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Itinerarios de investigación

A la hora justa

Debido a las guerras, la paleontóloga siria Wafa Adel Alhalabi llegó a Brasil como refugiada y en la actualidad estudia fósiles de su tierra natal en la USP de Ribeirão Preto

Archivo personal

Nací en Damasco, Siria, la capital más antigua del mundo. Siempre me han gustado los animales y las plantas y, a la hora de elegir qué estudiar, la carrera de biología fue la que tenía más sentido para mí. Me gradué en 2004 en la Universidad de Damasco, donde poco después comencé a dar clases de taxonomía vegetal. Para reforzar los ingresos familiares, también trabajaba en el área administrativa de una empresa. Somos seis hermanos y siempre contribuí con los gastos de la casa.

Después hice una maestría en estudios ambientales dentro de un programa colaborativo entre la Universidad de Damasco y la Universidad de Poitiers, en Francia. Esta capacitación me abrió las puertas para trabajar como consultora de impacto ambiental en grandes proyectos, como en la explotación petrolera y la construcción civil. Recorrí Siria por motivos de trabajo y también viajé a otros países árabes, como Arabia Saudita, algo inusual para una mujer soltera en el contexto cultural de mi país.

En 2008, durante un trabajo de campo en Siria, un arqueólogo que formaba parte del equipo me presentó la paleontología. Digo que me la presentó porque, pese a que el estudio de los fósiles de animales y plantas es un área de acción de los biólogos, solamente tuve una o dos clases de paleontología como estudiante universitaria. Las palabras de mi colega me encantaron y resolví que era lo que quería hacer en la vida.

Archivo personal En el trabajo de campo en Perú, 2023Archivo personal

Entre 2010 y 2011 escribí un proyecto de investigación para estudiar insectos en ámbar. Sin embargo, en medio de este proceso, comenzó la guerra civil en Siria y se interrumpió mi sueño de estudiar paleontología. Debido al conflicto, tuve que salir del país para tener ingresos y me fui al Líbano. Fue un período muy difícil, en el que mi único objetivo era trabajar para ayudar económicamente a mi familia que se había quedado en Siria.

A finales de 2015 y principios de 2016, dos hechos contribuyeron a mi decisión de venir a Brasil. El primero es que no conseguí permiso para quedarme en el Líbano y el segundo, aún más difícil, fue la muerte de mi padre. Era muy apegada a él y su ausencia en la casa se me hacía insoportable. Necesitaba un respiro.

La guerra civil continuaba. Fue entonces cuando descubrí que Brasil aceptaba refugiados y decidí intentar una visa. El documento salió en tan solo siete días. Como seguía soñando con ser paleontóloga, antes de mudarme busqué en internet investigadores en esa área y encontré el Laboratorio de Paleontología de la Universidad de São Paulo [USP], en Ribeirão Preto, dirigido por el profesor Max Langer. Le escribí en inglés y le dije que quería estudiar insectos y plantas preservados en ámbar.

Me respondió el mismo día. El profesor Max me dijo que sería bienvenida al laboratorio, pero que también podía recomendarme a otros investigadores que trabajaban con ámbar, ya que ésa no era su especialidad. Entonces, en agosto de 2016, a los 36 años, salí de mi país rumbo a Brasil, con mi cara y mi coraje, sin beca de estudios y con algunos ahorros apenas. Sin tampoco saber que mi trayectoria de investigación en un país tan lejano y diferente me llevaría de vuelta a Siria.

Empecé a trabajar en el laboratorio preparando fósiles hasta que me decidí por un proyecto de investigación para intentar el doctorado. Pero sabía que si decidía estudiar insectos y plantas en ámbar tendría que ir a otro lugar de Brasil. No era lo que quería, sobre todo porque, después de todo lo que había pasado – la guerra, la muerte de mi padre, la interrupción de mi proyecto de investigación, el cambio de país –, me sentía emocionalmente muy frágil.

Como fui muy bien recibida por el profesor Max y su equipo, decidí quedarme en Ribeirão Preto y comencé a trabajar con vertebrados del llamado Grupo Bauru. Para quien no lo sabe, la cuenca de Bauru posee uno de los conjuntos de fósiles de vertebrados más ricos del territorio brasileño, siendo el mayor del estado de São Paulo.

En 2017, el profesor Max me propuso que realizara una investigación doctoral sobre una revisión de los caracteres de los estudios filogenéticos de los primeros dinosaurios. En biología, la filogenética es el estudio de la historia evolutiva y las relaciones de parentesco entre grupos de organismos. Nunca había estudiado dinosaurios, no obstante, comencé a trabajar en este tema. Mi propuesta fue presentada y aprobada a finales de ese año en el Programa de Doctorado en Biología Comparada de la USP en Ribeirão Preto, casi 10 años después de mis primeras incursiones en esa área, cuando todavía estaba en Siria.

No existe consenso sobre las relaciones filogenéticas de los primeros dinosaurios, lo que ha generado diferentes propuestas sobre sus orígenes. Durante mi doctorado analicé la calidad de los caracteres filogenéticos utilizados para estudiar el surgimiento de estos animales. A lo largo del estudio, elaboré una extensa lista de casi 7.000 caracteres filogenéticos, que describen la morfología de los primeros dinosaurios.

Alexandre FernandesWafa en el Laboratorio de Paleontología de la USP en Ribeirão PretoAlexandre Fernandes

Completé mi doctorado en 2021, luego de superar muchos desafíos. Además de la barrera del idioma y de la pandemia de covid-19, también tuve que enfrentar una sospecha, afortunadamente infundada, de cáncer de mama. Por todos esos motivos, me siento muy orgullosa de mi trabajo.

Estudiar los vertebrados también me abrió la posibilidad de volver a Siria para trabajar con fósiles de mi tierra natal, algo que quería desde que decidí dedicarme a la paleontología. En 2022, ayudé a identificar un conjunto de fósiles de un gran reptil marino encontrado en una mina en el centro del país. Se trataba de un espécimen de plesiosaurio, un grupo de animales extintos hace 66 millones de años, que habitó los océanos en el período Cretácico.

Los fósiles fueron recolectados en 2010, pero estuvieron guardados todo ese tiempo. La guerra impidió que los investigadores extranjeros acudieran al país para examinar el material, y en Siria, hasta entonces, no había especialistas en fósiles de vertebrados. Soy la primera. Para realizar la identificación, estuve casi un mes en Damasco recogiendo los datos, que fueron analizados en el laboratorio de la USP en Ribeirão Preto.

Tras las repercusiones de este trabajo, publicado en 2024, viajé nuevamente a Siria en abril para dictar una conferencia en la Universidad de Damasco y dar entrevistas para la televisión. También empecé allá una nueva serie de estudios sobre otros conjuntos de fósiles, incluidos, por ejemplo, un mosasaurio y un pterosaurio.

Soy brasileña, me nacionalicé hace dos años, pero soy orgullosa de ser siria y estoy feliz porque puedo contribuir con mi país de origen a través de mi investigación. Mi corazón está permanentemente dividido. Extraño a mi madre, a mis hermanos, mi idioma, pero mi hogar ahora es Brasil. Acá formé una familia con muchos amigos y mis tres gatos: Azeitona, Coxinha y Jabuticaba.

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