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Trayectorias

Conexiones que dan frutos

El empeño en la creación de una red de contactos resulta esencial para ampliar las oportunidades laborales y la colaboración en proyectos de investigación

Veridiana Scarpelli

La mayoría de los proyectos de investigación actuales comprenden a científicos de diversas áreas e instituciones, públicas o privadas, en colaboraciones gestadas con frecuencia en charlas informales que se suscitan en los intervalos de conferencias, simposios y workshops, o bien, vía internet, a través de las redes sociales. En muchos casos, los científicos se enteran de nuevas oportunidades de trabajo o son admitidos en laboratorios de universidades o empresas de Brasil o del exterior por medio de sugerencias o por la recomendación de otros investigadores con quienes establecieron conexiones. Empeñarse en la creación o en el perfeccionamiento de una buena red de contactos resulta vital para ampliar las oportunidades laborales y las colaboraciones en proyectos de investigación, contribuyendo directa o indirectamente para el desarrollo de la carrera.

La construcción de una red de contactos científicos puede realizarse de varias maneras. Al leer un estudio en una revista prestigiosa, el investigador puede intentar contactarse con los autores principales e intercambiar ideas sobre temas de interés común y posibles colaboraciones. No obstante, los eventos científicos suelen ser el ambiente ideal para ese tipo de actividad, permitiéndoles a los investigadores presentar sus trabajos destacando sus competencias, interactuar con otros científicos y actualizarse al respecto de las discusiones y novedades en su área de interés. En ocasiones, tales interacciones pueden derivar en colaboraciones científicas, cartas de recomendación, redacción, revisión de artículos científicos, entre otros beneficios.

A los alumnos de carreras de grado que desarrollan proyectos de iniciación a la investigación científica, se les recomienda conversar con sus supervisores para que, juntos, elijan los eventos científicos más interesantes. Esa opción debe privilegiar aquellos eventos en los cuales fuera posible presentar trabajos mediante una presentación visual u oralmente. Luego de la presentación, en caso de que el supervisor se hallara presente, conviene pedirle que lo presente a investigadores más experimentados que se desempeñen en áreas similares. Los debates que surgen con posterioridad a las presentaciones suelen ser valiosos y pueden propiciar ese tipo de interacción, ayudando a la construcción o el perfeccionamiento de una red de contactos.

En el caso de los investigadores que realizan un máster o un doctorado, la participación en eventos destacados, con la presencia de científicos de Brasil y del exterior, podría resultar la mejor estrategia. Durante las charlas informales pueden conocerse las dificultades y fallas con las que lidian los colegas en su labor, ampliando las posibilidades de colaboración y potenciando las conexiones. “Es  importante que se usen esos encuentros para trasparentar los intereses, formular preguntas, intercambiar información, generar nuevos contactos y, de esa manera, construir o apuntalar la reputación como científico colaborativo e interactivo”, resalta el biólogo brasileño Alysson Muotri, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos. Muotri recomienda que en esas situaciones el individuo salga de su zona de confort y supere la timidez, reuniéndose con investigadores que no conoce, conversando sobre sus trabajos, en busca de conexiones con los estudios que se encuentre llevando a cabo.

Una forma de aprovechar al máximo tales eventos consiste en prepararse con antelación, analizando y seleccionando las conferencias a las que se pretende asistir, y estudiar el currículo de los disertantes que trabajan en temas similares. Durante el evento, se debe procurar pactar encuentros para el debate de ideas e intercambio de tarjetas y retomar esos contactos tiempo después para proseguir con el diálogo.

“El investigador, tanto en la universidad como en la empresa, necesita saber lo que quiere y no debe perder de vista que el networking es una vía de doble mano. Debe efectuarse en forma responsable”, subraya la ingeniera química Wang Shu Chen, investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo (I&D) de la filial brasileña de la empresa Saint-Gobain. Ella fue invitada a sumarse al equipo de Saint-Gobain luego de que la multinacional adquiriera la firma Adespec, una empresa de tecnología de adhesivos que ella fundó en 2001. Durante mucho tiempo ella trabajó en compañías fabricantes de colas y adhesivos y estableció varias conexiones que más tarde la ayudaron a fundar su propia empresa.

“Cuando estudiaba en la universidad, me dedicaba esencialmente a hacer networking para contar con mayores posibilidades de cooperación científica. En la actualidad, en la empresa, recurro a esa herramienta para detectar gente que pueda ayudarme a resolver problemas en el área de investigación y desarrollo”, explica el biólogo Diogo Biagi. Él es uno de los socios fundadores de Pluricell Biotech, una startup que se dedica a la producción y comercialización de células madre pluripotentes inducidas, que son células maduras que pueden reprogramarse para generar diversos tejidos.

Biagi relata que cuando la startup era incipiente, recurrió a su red de contactos para tener acceso a los directores de innovación de grandes empresas del segmento de los cosméticos. Al cabo de varias reuniones, pudo establecer convenios con algunas de ellas. “Otro caso interesante ocurrió cuando asistí a un evento científico de brasileños en Harvard, Estados Unidos. Luego de ese encuentro, hubo muchos que se retiraron, pero algunos se trasladaron a un pub para conversar. Ahí fue que me presentaron a una investigadora brasileña que tenía una empresa en Canadá y, en la actualidad, estamos en tratativas para desarrollar productos en conjunto”.

La inversión en la construcción de una buena red de contactos también significa cultivar buenas relaciones con los investigadores con los cuales el individuo ya trabaja. En ese sentido, la recomendación de los investigadores sénior es que se utilicen las reglas básicas de etiqueta, para facilitar el contacto con los colegas. “Hay que ser cortés, respetuoso, saber escuchar y expresarse en un tono de voz moderado. Esas son cualidades que se valoran en el ambiente académico internacional”, comenta Muotri. Según el investigador, la dedicación para la construcción de relaciones saludables y productivas con compañeros de laboratorio, desde el supervisor hasta el alumno de iniciación a la investigación científica, resulta vital a largo plazo, tal como, por ejemplo, a la hora de solicitar cartas de recomendación o la designación para nuevos cargos. “Me gusta elogiar a mis colegas cuando ellos publican un trabajo interesante y debatir sobre ciencia con gente de otras áreas, y noto que eso colabora para mantener mi red de contactos”.

Hoy en día, gracias al avance tecnológico, el networking puede realizarse por medio de las redes sociales. Una investigación efectuada por la firma Springer Nature con la participación de más de 3 mil científicos de Estados Unidos, Europa y Asia comprobó que más del 70% de los entrevistados reconocen que deberían utilizar y promover con mayor énfasis sus investigaciones en las redes sociales.

Como la mayoría de las herramientas digitales, los medios sociales pueden ampliar las oportunidades de networking ayudando incluso a conseguir empleo, pasantías de posdoctorado o colaboraciones de investigación, explica Wang Shu Chen. Entre las más conocidas figuran Academia.edu y ResearchGate, que son redes sociales específicas para investigadores. El estudio también constató que el 68% de los investigadores mantienen sus perfiles activos en esas plataformas tan sólo para el caso de que alguien quiera contactarlos. El  buscador Google Académico es otra herramienta de ayuda para la comunicación entre científicos. Según el estudio, el 66% de los entrevistados usan esa plataforma.

En tanto, en LinkedIn, una red social de negocios, pueden conectarse grupos relacionados por sus temas de interés e intercambiar información sobre nuevas investigaciones, equipamientos y oportunidades laborales. También Twitter puede ser útil: en los últimos años, el servicio de microblog se ha transformado en una de las plataformas principales para la difusión y el debate de estudios científicos, según refiere un artículo que se publicó en 2014 en la revista científica PLOS ONE.

En ese sentido, un buen ejemplo de cuán útil puede resultar la tecnología lo constituye el matemático Jackson Itikawa, que actualmente realiza su pasantía de posdoctorado en el Instituto de Ciencias Matemáticas y Computación, en el campus de São Carlos de la Universidad de São Paulo (ICMC-USP). Itikawa fue uno de los finalistas del FameLab, un certamen de comunicación científica que se llevó a cabo en junio de 2016, durante el Festival de Ciencias de Cheltenham, en Inglaterra. El matemático compitió con participantes de Estados Unidos, del Reino Unido, de Corea del Sur, entre otros. “Aprendí mucho sobre divulgación científica, aunque lo mejor del networking derivado del FameLab fue con los finalistas brasileños de la etapa nacional. Actualmente tenemos un grupo en WhatsApp para discutir sobre investigación y educación en Brasil, logros relacionados con la carrera, compartir oportunidades, etc.”.

Según Wang Shu Chen, para que el networking se eficiente, es necesario que los investigadores traten de relacionarse con otros de un modo más amplio, no solamente como forma de impulsar su carrera.

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