La Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó el nivel de alerta contra el brote de infección por el virus del Ébola en la República Democrática del Congo (RDC). El 17 de julio, la institución declaró la situación como una emergencia en salud pública de importancia internacional. Ese es el grado más alto de atención para una enfermedad, decretado en ocasiones extraordinarias en las cuales hay riesgo de diseminación hacia otros países y su contención exige una respuesta coordinada de diferentes naciones. El cambio de estatus del brote ocurrió a causa de su progresión reciente: se esparció por una región mayor de la RDC. El anuncio ocurrió un poco después de la confirmación de un caso en Goma, ciudad de 2 millones de habitantes y con aeropuerto internacional en el oeste el país, cercana a la frontera con Ruanda. Del 1º de agosto de 2018 (cuando se reconoció el brote actual) al 21 de julio de este año, hubo 2.498 casos de infección por ébola y 1.649 muertes. Identificado en 1976 en la RDC, el virus ya provocó cerca de dos docenas de brotes, casi todos en África. En el más grave (2014-2016), alrededor de 29 mil personas resultaron infectadas y 11,3 mil murieron. Transmitido inicialmente al ser humano por animales silvestres, el virus se disemina de una persona a otra por el contacto con secreciones y fluidos corporales infectados. Al principio, el ébola provoca fiebre y cansancio, además de dolores en los músculos y en la cabeza. Luego surgen vómitos, diarrea, manchas rojas por el cuerpo y señales de daños en los riñones y en el hígado. Puede haber sangrados. Durante el brote actual, el 66% de las personas infectadas murió. No existe un medicamento que elimine el virus. El tratamiento consiste en combatir los síntomas. Se está usando una vacuna experimental para inmunizar a la población. “Si la comunidad internacional no aumenta la financiación y la respuesta ahora, pagaremos el precio de este brote por un largo período”, aseveró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, en un comunicado a la prensa.
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