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SOCIEDAD

Ciudades alteradas

Un modelo estadístico indica que la construcción de centrales hidroeléctricas no aporta beneficios locales

Obras de la usina hidroeléctrica de Aimorés, en Itueta (Minas Gerais), en el año 2004: los datos recabados no apuntan beneficios provenientes de la compensación económica recibida

Lalo de Almeida/FolhapressObras de la usina hidroeléctrica de Aimorés, en Itueta (Minas Gerais), en el año 2004: los datos recabados no apuntan beneficios provenientes de la compensación económica recibidaLalo de Almeida/Folhapress

La construcción de centrales hidroeléctricas, asociada desde siempre con la idea de desarrollo en Brasil, también se ha venido planteando como factor de progreso económico local, es decir, en las regiones aledañas al embalse. Esa idea está presente en el discurso del gobierno federal, expresamente en el texto de los Programas de Aceleración del Crecimiento (PAC) 1 y 2, de 2007 y 2010, y se reitera cuando se emiten pliegos para la adjudicación de licencias de hidroeléctricas, como es el caso de la de Belo Monte, actualmente en construcción en el estado de Pará. El objetivo del proyecto de investigación intitulado “Desempeño de desarrollo de los municipios brasileños afectados por centrales hidroeléctricas”, consiste en la verificación, con cifras, de la validez de esa afirmación. El proyecto está a cargo de Evandro Mateus Moretto, coordinador del Programa de Posgrado en Ciencia Ambiental (Procam) del Instituto de Energía y Ambiente de la Universidad de São Paulo (IEE-USP) y docente de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades (EACH-USP).

Hasta ahora, los estudios de impacto de las usinas hidroeléctricas se centraban en las consecuencias ambientales. Faltaban herramientas para probar la modificación de los indicadores de desarrollo humano concomitante a la construcción y operación de las centrales, incluyendo los posibles efectos de la compensación económica que perciben los municipios que tuvieron áreas inundadas. El modelo que se adoptó en el proyecto del investigador del IEE, que concluirá en el mes de febrero de 2016, abarca a 159 usinas que se inauguraron hasta 2010 con capacidad instalada igual o superior a 20 mW, lo que constituye un universo de 647 municipios inundados y 1.154 vecinos de los mismos que no se vieron afectados.

Para la realización de los análisis, se utilizaron las 256 variables que emplea el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), disponibles para los años 1990, 2000 y 2010, para la elaboración del Índice de Desarrollo Humano (IDH), que incluye los parámetros de riqueza, longevidad y escolaridad. Dichas variables ‒sistematizadas por el PNUD a partir de mediciones oficiales, tales como las del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea)‒ se utilizaron para comparar los grupos de localidades anegadas y sus vecinas, con el objetivo de verificar si el desarrollo durante los períodos en estudio dentro de cada una de las regiones hidroeléctricas es igual o diferente entre los dos grupos de municipios.

En todo el conjunto de las 159 centrales hidroeléctricas, los análisis revelan que existe una fuerte tendencia al deterioro en las cifras del IDH durante el período de instalación de las usinas, cuando se producen impactos importantes derivados de la instalación y el funcionamiento de los obradores. “En general, los indicadores mejoran en ambos grupos de municipios, pero crecen menos en el grupo más cercano a los obradores, que serán los municipios inundados al finalizar la obra”, constata el investigador. En el caso del complejo hidroeléctrico de Pelotas-Uruguay, en el límite entre los estados de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, por ejemplo, se pudo detectar que los municipios que alojan las instalaciones que albergan los generadores de las cuatro hidroeléctricas se destacaron en algunos indicadores, tal como fue el caso del mayor crecimiento del PIB en relación con los otros municipios. Esto, probablemente, se asocia a la propia dinámica económica que la construcción de la central imprime en la localidad. En esos municipios, las oportunidades laborales crecen, pero sólo mientras dura la construcción, que emplea a varios cientos de trabajadores, y no después que la hidroeléctrica entra en operación, algo que involucra a no más de 20 personas en algunos casos.

Trabajo de campo
En un análisis específico del impacto de las compensaciones económicas no se detectó correlación estadística entre los recursos que recibieron las localidades inundadas y una mejora de cada una de las 256 variables del IDH, un fuerte indicio de que los gobiernos locales no las están aprovechando debidamente para promover sus agendas de desarrollo.

“Se podría afirmar que las usinas hidroeléctricas no inducen aquel desarrollo local que pregonan los documentos oficiales de planificación, pero aún no podemos determinar exactamente cuáles son las relaciones de causa y efecto entre las usinas y cada una de las variables analizadas”, dice Moretto. Para eso, se necesita trabajo de campo. La intención es que, a partir del mes de abril, mediante un convenio aún no formal pero ya en tratativas entre la USP y la Universidad de Florida, que involucrará a 15 investigadores, se realice un estudio de caso “a fondo” en las regiones de tres hidroeléctricas en operación y una proyectada en el estado de Rondônia, además de las cuencas del río Teles Pires, en el estado de Mato Grosso, y del río Tapajós, en el estado de Pará.

El gestor ambiental Daniel Rondinelli Roquetti efectuó algunas observaciones in situ para su maestría, bajo la supervisión de Moretto, dedicándose a verificar los impactos socioecológicos derivados de la construcción de la usina de Barra Grande, que forma parte del complejo estudiado por Carina Semaglia Gomes entre Santa Catarina y Rio Grande do Sul. Y detectó que las obras de la usina provocaron, en las localidades de la región, “una transformación social asociada al comercio ilegal”, además de un aumento de la criminalidad y de la incidencia de enfermedades de transmisión sexual. Simone Athayde, del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida (EE.UU.), verificó efectos aún peores entre los pueblos aborígenes de las regiones afectadas por las hidroeléctricas en Xingú, incluyendo a la de Belo Monte. “Los impactos negativos afectan incluso el sistema de conocimiento del ambiente de esos pueblos y no admiten compensación; son incalculables desde un punto de vista monetario”, dice la investigadora.

Athayde y Moretto no se oponen a las centrales hidroeléctricas como opción principal de los gobiernos brasileños para la generación de energía. “No hay duda de que contribuyen al desarrollo de la economía del país, pero nada prueba que favorezcan a las regiones donde se las construye”, dice Moretto. Él supone que el discurso oficial en ese sentido se proponía rescatar una asociación histórica que hubo siempre entre las represas y el desarrollo de las sociedades locales. “Pero el beneficio que aportan las hidroeléctricas no es similar al de otros tipos de presas, proyectadas para la irrigación y el abastecimiento público de la propia zona, por ejemplo; en Brasil, las grandes usinas hidroeléctricas no se construyen para generar energía eléctrica para la región donde están ubicadas”.

Proyecto
Desempeños de desarrollo de los municipios brasileños afectados por centrales hidroeléctricas (nº 2013/14111-9); Modalidad Apoyo a la Investigación – Regular; Investigador responsable Evandro Mateus Moretto (IEE-USP); Inversión R$ 35.466,16

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