifibrinolíticos implica matar a los pacientes. Los antibrinolíticos impiden que se produzca la fibrinólisis secundaria. Los coágulos se acumulan y la persona acaba muriendo por coagulación intravascular diseminada”.
La investigadora habla con la autoridad de quien ya ha conducido un proyecto anterior financiado por la FAPESP, justamente para estudiar el envenenamiento en pacientes (Determinación de los Parámetros de Coagulación y Fibrinólisis en el Plasma de Pacientes Accidentados por Contacto con Lonomia obliqua). Además, agrega, los envenenamientos en Brasil han sido perfectamente tratados con el suero que el Butantan creó, incluso antes de esta investigación del grupo, que ahora pretende dar un paso adelante. Es que el suero actual es fabricado a partir del veneno total, y el equipo ya producido un nuevo suero, basado exclusivamente en la lopap.
Este suero ya está siendo testeado en animales y puede ser una alternativa más “limpia”, pues responde a la proteína específica causante de los accidentes y no al complejo paquete de proteínas del veneno. “Después de inocular el suero específico, queremos desafiar a los animales con el veneno total, de manera tal de probar que la lopap es realmente el factor más importante”, dice Ana Marisa. Pero la meta más ambiciosa continúa siendo, a partir de la lopap, crear un medicamento desfibrinogenante para combatir las trombosis. Ana Marisa sabe que existe un largo trayecto entre la prueba de un principio activo en animales – la fase actual – y la fabricación de un remedio para el consumo humano a escala comercial, pero está entusiasmada.
Los Proyectos
Determinación de los Parámetros de Coagulación y Fibrinólisis en el Plasma de Pacientes Accidentados por Contacto con la Larva Lonomia obliqua, y Proteínas de Venenos Animales que Interfieren en los Mecanismos de Coagulación y Fibrinólisis: Análisis de Interacciones con Receptores Celulares
Modalidad
Línea regular de auxilio a la investigación
Coordinadora
Ana Marisa Chudzinski-Tavassi – Instituto Butantan
Inversión
R$ 93.000,00