Desde julio de 2002 los bares de Diadema, en el Gran São Paulo, cierran las puertas a las 11 de la noche. El cambio fue una respuesta de la municipalidad a la violencia en la ciudad, que en 1999 ocupaba el cuarto lugar en el ranking brasileño de los municipios con mayor tasa de homicidio –en gran parte vinculada al consumo de bebidas alcohólicas. Para descubrir si la medida surtió efecto, Sérgio Duailibi, Ilana Pinsky y Ronaldo Laranjeira, de la Universidad Federal de São Paulo, e investigadores estadounidenses, analizaron los índices de homicidios entre 1995 y 2005, antes y después de la nueva ley (American Journal of Public Health). La baja que observaron indica que basta cerrar los bares más temprano para evitar casi nueve asesinatos por mes en una ciudad de 360 mil habitantes. El número de ataques a mujeres también fue menor en el período 2000-2005, pero los autores son cautelosos en atribuir la baja al cierre de los bares. El resultado fue sentido por la población. La medida, que parecía impopular, fue en parte responsable de la reelección del alcalde José de Filippi Junior en 2004.
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