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Trayectorias

Amiga del tapir

Una investigadora paulista que es referente mundial en el estudio de este mamífero al cual se lo considera como el “jardinero de la selva” acumula premios

Patrícia Medici en una visita al Centro de Rehabilitación de Animales Silvestres de Campo Grande (MS)

Marina Klink

Cuando Patrícia Medici, de 47 años, todavía daba clases  en la carrera de ingeniería forestal, en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), al comienzo de la década de 1990, el tapir ya formaba parte de la lista de especies amenazadas de extinción de la International Union for Conservation of Nature (IUCN), una organización cuya sede se encuentra en Suiza, creada en 1948, que tiene como objetivo evaluar el impacto de la actividad humana sobre la naturaleza, y que en la actualidad patrocina investigaciones científicas y administra proyectos relacionados con la preservación del medio ambiente.

“En aquella época el tapir era un animal escasamente estudiado. No había, por ejemplo, información sobre sus características biológicas ni al respecto de sus hábitos”, recuerda Medici. La científica, que nació en São Caetano do Sul, en el Gran São Paulo, comenzó a dedicarse a las tareas de conservación en 1992, cuando bajo el liderazgo de los investigadores Cláudio Pádua y Suzana Pádua, y junto a otros siete estudiantes de diversas instituciones, fundó el Instituto de Investigaciones Ecológicas (IPÊ). Todos ellos compartían el anhelo de salvar especies amenazadas de extinción. “Comenzamos estudiando al tití o tamarino león negro (Leontopithecus chrysopygus), que también figuraba en la lista de la IUCN”, recuerda.

Antes de estudiar al tapir, en su doctorado, que obtuvo en 2010 en la Universidad de Kent, en Inglaterra, Medici se dedicó durante cinco años a la observación de ese mamífero en el Parque Estadual Morro do Diabo, en la zona oeste del estado de São Paulo. “Al principio, ni siquiera sabíamos cómo capturar y anestesiar a los ejemplares”, recuerda.

El tapir, un animal herbívoro, cuya dieta está basada en un 50% por frutos, los engulle prácticamente enteros, masticando solamente la pulpa, y por eso las semillas pasan casi intactas por el tracto digestivo del animal. Al final de ese proceso, están listas para germinar. “Un bosque sin tapires se torna poco diverso. Por eso a los tapires se los conoce como los jardineros de la selva”, bromea. Otra singularidad de estos mamíferos de cuerpo robusto y gran porte es su hábitat, dentro del cual son capaces de recorrer grandes distancias, llegando a desplazarse, en un solo día, por un radio de hasta 15 kilómetros.

Los tapires abarcan cuatro especies, y se encuentran presentes en 23 países de América del Sur, América Central y Asia. El tapir brasileño, al cual se considera el mayor mamífero terrestre del continente sudamericano, habita cuatro biomas nacionales: el Cerrado, el Bosque Atlántico, la Amazonia y el Pantanal. Con excepción de este último, que prácticamente no ofrece riesgos para su supervivencia, en las demás áreas el animal padece la caza; la contaminación por agrotóxicos en zonas cercanas a áreas de cultivo; el aislamiento en selvas fragmentadas y con poca diversidad, y el atropello en las autopistas.

Desde 2000, Medici es la presidenta del Grupo de Expertos en Tapires de la Comisión de Supervivencia de Especies de la IUCN, una red conformada por 130 conservacionistas de varios países. Si bien aún no ha sido posible sacar al tapir de la lista de especies bajo amenaza de extinción, las más de dos décadas que ella dedicó al estudio y conservación de este mamífero le granjearon a la investigadora nueve premios. El más reciente, que le fue concedido en el mes de junio en Washington D.C., EE. UU., fue el Buffet Award for Leadership in Conservation. Este premio, otorgado por la National Geographic Society anualmente a profesionales de los continentes africano y sudamericano, es un reconocimiento a la labor científica para la conservación de la vida silvestre y consiste en una donación de 25 mil dólares para cada uno de los proyectos ganadores. “Recibí el premio como una oportunidad para divulgar nuestro trabajo de conservación, que puede servir como modelo para su adopción en otros países”, finaliza.

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