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Indicadores

Beneficios medidos

Un convenio iberoamericano hará posible estudiar el impacto social de las nuevas tecnologías

La Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Rycit), la FAPESP y el Laboratorio de Periodismo (Labjor, sigla en portugués) de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) han creado una red de investigación destinada a medir y evaluar los beneficios sociales de las inversiones en investigación, desarrollo e innovación en los países en desarrollo.

El proyecto empieza con la definición de la metodología de investigación, la construcción de un conjunto de indicadores y la delimitación de un área piloto para análisis. Para integrar la red se creó un foro virtual de debates, que contará con el soporte tecnológico del Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (Bireme).

La sociedad entre el Rycit, la FAPESP y el Labjor se formalizó en el marco del seminario internacional “Estrategias metodológicas y experiencias recientes de medición del impacto social de la ciencia y la tecnología – Taller San Pablo”, realizado en la sede de la FAPESP durante los días 3 y 4 de agosto. Participaron del encuentro especialistas e investigadores de Argentina, Colombia, España, Cuba, Panamá y Brasil.

La metodología de investigación tendrá como base proyectos de evaluación del impacto social de la ciencia y la tecnología ya concretados en Colombia, Panamá y Cuba, y el modelo de análisis elaborado por la División de Innovación Empresarial del Centro de Automatización, Robótica y Tecnologías de la Información y de la Fabricación (Cartif) de Valladolid, España. El Observatorio de Ciencia y Tecnología de Colombia, por ejemplo, analizó los resultados de las inversiones del Programa Nacional de Biotecnología. Constató así que el programa, al margen de estimular la publicación de un número significativo de artículos y tesis, fomentar el registros de patentes y consolidar la existencia de una comunidad nacional de investigación, permitió el desarrollo de métodos de diagnóstico y de nuevas plantas, solo para mencionar algunos ejemplos, como dijo José Villaveces Cardozo, director ejecutivo del Observatorio.

Panamá también desarrolla una metodología destinada a evaluar la apropiación del conocimiento científico y tecnológico generado en las diversas áreas del conocimiento. En el sector agropecuario, por ejemplo, se identificó un “divorcio entre la política y el desarrollo agropecuario”, de acuerdo con Lourdes Palmas, del Departamento de Indicadores de C£T de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. “Las investigaciones beneficiaron solamente a los grandes y medianos productores, que tienen más capacidad para aprovechar los conocimientos tecnológicos”, dijo.

Cuba hizo un esfuerzo mayor aún de evaluación de los resultados sociales de las inversiones en ciencia y tecnología, al evaluar las áreas de educación, salud, trabajo, alimentación, cultura, deporte y recreación. “También se consideró el impacto de la innovación en la balanza comercial del país”, dice Armando Rodríguez, representante del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba. Rodríguez menciona el caso de la vacuna contra la bacteria Haemophilus influenzae desarrollada en su país, que al margen de inmunizar al 99,7% de los lactantes cubanos, redundó en una economía de 1,7 millones de dólares con importaciones del medicamento.

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