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BUENAS PRÁCTICAS

Comportamientos de riesgo

Investigadores proponen parámetros para juzgar los casos en que la imprudencia es la causa de la mala conducta científica

El sitio web PubPeer, creado hace 11 años como un foro en línea para debatir el contenido de los artículos científicos, se ha consolidado como una vidriera de denuncias de mala conducta científica. Su influencia se puso de manifiesto en el caso que provocó la dimisión del rector de la Universidad Stanford, el neurocientífico Marc Tessier-Lavigne, a mediados de julio de este año. Los primeros indicios de manipulación de imágenes en diversos artículos publicados por el equipo del rector fueron señalados en comentarios en PubPeer desde 2015, y cobraron mayor repercusión luego de que un cronista de un periódico estudiantil de Stanford los recopiló en un reportaje publicado el año pasado. La universidad llevó a cabo una investigación en la que se arribó a la conclusión de que el directivo no había participado en la manipulación ni tenía conocimiento del fraude antes de la publicación de los artículos científicos, pero el hecho de que no se haya preocupado por retractarlos ni bien supo de los problemas fue blanco de las críticas de los investigadores y esa inacción selló su salida. “Reconozco que en algunos casos debería haber sido más diligente a la hora de buscar correcciones y lamento no haberlo hecho”, escribió Tessier-Lavigne en su carta de renuncia.

A quienes siguen la trayectoria de PubPeer no les sorprendió el desenlace en Stanford. En 2016, un software capaz de identificar errores estadísticos en artículos científicos analizó unos 50.000 trabajos publicados en revistas de psicología y divulgó sus resultados en PubPeer, para el constreñimiento de miles de autores. Al año siguiente, la revista Nature revocó un premio que le había concedido al bioquímico español Carlos López-Otín en reconocimiento a su labor como mentor de jóvenes investigadores, tras la retractación de nueve artículos publicados por su grupo de la Universidad de Oviedo debido a evidencias de manipulación de imágenes, cuyas pruebas fueron presentadas en PubPeer. Recientemente, siete artículos de Gregg Semenza, investigador de la Escuela de Medicina Johns Hopkins, de Estados Unidos y Premio Nobel de Medicina o Fisiología de 2019, fueron retractados por manipulación de imágenes, un episodio que también salió a la luz en la plataforma.

Cualquier artículo publicado en una revista científica puede ser objeto de comentarios en PubPeer. En la práctica, la plataforma propicia un tipo de escrutinio similar a la revisión por pares posterior a la publicación de los trabajos, los que les permite a los lectores apuntar indicios de errores o mala conducta. Los revisores pueden identificarse o no. Según los creadores de la página web, aproximadamente un 90 % de los análisis publicados son anónimos y PubPeer no almacena deliberadamente información sobre estos usuarios. “Consideramos que es solo cuestión de tiempo para que la información de los usuarios se filtre de alguna manera. La única protección segura es que nunca se sepa una información que no deseamos que se exponga”, explicaron los responsables al anunciar una actualización técnica del portal, promovida en 2017.

El carácter de incógnito de las denuncias ha supuesto al menos un gran dolor de cabeza legal para PubPeer, pero el sitio web salió airoso y fortalecido. En 2016, el oncólogo Fazlul Sarkar, de la Universidad Wayne (EE. UU.), a quien se le retractaron 13 artículos científicos por manipulación de imágenes, demandó a PubPeer y exigió que revelara la identidad de las personas que señalaron los problemas en sus trabajos, alegando que al momento en que se publicaron las denuncias estaba cambiando de empleo y ello abortó su traslado a la Universidad de Misisipi. Un tribunal del estado de Michigan dictaminó que las denuncias anónimas estaban amparadas por la ley.

En los primeros años del PubPeer, sus propios creadores también se mantuvieron en el anonimato y la plataforma estaba envuelta en un aura de clandestinidad. Los fundadores recién se dieron a conocer en 2015: para entonces, el sitio web ya había ganado prestigio y decidieron que era el momento de buscar financiación para expandir las actividades. El neurocientífico estadounidense Brandon Stell, investigador de la Universidad de París Descartes, en Francia, anunció que él era el responsable principal de la iniciativa, materializada con la ayuda de los hermanos Richard Smith, exalumno suyo, y George Smith, quien trabaja como desarrollador de sitios web. El neurocientífico Boris Barbour, de la misma universidad francesa, y el abogado Gabor Brasnjo, con una oficina en San Francisco (EE. UU), se sumaron al equipo tras la creación de PubPeer.

En aquel entonces, Stell declaró a la revista Science que la idea de PubPeer se remontaba a sus días de estudiante en la Universidad de Colorado en Boulder (EE. UU.), donde asistía regularmente a reuniones de investigadores y estudiantes en las que se discutían y desmenuzaban artículos publicados en revistas. Se inspiró en esa experiencia para crear un club de debate virtual, abierto a la contribución de quienquiera, con la ambición de acelerar el proceso de corrección de la ciencia. El sitio web creció y dio origen a The PubPeer Foundation, con sede en California, financiada por una organización filantrópica regenteada por los multimillonarios John y Laura Arnold.

La plataforma solicita a los usuarios que los comentarios publicados se limiten a información concreta que pueda verificarse públicamente. Prohíbe taxativamente la difusión de rumores. “Las denuncias de mala conducta están prohibidas en PubPeer”, informa el sitio web a los usuarios. “De todas maneras, son innecesarias. El público se compone, principalmente, de investigadores muy inteligentes, perfectamente capaces de sacar sus propias conclusiones si los hechos están presentados de manera clara”.

No es para fiarse de que todos los comentarios publicados en la página web son fidedignos. La reportera Denise-Marie Ordway, quien trabaja en el sitio web The Journalist’s Resource, entrevistó a tres periodistas que utilizan a PubPeer como fuente de información y enumeró una serie de recomendaciones para lidiar con las denuncias en forma responsable. La más importante es entender que la información tan solo es un indicio que necesita verificarse mediante investigaciones minuciosas. “Las publicaciones anónimas en PubPeer deben tratarse de la misma forma que otras publicaciones anónimas de cualquier tipo”, dijo Charles Piller, uno de los entrevistados, quien escribe en la revista Science y es uno de los fundadores de una ONG de periodismo de investigación llamada Center for Public Integrity. El primer recaudo que toma Piller consiste en consultar sobre las sospechas planteadas en los comentarios con expertos en integridad científica: “No hay forma de saber de antemano si el denunciante tiene segundas intenciones”.

La periodista Stephanie Lee, de la revista electrónica The Chronicle of Higher Education, dice que acude a la plataforma cada vez que va a escribir sobre un investigador o un grupo cuyo trabajo le interesa. “Es el primer lugar al que recurro para averiguar si los científicos han sido cuestionados”, explicó. Con todo, le preocupa el daño que las denuncias puedan acarrear a la reputación de los investigadores. “Muestren evidencias”, aconseja. “Creo que es mejor dejar que las pruebas hablen por sí solas”. Julia Belluz, corresponsal del sitio web Vox, destacó el papel que desempeña PubPeer en el proceso de corrección de los registros científicos. “Sabemos que la revisión por pares a veces no detecta errores o fraudes en los artículos antes de su publicación. PubPeer es un lugar en el que los científicos denuncian las investigaciones problemáticas”.

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