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Recursos humanos

Atajos hacia la universidad

La USP y la Unicamp adoptan nuevas estrategias destinadas a captar alumnos de las escuelas públicas

eduardo cesarLas dos principales universidades de investigación del país inauguran nuevas estrategias destinadas ampliar la cantidad de alumnos egresados de las escuelas públicas. La novedad principal proviene de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), que en 2011 creó una carrera piloto con dos años de duración para 120 alumnos de escuelas públicas de Campinas, seleccionados en función de su desempeño en el Examen Nacional de Enseñanza Media (Enem). “Como a una buena parte de los alumnos de la escuela pública ni siquiera se les ocurre rendir el ingreso de la Unicamp, resolvimos salir a buscarlos”, dice el prorrector de Grado de la Unicamp, el físico Marcelo Knobel, uno de los mentores de la iniciativa. Al final del curso piloto, y dependiendo del desempeño de cada uno, los alumnos podrán ocupar vacantes en las cursos regulares de la universidad sin realizar el examen de ingreso. La iniciativa, que lleva el nombre de Profis, acrónimo de Programa de Formación Interdisciplinaria Superior, apunta a ampliar el contingente de estudiantes de bajos recursos económicos en la institución. Desde el año 2005, la Unicamp mantiene un programa que ofrece bonificaciones en las notas obtenidas en el examen de ingreso para los alumnos provenientes de escuelas públicas, agregando un bono extra a aquéllos que se declaran negros, mestizos o indígenas. “Los bonos en ese examen continúan, pero con limitaciones: solamente benefician a quienes toman la iniciativa de participar en la evaluación”, afirma Knobel.

La Universidad de São Paulo (USP) perfeccionó el sistema de bonos en el examen de ingreso que desde 2007 beneficiaba a los alumnos de las escuelas públicas, en el contexto de su Programa de Inclusión Social (Inclusp). La máxima bonificación en la nota del examen de estudiantes que se formaron completamente en escuelas públicas, que era del 3% en 2007 y aumentó al 12% en 2009, ahora alcanza al 15%. El bono es acumulativo y crece en la misma proporción que el desempeño del aspirante. “El desconocimiento de los alumnos de las escuelas públicas acerca de la USP es tan enorme que muchos creen que la universidad es paga”, dice la prorrectora de Grado de la USP, Telma Zorn. La novedad es que la USP abandonó la idea de realizar una prueba específica en el ámbito de las escuelas públicas solamente para los alumnos de tercer año de enseñanza media. Ahora, el programa será extensivo para los alumnos de 2º año que quieran realizar el examen en el propio ámbito de la Fuvest[fundación universitaria para el examen de ingreso de la USP] como preparatorio, para aquellos aspirantes que todavía no completaron la secundaria, pero quieren ir ganando experiencia en el examen de ingreso. Una buena parte del bono del 15% proviene de esa participación. “Mediante el incentivo para que realicen de tal forma la evaluación, procuramos motivar a los alumnos de las escuelas públicas a lanzarse a un comienzo más anticipado en su preparación para el examen de ingreso y que obtengan así una formación de mayor calidad”, expresa Telma Zorn.

En su opinión, casi la totalidad de los alrededor de 12 mil participantes en esa propuesta que realizan el examen cada año, provienen de la enseñanza privada. “Queremos revertir esa cultura de autoexclusión de la USP y de las grandes universidades instalada en la red pública desde hace décadas; crear un proyecto de futuro para los alumnos y sus profesores; captar a los mejores alumnos de las escuelas públicas para la USP y privilegiar a aquéllos que presenten desventajas socioeconómicas más significativas”, comenta. Según sostiene la prorrectora, es en esa dirección, que solamente los alumnos que cursaron íntegramente sus estudios primarios y secundarios en escuelas públicas podrán usufructuar del tope del 15% en bonos, mientras que los que cursaron solamente el nivel medio en esas escuelas contarán con una bonificación máxima del 8%. “Este procedimiento les asegura un mayor beneficio a los alumnos con desventajas socioeconómicas más acentuadas, que cuentan con una renta familiar de entre 1 y 5 sueldos mínimos. Para garantizar la calidad, esas bonificaciones estarán supeditadas al desempeño y el tope sólo será alcanzado por aspirantes que completen 60 puntos en la primera fase de la Fuvest”. Los alumnos provenientes de las escuelas técnicas también cuentan, a partir del examen de 2010, con la posibilidad de acceder al programa siempre y cuando hayan realizado toda su formación en la red pública.

eduardo cesarCarrera científica
La inclusión de alumnos con condición económica adversa en la enseñanza pública superior, todavía fuertemente dominada por estudiantes de clase media egresados de escuelas privadas, es la principal ambición de ambos programas, aunque también intentan acercar a la carrera científica a un contingente mayor de jóvenes talentos, que es la preocupación recurrente de las universidades de investigación. “Si nuestro proyecto tiene éxito, es natural que una parte de esos alumnos siga la carrera de investigador. Ellos cuentan con potencial para eso: son los mejores de sus escuelas”, afirma Knobel, de la Unicamp. “El posgrado se desvirtúa si no es apuntalado por la carrera de grado, así como ésta no se sostiene si la enseñanza media no funciona correctamente. A mediano plazo, ese desequilibrio puede afectar profundamente la expansión y la calidad de los programas de posgrado en el país”, dice Telma Zorn, de la USP, quien viene estimulando el contacto de los estudiantes económicamente carentes con la carrera científica. La universidad abolió las becas de trabajo, que consistían en que los alumnos recibían una cantidad por prestar pequeños servicios, suplantándolas por becas de iniciación científica.

La preocupación converge como una de las conclusiones de la Conferencia Paulista de Ciencia, Tecnología e Innovación, realizada en abril de 2010, según la cual, las deficiencias en la enseñanza primaria y media son la gran cuestión de fondo para la formación de recursos humanos en el estado. La meta de triplicar el número de investigadores en actividad, en el ámbito del estado –de los 50 mil actuales a más de 150 mil– se topa con un obstáculo: la cantidad de vacantes para la enseñanza superior es mayor que el número de individuos que termina sus estudios secundarios. Para aumentar la cantidad de investigadores, sería necesario mejorar la calidad de la enseñanza media, para que haya aspirantes en cantidad y calidad superiores a los que hay actualmente.

Los métodos adoptados por la USP y por la Unicamp apuntan a mantener la evaluación por mérito de los estudiantes. Ambas instituciones optaron por no establecer sistemas de cupos, tales como los existentes en las universidades federales, por considerar que la reserva de vacantes puede castigar a los alumnos de las escuelas privadas con buen desempeño. Las bonificaciones en la nota del examen de ingreso, en la práctica, terminan sirviendo como un empujoncito para los alumnos que se encontraban cerca de la aprobación. En el caso del cursillo piloto de la Unicamp, solamente son reclutados los mejores alumnos de las escuelas. No escasean, por cierto, las críticas a las estrategias de ambas universidades. En el caso de la Unicamp, las principales reservas se encuentran relacionadas con los propósitos y la duración del curso. “Contrariamente a lo que afirmaron, no se trata de un cursillo de lujo”, declara Marcelo Knobel. “Estamos invirtiendo en la formación general, con asignaturas tales como ética, literatura, historia, física y biología. Eso no es nada nuevo. En Estados Unidos, los liberal art colleges cumplen con la función de brindar este tipo de formación al alumno. Tampoco es un curso de nivelación, ya que la idea es discutir cuestiones de manera abarcadora”, expresa. El tiempo invertido por los estudiantes en un curso intermedio entre la enseñanza media y la formación superior tradicional también fue blanco de críticas. “Pero resulta común que los aspirantes a una vacante en la Unicamp sean reprobados en su primer intento y deban realizar hasta dos años de cursillo para pasar el examen”, afirma Knobel, quien señala una ventaja del modelo: “evita la elección precoz de una carrera, que es una causa de deserción. Los dos años de vivencia universitaria pueden promover una elección más madura”.

Priscila Aparecida da Silva Cardoso, con 17 años, es una de las alumnas del curso piloto y cambió una vacante garantizada en la carrera de publicidad de la PUC de Campinas, con beca del ProUni (Programa Universidad para Todos), por la oportunidad de disputar una vacante en la Unicamp a comienzos del 2013. “Cuando supe del programa, me pareció fantástico. Para ingresar en la Unicamp tenía que hacer el cursillo y trabajar. Ahora puedo mejorar mi formación y elegir la carrera que realmente quiero hacer”, afirma Priscila. Hija de un ama de casa y de un maestro de obras, ella siempre estudió en escuelas públicas. Su desempeño en el Enem fue destacado, en la Escuela Estadual Culto a la Ciencia, de la región central de Campinas. Pero no logró aprobar el examen de ingreso en la Unicamp para economía e ingeniería de los alimentos.

Estancamiento
Los sistemas de bonos de ambas universidades también son blanco de críticas. La experiencia de los últimos años permite decir que lograron un impacto acotado en la incorporación de egresados de las escuelas públicas. Una hipótesis es que la oferta de otras opciones para los alumnos de escuelas públicas –como en el caso de las becas del ProUni, por ejemplo– condujo a un estancamiento del número de matriculados provenientes de la enseñanza pública, más allá de esas iniciativas. En 2005, primer año de la implementación del programa de bonos en la Unicamp, la admisión de alumnos oriundos de las escuelas públicas fue del 34,1% del total, frente al 29,6% del año anterior. Pero ese porcentaje decreció durante los años siguientes, hasta caer debajo del 30% en 2009. En 2011 hubo una reacción y alcanzó al 32% de los matriculados. La dificultad también se observó en la USP, donde, con oscilaciones, no logra superar un tope del 25% de los alumnos.

eduardo cesarPara la antropóloga y especialista en políticas de enseñanza superior Eunice Durham, el sistema de bonos no tuvo ningún efecto en la democratización del acceso a la USP y un efecto mínimo en relación con los egresados de la enseñanza media pública. “Por buenas que fuesen las intenciones, el programa solamente alimenta la ilusión por parte de la USP, de que está contribuyendo a la democratización de la enseñanza pública”, escribió la profesora en un artículo publicado en octubre de 2009. “Si se quiere promover el ingreso de alumnos de bajos recursos, sería mejor ofrecer bonos a los alumnos más pobres y no a aquéllos provenientes de la enseñanza media pública, cuyos recursos son bastante variables”, aseveró. La profesora defiende la oferta de cursillos de preingreso gratuitos con nuevas tecnologías. “Podrían tener un efecto más amplio y brindarle a la USP la oportunidad de estudiar a fondo las deficiencias de la enseñanza media pública”. Ella cita el ejemplo de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), que ofrece cursillos de preingreso en sus campi. Entre los 4.586 estudiantes de esos cursillos en 2010, 1.480 fueron aprobados en los exámenes de ingreso, siendo 1.085 en universidades públicas y 395 en privadas.

Estrategia
La Unesp adoptó la estrategia de los cursillos preingresos porque ya dispone de una buena proporción de egresados de las escuelas públicas, en torno del 35% al 40%. Éso es producto de su presencia en el interior del estado, donde la calidad de la enseñanza media es, en promedio, mejor. Según Herman Voorwald, secretario estadual de Educación que hasta enero se desempeñaba en el cargo de rector de la Unesp, la ventaja de los cursillos reside en que le otorgan al alumno la posibilidad de ingresar en la universidad por mérito propio. “Aunque es importante que las universidades cuenten con políticas para estimular el ingreso. Ese programa de la Unicamp, por ejemplo, es muy inteligente”, afirma. Voorwald sostiene, sin embargo, que resulta fundamental que las universidades participen en el esfuerzo con miras a mejorar la calidad de la enseñanza media pública. “Están ayudando de diversas formas y eso es lo que asegurará el incremento del acceso de alumnos menos favorecidos”, expresa el secretario.

Para el caso de las instituciones que adoptan cupos, existen dificultades de otra naturaleza. La Universidad Federal del ABC (UFABC) ideó un esquema inclusivo para garantizar la permanencia de los acreedores de tales cupos. El 50% de las vacantes se encuentran reservadas para egresados de las escuelas públicas y, de ese cupo, casi un tercio se encuentra destinado a los alumnos que se declaran negros, mestizos o indígenas. La institución cuenta con 4.184 alumnos y 1.500 de ellos reciben becas por valor de 300 reales. Una reciente investigación realizada por la UFABC reveló que los adjudicatarios de cupos presentan un coeficiente de rendimiento de 2.0, mientras que los que no lo son alcanzan 2.08. En el caso de los adjudicatarios que aparte reciben becas, presentan un rendimiento de 2.05. La selección, no obstante, no ha conseguido ocupar todas las vacantes. Una investigación realizada en 2010 reveló que el 38,7% de los alumnos de la institución son adjudicatarios de cupos. La proporción es superior que el 33% registrado en 2009, aunque todavía lejos del 50% ofrecido en el examen de ingreso. Tal como sucede con muchas universidades, la UFABC se encuentra afectada por el problema de la deserción. “No contamos con datos consolidados, pero la deserción siempre es una mala noticia. Nuestros cursos son cuatrimestrales y sucede que ingresa un estudiante en mayo a la UFABC, pero luego aprueba el examen de ingreso en universidades tales como la USP y la Unicamp y se pasa a ellas”, dice Joel Pereira Felipe, prorrector de Asuntos Comunitarios y Políticas Afirmativas de la UFABC.

El sistema de bono, pese de sus limitaciones, se ha revelado eficiente para atraer a estudiantes con alto potencial. En 2005, 34 de los 110 alumnos de la carrera de medicina de la Unicamp eran egresados de la red pública y 22 de ellos sólo fueron admitidos gracias a las bonificaciones. “Hasta el cuarto año, ninguno de ellos había abandonado ni tenía su matrícula restringida por flojo desempeño académico, pero había ocho alumnos provenientes de la red privada que se hallaban en esa situación”, comenta el profesor Renato Pedrosa, coordinador de la Comisión Permanente del Examen de Ingreso a la Unicamp. Entre las posibles explicaciones despunta la habilidad especial de los alumnos de escasos recursos, aunque bien formados, para enfrentarse con situaciones desfavorables, una cualidad no siempre compartida con sus compañeros de clase media. En el caso de la Unicamp, existen evidencias de que los bonos están convocando a un nuevo público. “La participación de la escuela pública está plasmándose a partir de las escuelas regulares, no desde las escuelas técnicas, tal como ocurría anteriormente”, dice Pedrosa. “En 2000, más de las tres cuartas partes de los alumnos matriculados provenientes de la red pública habían estudiado en escuelas técnicas. Actualmente, ese grupo corresponde a alrededor del 35% de los alumnos de la red pública”.

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