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Cultura pop

Al ritmo del saber

El hip-hop es un instrumento importante en el sistema escolar de la periferia de las grandes ciudades

LEO RAMOSUn grupo de jóvenes en la presentación de un bailarín en Casa do Hip-Hop, en la ciudad de Diadema, el mes pasadoLEO RAMOS

La inserción de la cultura popular contemporánea en el currículo de las escuelas públicas puede constituir una pieza clave para abordar algunos problemas estructurales del sistema educativo en Brasil, tal como lo intenta demostrar la profesora Mônica do Amaral en la investigación de políticas públicas intitulada Rappers, los nuevos mensajeros urbanos de la diáspora afro-brasileña en la periferia de São Paulo: el cuestionamiento estético-musical que emancipa y educa, llevada adelante en la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (USP), que cuenta con el apoyo económico de la FAPESP.

Su argumentación teórica se basa en las actividades desarrolladas inicialmente en la Escuela Municipal de Enseñanza Básica José Alcântara Machado, ubicada en la zona sur de São Paulo, con continuidad en la ONG Casa do Zezinho, donde la profesora sigue coordinando talleres. Amaral pretende llevar el resultado de sus investigaciones a las secretarías vinculadas a las redes de escuelas dependientes de la gobernación y de la municipalidad de São Paulo.

El proyecto involucra a un equipo de educadores bajo su coordinación y apunta a revisar los fundamentos metodológicos de la enseñanza básica con base en la realización de talleres de arte en los que se buscar articular la música, la danza, la poesía y el dibujo con la alfabetización. En ese proceso, la cultura hip-hop ocupa un lugar fundamental, si bien que otras culturas populares más antiguas también toman parte en la ronda.

En un primer momento, las actividades realizadas con docentes de la escuela José Alcântara Machado partieron de un análisis referente a la formación cultural y social de la comunidad a la que atendían.

La región ligada a la escuela ocupa un territorio de la zona sur de la ciudad aledaño al barrio de Morumbí, entre dos favelas, Jardim Panorama y Real Parque.

Sus primeros habitantes fueron migrantes oriundos del estado nordestino de Pernambuco que llegaron a la São Paulo en los años 1950. Arribaron provenientes de una región que en el pasado colonial había sido sometida a una política de poblamiento forzado en aldeas formadas por campesinos, ex esclavos libertos e indios. Muchos huyeron de las condiciones de miseria en que vivían y terminaron trabajando como obreros en la construcción del estadio de Morumbí.

La investigación sobre el origen de esta comunidad terminó sirviendo de alimento para la elaboración de tres tesinas de maestría, una tesis doctoral aún en elaboración y la tesis de libre docencia intitulada La trama y la urdidura entre las culturas juveniles y la cultura escolar: la “eróptica” como método de investigación y de ruptura de campo.

El público del evento: reunidos para discutir la rebelión  de los malés y temas afro-brasileños al ritmo del baile y con grafitis

LÉO RAMOSEl público del evento: reunidos para discutir la rebelión de los malés y temas afro-brasileños al ritmo del baile y con grafitisLÉO RAMOS

En dicho trabajo se señala que la aplicación de la metodología tradicional europea de enseñanza no ha funcionado con eficiencia en los suburbios de São Paulo. Es más, puede  contribuir  al agravamiento de las condiciones de miseria del nordeste.

La “declinación de la autoridad del profesor”, una expresión utilizada por Mônica, recurriendo a las ideas de la filósofa alemana Hannah Arendt, es una cuestión central en el debate. “La autoridad tradicional, ya sea más rígida o más liberal, cayó por tierra hace mucho tiempo. No obstante, si escuchamos la historia de vida de aquellos niños y de sus familias, si valoramos su cultura, estaremos reuniendo las condiciones como para restablecer la autoridad del docente”, afirma.

Para llevar adelante esta aproximación, el proyecto sugiere en su segunda etapa, que se encuentra en marcha en Casa do Zezinho, articular el proceso educativo al conocimiento de esas raíces y a la producción de obras artísticas que puedan revelar la realidad que viven los alumnos, como así también hacerlos reflexionar sobre la misma. Los lenguajes ligados al movimiento hip-hop, tales como el rap y el funk, debido al alcance que tienen entre los jóvenes, terminan por cobrar fuerza allí.

La base del proyecto son los talleres. Los educadores enseñan a hacer música, letras de canciones y a dibujar. Durante los ejercicios, observan el comportamiento de los chicos y luego los resultados. Y redactan informes en donde describen las experiencias vividas tanto por los estudiantes como por ellos mismos.

Según María Cecilia Cortez, docente de Filosofía e Historia de la Educación de la USP, Mônica “implicó a los docentes, los hizo abrir su mirar hacia las manifestaciones culturales. Muchos de ellos estaban ciegos, no tenían disposición ni tiempo. Estaban enrigidecidos por sus hábitos”.

Aunque la articulación entre educación y arte no es precisamente algo nuevo, Cortez afirma que las experiencias de los últimos años permanecieron aisladas en ONGs y no se afianzaron en las instituciones de enseñanza media y básica. “Son trabajos puntuales, pero que podrían extenderse”, sostiene. “Cuando la escuela no les presta atención a esas culturas, cuando solamente se rige por la tradición escolar europea, exhibe una visión parcial y no plasma aquello que la cultura brasileña ha hecho y sigue haciendo: integrar al cotidiano las diferentes percepciones de los orígenes indígenas o negros.”

Las administraciones de las escuelas brasileñas se mantuvieron “sordas” con relación a esas raíces, prosigue Cortez, y por eso cayeron en la inercia. “Una ve a los alumnos y a los docentes desinteresados ante sus quehaceres burocráticos. No se ven como sujetos capaces de participar, de elaborar”, concluye.

Drica, bailarina, y un grafiti de Nino Brown, precursor del hip-hop en Brasil

LEO RAMOSDrica, bailarina, y un grafiti de Nino Brown, precursor del hip-hop en BrasilLEO RAMOS

También se desperdician las oportunidades de conocer más profundamente a los alumnos. No es raro que los talleres de arte suministren un rico material sobre la vida en las periferias. Las clases destinadas a la composición de letras, por ejemplo, aparte de funcionar como ejercicios de “afirmación de la identidad”, tal como dice Amaral, le permiten al docente conocer un poco más a los alumnos participantes.

Intercambios
Para ejemplificar el intercambio que genera la producción artística de niños y niñas con vocación de “cronistas”, al decir de Mônica, la investigadora hace referencia a los versos de un chico llamado Renan, impresos en un folleto elaborado en clase: “Yo era un pibito, un negrito de la favela/ Mi papá es un vago, vive viendo la novela/ Con miedo de enanos, escucha a Belchior/ mientras yo en la calle, aprendo lo peor”. “Mira como son rápidos”, dice Mônica.

Este mismo folleto es ilustrado con dibujos y, entre las imágenes, llama la atención de la investigadora la cantidad de figuras que representan muros. “Aparecen en gran número y simbolizan aquello que los separa del resto de una ciudad con buenos servicios públicos”, interpreta.

El contexto en que estas creaciones se insertan, incluso en el campo del lenguaje, también se debate en el aula. “Conversamos sobre las rupturas que ese tipo de letras y ritmos permiten. Y trabajamos no solamente con medios electrónicos, sino también con instrumentos afro-indígenas, tambores, instrumentos de viento y maracas, para que los alumnos comiencen a construir nuevas bases”, comenta.

Según Amaral, existen experiencias similares en instituciones educativas estadounidenses.

En enero de este año, ella visitó el Hip-hop Education, un centro de estudios perteneciente a la escuela NYU Steinhardt School of Culture, Education and Human Development, en Nueva York. Como complemento del currículo escolar, rappers y grafiteros llegan allí invitados para realizar talleres de arte y educación.

Existe un paralelo con la realidad de São Paulo. En las grandes ciudades de EE.UU., la deserción escolar y el desinterés de los alumnos también se erigen en problemas que preocupan a los administradores del sistema educativo público. “Tanto allá como acá resulta importante hacer algo que los movilice, que fortalezca sus identidades y el respeto ante la sociedad. Con el rap, ellos se imponen”, dice la investigadora. “Cuando muestran su potencialidad, eso lo es todo para ellos, y así van sofisticando su trabajo artístico, poético y estético”, sostiene.

Talleres
La investigación de Mônica Amaral también se basa en los testimonios. El periodista Djalma Leite de Campos se encarga de grabar entrevistas en videos con rappers y funqueiros, y el contenido se exhibe en clase. “Esto ha servido de alimento para nuestros talleres. Algunos testimonios muestran qué motivó a esos artistas a hacer rap. Otros aportan enseñanzas acerca de cómo elaborar bases y ritmos.”

El primer Hip-Hop en Acción de 2012, en Casa do Hip-Hop, reunió  a los estudiantes para bailar y discutir la sociedad

LÉO RAMOSEl primer Hip-Hop en Acción de 2012, en Casa do Hip-Hop, reunió a los estudiantes para bailar y discutir la sociedadLÉO RAMOS

Milton Santos fue uno de los rappers que concedió una entrevista, grabada en la favela de Moinho, luego de un incendio intencional que asoló a la comunidad. En la charla, Santos comenta que ya vivió en Vila Madalena y en otros barrios del centro expandido de la ciudad, pero que decidió regresar a aquél donde creció. No quería perder el contacto con la realidad que inspiró su trabajo.

La propuesta de trabajar con el rap y con el funk, comenta Mônica, provocó de entrada una cierta resistencia dentro de las instituciones educativas: “La reacción fue terrible debido a una moralidad que condenaba al rap por su lenguaje violento, y al funk por la erotización del cuerpo femenino y sus bailes sensuales. Esto afectó a los docentes”, comenta la investigadora.

Para ella, los análisis que fundamentaban ese rechazo eran superficiales: Mônica dice que el funk defiende el derecho de la mujer a hablar de su propia sensualidad; y el rap se mimetiza con la violencia, con el delito, con las peleas contra la policía, pone al espectador en el corazón de una acción para atraer hacia la conciencia la violencia que impera en la periferia de las grandes ciudades.

“No es una mera imitación del discurso de la violencia y del delito. Es su lenguaje. Los adolescentes y los jóvenes se identifican con esa situación y luego toman conciencia acerca de qué representa todo eso en sus vidas.”

Durante este segundo año de investigación, el equipo de Mônica cuenta también con la ayuda de una profesora de geografía, Lourdes Carril, y de Cláudia Florindo, docente alfabetizadora. “Muchas veces encontramos jóvenes semianalfabetos que, motivados por los talleres, logran elaborar letras. Chicos que no sabían leer y otros ya alfabetizados terminan produciendo cosas juntos”, comenta.

La apuesta al movimiento hip-hop tiene también otro fundamento. Estados Unidos, Francia, Sudáfrica, Angola, Portugal y muchos otros países participan en un movimiento global vinculado a ese género estético. Como el grupo Racionais, dice Mônica, los rappers son cronistas, porque aquello que no sale en los diarios a menudo se dice en las letras de las músicas que ellos producen. “Por eso la cultura del rap y el hip-hop se ha granjeado el respeto. Es una estética que trabaja con ritmos del pasado y se combina con lo más moderno en términos de técnica y medios”, explica la investigadora. “Si bien existe una aproximación a los medios de masivos alienantes, hay también, en un segundo momento, un distanciamiento crítico”, analiza.

La investigación arriba a la conclusión de que la cultura hip-hop suministra herramientas para hacer una revisión del sistema educativo; empero, otro problema sigue vigente, rígidamente sólido, y suele dificultar el aprendizaje. El equipo que Mônica coordina se ha visto en dificultades, fundamentalmente porque algunos de los niños y adolescentes siguen afrontando problemas de violencia y opresión, en las calles o en el ambiente hogareño.

Hubo un caso de un joven que empezó a llorar compulsivamente durante uno de los talleres. Y otros casos de alumnos que dejaron de prestar atención en clase. Uno perdió la concentración porque sus amigos fueron asesinados.

Y los sueldos de los docentes constituyen un capítulo aparte.

El proyecto
Rappers, los nuevos mensajeros urbanos de la diáspora afro-brasileña en la periferia de São Paulo: el cuestionamiento estético-musical que emancipa y educa (nº 2010/52002-9); Modalidad Programa de Investigación en Políticas Públicas; Coordinadora Mônica G. Teixeira do Amaral – USP; Inversión R$ 54.814,86

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