Léo RamosEl año pasado, el ingeniero civil portugués Carlos Moedas, de 45 años, asumió el cargo de Comisario de Investigación, Ciencia e Innovación de la Unión Europea, y como tal, se tornó responsable del programa Horizonte 2020, el principal programa científico del continente. Dicho programa, cuyo presupuesto para el período comprendido entre 2014 y 2020 es de 80 millones de euros, destina inversiones en ciencia básica, investigación de interés para empresas y para la solución de grandes desafíos de la sociedad, por medio de becas y proyectos que llevan a cabo científicos de sus 28 países miembros, y también capta fondos nacionales y del sector privado. Horizonte 2020 está abierto a colaboradores internacionales, tales como consorcios e investigadores interesados en asociarse con los europeos.
El 17 de noviembre, Moedas visitó Brasil y brindó una conferencia en el auditorio de la FAPESP, acerca de las estrategias de la Unión Europea y del Horizonte 2020, y citó tópicos tales como el aumento de las colaboraciones con científicos de otros países, el cambio en la manera de investigar a la luz de la oferta de grandes volúmenes de información, la importancia de instaurar un ambiente regulatorio que promueva la innovación y la necesidad de contar con una normativa tendiente a estimular la integridad en un ámbito científico en plena transformación. El comisario alabó la iniciativa de la FAPESP, que anuncia y ofrece recursos, por medio de proyectos, a los investigadores de São Paulo que deseen cooperar con colegas de Europa. “Se trata del primer sistema de financiación paralelo, que le asegura a Brasil una mayor participación en el Horizonte 2020. Espero que ello inspire a otros estados brasileños”, manifestó. En el mes de marzo pasado, la FAPESP firmó un acuerdo de cooperación con la Unión Europea para el Horizonte 2020, mediante el cual los investigadores vinculados a universidades e instituciones de investigación científica del estado de São Paulo pueden utilizar las modalidades de ayuda que ofrece la Fundación para financiar su participación en propuestas asociadas al programa, pero respetando los plazos del programa europeo.
Poco antes de la disertación de Moedas, el director científico de la FAPESP, Carlos Henrique de Brito Cruz, también anunció un llamado a la presentación de propuestas, lanzado por la Comisión Europea y la Fundación, junto con el Consejo Nacional de Fundaciones Estaduales de Apoyo a la Investigación Científica (Confap) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) de Brasil, cuyo objetivo es promover investigaciones colaborativas internacionales en biocombustibles de segunda generación. “Nosotros estudiamos todos los tipos de energías renovables y nos complace hacerlo junto a Brasil”, dijo el comisario.
Moedas es hijo del dueño de un periódico con militancia comunista y de una docente, y pasó su infancia y su adolescencia en Beja, una localidad ubicada en la región de Alentejo. Se graduó en ingeniería en el Instituto Superior Técnico de Lisboa y trabajó durante la década de 1990 en la administración de proyectos para un grupo francés. Luego de realizar un MBA en la Escuela de Negocios de Harvard, en 2000, trabajó en Londres, en el área de fusiones y adquisiciones del banco de inversiones Goldman Sachs. En 2004 regresó a Portugal y fundó su propia empresa de inversiones. En 2010, ingresó a la política, convirtiéndose en asesor económico del Partido Socialdemócrata y, al año siguiente, resultó electo para el Parlamento portugués, aunque luego asumió el cargo de secretario de Estado adjunto del primer ministro Pedro Passos Coelho. En 2014, fue designado por el gobierno portugués como representante ante la Comisión Europea y asumió el cargo de comisario de Investigación, Ciencia e Innovación. Está casado con una docente universitaria y tiene tres hijos.
Ni bien culminó la charla en el auditorio de la FAPESP, donde respondió, de buen grado, las preguntas del público y aprendió, entre risas, el significado del término “xará” [tocayo, en portugués de Brasil, proveniente del tupí], el comisario europeo se hizo tiempo en su agenda para concederle a Pesquisa FAPESP la siguiente entrevista.
¿Cuál es su expectativa con relación a las colaboraciones entre científicos de Brasil y de la Unión Europea, en el marco del programa Horizonte 2020?
La estrategia europea considera que la ciencia y la innovación abierta, así como una apertura al mundo, son esenciales para el desarrollo de una ciencia mejor. Nosotros no creemos que una ciencia de excelencia sea algo que Europa pueda hacer por sí sola. No podrá hacerlo aislada. Por eso, nuestros proyectos son abiertos al mundo. Para el European Research Council, el Centro Europeo de Investigación, que es el mayor programa de becas de ciencia básica a nivel mundial, por ejemplo, cualquier persona del mundo puede presentarse. La ciencia está aliada a la excelencia. Y esa excelencia sólo puede hallarse en la diversidad, y en la capacidad que tengamos de tomar al mundo como un todo, intentando hallar a los mejores investigadores. Nosotros sabemos que en Brasil existen esos científicos y que ellos pueden ganar al trabajar junto a nosotros, así como también nosotros ganaremos. Sería una relación de igual a igual, una relación biunívoca. Ése es exactamente el sentido con el que hemos firmado acuerdos con la FAPESP. Un investigador joven que tenga la oportunidad de trabajar en un equipo en Europa puede avanzar en su carrera, y eso puede transformarlo. Tanto como un europeo que venga a trabajar aquí con biocombustibles, porque Brasil se encuentra más evolucionado en esa área, sobre todo en términos de la experiencia que adquirió con el denominado etanol de primera generación. La idea consiste en desarrollar esa cooperación. Estoy convencido de que hoy en día no se logra innovar o desarrollar ciencia en un sólo país o en determinada disciplina. Contamos con más de 150 becarios brasileños en el programa marco Marie Curie de la Unión Europea. También hay tres becarios brasileños del European Research Council. Pero podemos lograr mucho más que eso.
Edad |
45 años |
Especialidad |
Ingeniería Civil |
Estudios |
Instituto Superior Técnico de Lisboa (carrera de grado); Escuela de Negocios de Harvard (MBA) |
Instituição |
Comisión Europea |
¿Cuál es el interés de la Unión Europea en la investigación del etanol de segunda generación? Europa ha invertido en energías renovables, pero existe una cierta resistencia al etanol de primera generación que produce Brasil, debido al impacto que se le atribuye en la producción de alimentos.
Cuando pasamos al etanol de segunda y tercera generación, estamos buscando otras alternativas. Esto es importante para Brasil, porque el país también desea diversificarse. El problema energético tendrá que ser resuelto mediante la diversificación de fuentes. Por cierto, yo diría que se depende de la eficiencia energética, que en el fondo es energía no consumida. Se trata de ver cómo podemos ser más eficientes, y aparte debemos diversificar las fuentes renovables, las fuentes no fósiles. La mayoría de las fuentes no fósiles aún son muy caras. Por eso, la mayor parte de la investigación que hacemos, en cierta forma, persigue ese objetivo, que consiste en cómo lograr disminuir el precio de tecnologías que aún son muy recientes. En este ejemplo de los biocombustibles se pudo reunir un conjunto de voluntades entre Brasil y Europa, pero querríamos hacer mucho más. Es decir, eso fue tan sólo un primer paso, un primer paso lógico. Aún resta mucho por ver en cuanto a las energías renovables. Nosotros estudiamos todos los tipos de energías renovables y nos complacerá hacerlo con Brasil, que es un país comprometido, como ustedes dicen.
¿Qué opinión le merece la iniciativa de la FAPESP que anuncia y ofrece recursos, por medio de proyectos, a científicos de São Paulo que deseen colaborar con pares europeos?
Eso es muy bueno. Nosotros realmente queremos que los investigadores brasileños tengan una mayor participación en el programa Horizonte 2020. Y para ello es muy bueno que exista una organización con un nivel superlativo, como es el caso de la FAPESP, que tome en cuenta nuestras convocatorias y financie la participación de científicos brasileños. Creo que dar ese paso hacia la excelencia fue algo muy bien visto tanto en Europa como en Brasil. Hoy en día, al programa Horizonte 2020 se lo considera una marca de excelencia. Esto es así porque los proyectos que superan el filtro y reciben financiación son aquéllos en los cuales a cualquier científico del mundo le gustaría participar. E incluso lo harían gratis si fuera menester, porque los grupos son muy fuertes. En ese aspecto, esto posibilitará que muchos investigadores de São Paulo participen en proyectos europeos. Creo que es algo muy importante para la carrera de un investigador. Nosotros realizamos un estudio sobre científicos trasladados, es decir, que trabajaron en otros países. Ellos son más productivos, casi un 20%, en términos de publicación de artículos, comparando con los que nunca se movieron de su país. O sea que la movilidad es un dato importante.
¿Qué lugar ocupa la investigación básica en el Horizonte 2020? Del total invertido por el programa, ¿cuál es el volumen destinado a la investigación básica?
Una tercera parte de esa inversión es para la investigación básica. Dentro de esa parte, contamos con lo que creemos que es uno de los mejores instrumentos del mundo, el European Research Council, que tiene una filosofía importante. Es una filosofía bottom up, no top down. El conocimiento fluye de abajo arriba y no al revés. Los concursos que se realizan para el programa no les dan ningún tipo de dirección a los investigadores. Son ellos quienes nos dicen lo que quieren hacer. Obviamente, después hay un sistema de peer review, de revisión por pares, y se eligen los mejores proyectos. Pero nosotros no imponemos ningún tema.
Sin direccionamientos, tal como usted remarcó en su presentación en la FAPESP.
Exactamente. Hay dos ítems que son muy importantes en la política científica. Uno es que la política de ciencia no debe permitirles a los políticos realizar elecciones sobre el tema. Es decir, el político no debe ser quien escoja los proyectos. La FAPESP constituye un buen ejemplo en ese sentido, donde está instituida la figura del peer review. Ése es un primer paso para llegar a tener ciencia calificada. Y cuando nos planteamos una ciencia de calidad y pensamos en sus características, ¿cuál sería el paso siguiente? Que sea bottom up y no top down. Que no sea direccionada, porque el político no es un científico, el político no puede escoger, no puede dar esa clase de orientación. Yo creo que nuestras políticas serán cada vez más de abajo arriba y no al revés.
¿Y las otras dos terceras partes del presupuesto del Horizonte 2020? ¿A qué tipo de investigación se destinan?
Un tercio se destina a políticas para industrias y pequeñas y medianas empresas. Y otro tanto se emplea para los denominados desafíos de la sociedad, los societal challenges. La idea subyacente indica que la resolución de los desafíos actuales no puede hacerse solamente con investigadores de una disciplina en forma aislada. Recientemente hemos lanzado lo que denominamos inducement prize, que es un premio a quien logre innovaciones en el área del envejecimiento, uno de los desafíos de la sociedad. ¿Se trata de un tema del entorno médico? ¿Un asunto de química? No, tiene varias implicaciones: sociológicas, antropológicas, médicas. El punto es cómo aunamos todas las disciplinas para la resolución del problema, cómo hacemos para que toda esa gente dialogue.
En una reciente conferencia, usted mencionó las dificultades que afronta Europa para transformar el conocimiento que produce en innovación, y cómo ese conocimiento se lo terminan apropiando y desarrollando países de otras regiones. ¿Cómo se enfrenta ese problema?
Lo que sucede es que, en el fondo, la ciencia básica es tan sólo un ingrediente. Al mismo tiempo, la innovación no sólo depende de la inversión en innovación, sino de una serie de condiciones del ecosistema regulatorio. Esto está aliado a políticas públicas que le brindan o no confianza al inversor privado. ¿Cuáles son las leyes laborales? ¿Cuál es el sistema judicial? ¿Cómo actuaremos sin temer lo que pueda suceder en el futuro? El concepto de innovación abierta también está emparentado con eso, que es cómo nos planteamos la regulación. Si lo hacemos en demasía, no brindamos incentivos para la creación de nuevas industrias o nuevos productos. La idea consiste en lograr de una regulación más inteligente, con reformas estructurales que aumenten la flexibilidad del mercado laboral y la capacidad del sistema judicial para actuar rápidamente. Por ejemplo, una reforma simple: si instauramos en un país un sistema de liquidación de empresas tal que resulte sencillo terminar con una firma y comenzar con otra, estaremos brindándole un enorme incentivo a la innovación. Y no se trata solamente de una medida innovadora, sino de una decisión del marco legal. Estaríamos diciendo: si algo fracasa no hay ningún problema, no tendrá que pasarse 10 años liquidando una empresa porque todo es complicado. Eso tiene que ver con la innovación abierta, que apunta a involucrar a mayor cantidad de actores en el proceso de innovación, desde investigadores a emprendedores, a los usuarios de la innovación, a la sociedad civil y a los gobiernos. Esto es lo que necesitamos para capitalizar los resultados de la investigación científica y de la innovación en Europa.
Usted mencionó el concepto de ciencia abierta, donde los investigadores colaboran intensamente aprovechando el potencial de los recursos digitales. Y una de sus iniciativas como comisario de Investigación, Ciencia e Innovación consiste en la creación de una nube que albergue los datos de investigaciones y facilite la colaboración entre investigadores. ¿Cómo será ese trabajo en la nube?
Se trata de un concepto en el que venimos trabajando: la European Science Cloud. No tiene que ver intrínsecamente con ser europea, sino con cómo desarrollar tecnologías para la instauración de una nube donde los científicos puedan, por un lado utilizarla, pero también contar con servicios. Es un poco una reflexión europea acerca de cómo podíamos disponer de un cloud europeo para la ciencia, con un reglamento para la administración y calidad de los datos científicos. Lo que queremos es desarrollar una nube europea para que los investigadores dispongan de un sitio seguro, un lugar en donde puedan, por ejemplo, contar con servicios de búsqueda de datos, entre otros. Vamos a lanzar un concurso de propuestas en ese sentido.
Otra iniciativa en gestación es la creación de un código de buenas prácticas científicas para Europa. ¿Cuáles son las ambiciones del código de integridad científica europeo?
Estamos elaborando un código que se aplicará a todos los investigadores que formen parte del Horizonte 2020. Espero que otras instituciones de Europa puedan aprovechar este código para que se torne realmente europeo. Como el Horizonte 2020 representa una gran inversión para los investigadores europeos, lo que decimos es: quienes quieran participar en el programa deberán respetar las reglas de integridad. Y para eso se necesita que realmente haya un código. En el ámbito de la ciencia abierta, en un mundo en que los datos son accesibles, debemos tener mayor cuidado aún en lo que respecta a la integridad, dado que los filtros son mucho menores. Es necesario tener una responsabilidad individual superior. Y esa responsabilidad individual puede empezar por un código, pero luego pasa por cada individuo. Y, por supuesto, por cada institución. Ése es un ítem en pleno debate en Europa. En muchas ocasiones, una institución señala al investigador como el responsable de su propia integridad. Y nosotros creemos que la institución también es responsable por la integridad del investigador. Eso debe remarcarse. Dentro de cuatro o cinco meses ya deberíamos disponer de ese código. La ciencia del futuro se basará en la calidad y cantidad de datos disponibles. El Big Data será una parte esencial de ese nuevo contexto. En Europa hemos establecido una política agresiva de acceso abierto e integridad científica porque queremos integridad para poder trabajar en forma abierta.
Usted mencionó cuatro temas principales: seguridad alimentaria, agua potable, energía y salud pública, que sufrirán un gran impacto en los próximos años. ¿Cómo será ese cambio?
Se trata de la fusión del mundo físico con el entorno digital. La fusión de lo digital con lo físico propiciará que esos cuatro puntos se vean transformados por completo. La medicina del futuro no sólo implicará a la ciencia médica, sino también el análisis de grandes volúmenes de información, el Big Data. Es decir, un médico ya no logrará hallar las soluciones sólo mediante su disciplina y los estudios médicos. Eso ocurrirá porque el Big Data, el análisis de los datos, podrá detectar y brindar respuestas de un modo que no es accesible para el médico, porque él no cuenta con todos los datos. En ese aspecto, la medicina va a sufrir una gran evolución. Si podemos disponer de datos que contemplen la vida del paciente de principio a fin, toda la vida de las personas, podremos, por medio de un metaanálisis de los datos, arribar a ciertas conclusiones y prevenir muchas enfermedades. Podríamos tratar enfermedades cuando todavía no se hayan detectado a través de los estudios normales. En el caso del saneamiento, actualmente en algunos proyectos se están colocando sensores en el agua de alcantarillado. Así se podrán monitorear en tiempo real varios temas concernientes a la salud pública. En el fondo, estamos transformando una industria cuya función era tan sólo potabilizar el agua o limpiar los desagües en algo importante para la medicina, detectando en forma inmediata, por ejemplo, un virus que llega a una ciudad.
¿Usted cree que eso va a modificar el modo de investigar?
Creo que lo cambiará todo, porque un investigador nunca podrá trabajar aislado. Deberá estar abierto a otras ciencias e investigadores. Los científicos del Big Data, un investigador de management of data, tendrán cada vez mayor importancia dentro de los equipos de investigación. Todo tiene que ver con esa capacidad de análisis de los datos. Creo que vamos a pasar de lo que hoy denominamos internet de las cosas, como alguien dijo, a la era de las cosas inteligentes. ¿Cómo interactúan las máquinas entre ellas? ¿Cómo toman decisiones basándose en esa información? La nube será una pieza fundamental en este nuevo ambiente.
Usted mencionó también el tema del acceso abierto a los trabajos científicos. ¿Cómo se conciliaría el acceso abierto con el actual sistema de negocios de las editoriales de revistas científicas?
Si pasamos de un paradigma en el cual quien lee paga, a otro, en el que, quien paga es el que publica ‒porque alguien tiene que pagar‒, debe consensuarse cuál es el servicio. No queremos decir con esto que las editoriales no tengan un valor que agregar. Ellas tienen un valor agregado y como tal, debe ser pagado, pero no debe pagarlo el lector.
¿Y quién lo pagaría?
Podría ser quien lo publica. Por cierto, eso ya es algo que ocurre a menudo. Lo que muchas veces sucede y es injusto para el investigador, es cuando se paga dos veces. Eso no puede ser, que se pague para publicar y también para leer.
¿Cómo se podría avanzar en la diplomacia de la ciencia? ¿Qué se está pensando en la Unión Europea al respecto?
La ciencia es fundamental para la creación de un ámbito que genere puentes allí donde los puentes muchas veces no son posibles. Se trata de un tema primordial para la resolución de tantos problemas que tenemos, pero concierne, sobre todo, a nuestra capacidad para lograr proyectos inclusivos, y disponer de emprendimientos donde, por un lado, podamos suministrarles señales a los países que realmente atraviesen un sólido proceso de estabilización y democratización, como en el caso de Túnez, y decirles que pueden participar. Eso constituye una señal muy fuerte de acercamiento. O también convocar a científicos de Ucrania, un país que afronta grandes dificultades, para que puedan venir a Europa. Recientemente, me enteré de un proyecto en Jordania: el primer acelerador de partículas de Medio Oriente, que logró que se sentaran a una misma mesa naciones que, de otra manera no lo harían, tales como Israel, Palestina, Pakistán e Irán. Ellos se sentaron a hablar de ciencia. Eso los acerca. Cuando los conflictos son tan duros y complejos, la única manera de plantear un acercamiento es poner a la gente en contacto con otros temas que no tengan que ver con el conflicto. Son pequeños pasos. Nosotros hemos lanzado hace poco un proyecto en nuestro sitio web, denominado Science 4 Refugees, para hallar a científicos refugiados que no saben a quién contactar. Y para ponerlos en contacto con las universidades, con centros de investigación que podrían requerir este tipo de talentos.
¿Y hallaron a muchos?
En efecto, y también a muchas universidades interesadas. Ya hay muchos que se inscribieron como refugiados y son científicos. Estamos hablando de un sector, pero todo puede ayudar en una instancia tan terrible como la que está atravesando Europa.